¿Podrías hacer de este día el mejor sin usar tus mayores habilidades?, ¿cómo podrías alcanzar lo que más deseas en la vida sin utilizar tus fortalezas? La respuesta es “imposible”.

Salvo que se trate de un golpe de suerte, y aun así tendría mis dudas, todo lo que hacemos lo obtenemos de nuestras fortalezas. Por ejemplo, para aprovechar una oportunidad es necesario tener valentía y vitalidad, que nos permiten encarar algo inesperado.

Pero con frecuencia en los sistemas educativos y hasta en la formación gerencial tratamos de enfocarnos en las debilidades que tenemos como personas y hasta como organizaciones. Este es un enfoque difícil porque se nos pide hacer lo que no nos es natural. 

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Mi deber como promotora de la felicidad y el bienestar es decirte que la buena noticia es que todos tenemos una constelación de fortalezas, repartidas de distinta manera, y todos podemos cultivarlas y desarrollarlas para aprovecharlas tanto en los buenos momentos como en los más complicados.

¿No te gustaría ser más creativo o más perseverante; más valiente o más prudente?

En los tiempos buenos, las fortalezas no ayudan a florecer y ser felices, como dice Martin Seligman. Así, podemos construir buenos ambientes de trabajo o en la familia; volvernos altamente productivos, gratos para la gente, afectivos, acertivos, etc.

En tanto, en las adversidades, nos ayudan a salir de los problemas, nos dan el temple, la resiliencia, la perseverancia, el coraje, para superar aquella situación desagradable; nos evitan caer en la depresión, la soledad o sucumbir ante el estrés.

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“Nos ayudan a construir un nuevo repertorio de habilidades de afrontamiento”, nos dice Ryan Niemiec, director de Educación del Instituto VIA, organización sin fines de lucro de Cincinnati, Ohio, especialista en este tema de las fortalezas.

“Todos tenemos algún tipo de adversidad y de luchas, las fortalezas, nos dice la psicología positiva, nos ayudan a pasar al lado positivo del bienestar”. Es decir, nos ayudan a convertir una adversidad en un tema de bienestar.

Para lograrlo, es importante tener claro cuáles son nuestras fortalezas y ¡utilizarlas!

Para descubrirlas bastaría que seas un buen observador de ti mismo, recurras a un especialista –un psicólogo, por ejemplo– y también hay una herramienta gratuita del Instituto donde trabaja Ryan, que te arroja cuáles son tus cinco fortalezas más poderosas: https://www.viacharacter.org/account/register.

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En cuanto se te presente un reto o una meta, debes echar ojo a tu abanico de fortalezas para elaborar un plan para alcanzar tu objetivo de la mano de ellas.

Por ejemplo, si necesitas mejorar tu salud, no todos tenemos más desarrollada la prudencia, pero te puedes agarrar de alguna otra para seguir un plan que te permita mejorar tus hábitos.

Si lo que buscas es conexión con los demás, necesitarás justicia, amor, bondad, perdón o inteligencia social, y seguro que con alguna de ellas puedes empezar a construir, mientras desarrollas alguna o todas las fortalezas que necesitas.

¿Podrías hoy mejorar tu día? Por más negro que se vea, puedes ayudar a que eso ocurra si utilizas tus fortalezas de carácter.

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Tal vez este día necesites mucha valentía y tienes poca, pero en cambio tienes mucha prudencia, pues tómala, date unos segundos y elige la actitud con que avanzarás en los distintos panoramas que se te presenten.

Por supuesto, lo mejor es ejercitar nuestras fortalezas antes de exigirles al máximo, hay métodos para hacerlo, pero el día ya comenzó, así que sólo voltea a ver de cuál vas a echar mano hoy.

Es como aplicar aquel refrán que dice: “Empieza donde estás, usa lo que tienes y haz lo que puedas”.

Es decir, inicia tu día con las fortalezas que ya tienes, úsalas todas y aprovéchalas con la fuerza e inteligencia que más te sea posible.

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Contacto:

Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias del Bienestar y la Felicidad de Universidad Tecmilenio.

Linkedln: @icfelicidad

Twitter:_wellbeing360

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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