Por José Ignacio El-Mir

En años recientes hemos observado un alto dinamismo en transacciones de Fusiones y Adquisiciones (M&A por sus siglas en inglés), sobre todo en empresas relacionadas con el sector Fintech que suele estar conformado por empresas jóvenes con no más de 5 años de antigüedad. El año pasado, en México, se cerraron al menos 12 transacciones con un valor de 1,830 millones de dólares (mdd), y siguen habiendo múltiples oportunidades para los inversionistas y emprendedores.

Partamos del punto en que este tipo de negocios se mueven dentro de unas expectativas de crecimiento exponenciales ¿La razón?, sirven a nichos de mercado con enormes  perspectivas o grandes necesidades, innovación del lado tecnológico y en la relación con cliente, y con valoraciones atractivas dependiendo de la fase de crecimiento en la que se encuentren.

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Ahora, estas operaciones -inyecciones de capital, suelen llevarse a cabo en un entorno que denota la necesidad imperiosa de tomar la oportunidad. En el caso de las startups, en muchas ocasiones, dejan de lado temas relevantes como la institucionalización, la generación de datos para toma de decisiones, la existencia de un comité y procesos adecuados, desarrollo del capital humano, capacidad de integrar, entre otros–. No obstante, todos los puntos anteriores requieren al igual que la operación, una inversión para las entidades. Y como en este tipo de transacciones el objetivo de una empresa que va iniciando es un crecimiento acelerado con foco en la operación y posicionamiento de los productos y/o servicios que ofrece. Por lo anterior, la mayoría de las veces las inversiones se enfocarán en eso, en continuar con el crecimiento, dejando para después las estructuras necesarias para ser públicos.

Quizá este escenario no sea el ideal, pero mientras no exista un fallo estructural y la operación, en general, se encuentre bajo control –en cuanto a  flujos de efectivo o soportes tecnológicos– se puede permitir la convivencia con “ciertos errores”.

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Los inversionistas tienen experiencia probada; conocen las limitaciones. No obstante, los emprendedores se enfrentan a retos asociados a comprender totalmente los detalles para ejecutar y cerrar una transacción, entender en qué condiciones es mejor levantar capital, deuda o realizar una adquisición. En este sentido, lo más importante es comprender el valor por el que se llevará a cabo una adquisición, y no permitir que la ansiedad conduzca a tomar malas decisiones que terminan por desviar la estrategia original.

La mayoría de las veces, en este derrotero, las startups, comandadas por emprendedores, buscarán mantener su rol y un espíritu alejado de la rigidez. Sin embargo, los inversionistas que apuesten por la empresa buscarán –y provocarán–, seguramente, dar visibilidad a través de la institucionalización, lo que puede originar ciertos desafíos en cuanto a estilos y ritmos históricos de gestión.   

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Otra característica que suelen tener este tipo de transacciones es que tienen objetivos financieros exponenciales por cumplir. No obstante, pueden estar alejados de la realidad o necesitar revisiones constantes, lo que provoca ansiedad en todos los niveles. En este contexto, tener proyecciones actuales según las circunstancias y comprender sobre qué base se sustentan será crucial. Ahora, no perdamos de vista que la valoración de una empresa muchas veces está en función de esas proyecciones.

Los procesos de M&A siempre dependen de las personas, por lo que se deben gestionar los  choques culturales entre las partes. Y en este caso, lo más importante es retener al talento para que continúe creciendo la plataforma.

Al final, lo más importante es tener un propósito claro. Puede ser para potenciar soluciones tecnológicas, para ganar posicionamiento o para mejorar márgenes, entre otros. Esto, inmerso en un contexto donde el talento se encuentre en el centro que siempre es factor clave.

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José Ignacio El-Mir es socio líder de Deals en PwC México.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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