Hablamos de los riesgos; hablamos de la debilidad de la recuperación económica; hablamos de la escasa respuesta fiscal; hablamos de la moderación del crecimiento; hablamos de los riesgos de iniciar la retirada de estímulos antes de tiempo por las presiones inflacionarias; en general y como si de un comentarista deportivo se tratara, pero en este caso sin antes haberse iniciado el partido, hablamos de todo lo ocurrido, a la vez que hemos venido avisando sobre la situación económica que mostraba la economía mexicana, así como los sucesos que han llevado al país azteca a registrar una contracción durante el tercer trimestre del presente ejercicio.

Pues, de acuerdo con la estimación realizada por los servicios estadísticos nacionales, la economía de México se contrajo un 0,2% en términos reales en el periodo julio-septiembre, es decir, en el tercer trimestre, en contraste con el trimestre anterior, tal y como muestra la estimación del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). De esta manera, con esta contracción, México pone fin a una serie de trimestres previos que, de forma consecutiva, ofrecían gran dinamismo, así como optimismo en lo relativo a la recuperación de la economía mexicana.

Y es que los analistas siguen haciendo referencia a la ola vírica vivida durante dicho trimestre y, en parte, es verdad, pero ello no quita que la economía mexicana presentaba riesgos, los cuales se han ido intensificando con el paso de los meses, se han ido manifestando en la economía y con claros síntomas, y han acabado impulsando una contracción que nadie en el planeta esperaba. Por esta razón, y ahora con motivos, es conveniente comenzar a atender a los numerosos riesgos que enfrenta la economía mexicana, a la vez que se palian esas debilidades que siguen haciendo peligrar una recuperación en la que México se encuentra muy alejado de otras economías.

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Como vemos, el virus ha incidido en la economía mexicana, frenando nuevamente la producción y llevando a la economía a registrar una contracción. No obstante, la economía mexicana, atendiendo a las perspectivas del FMI, era la economía que, por detrás de Argentina, más tarde preveía recuperar su nivel de PIB previo a la pandemia. Dicho de otra forma, México era de los países que menos fortalezas mostraba en lo relativo a la recuperación económica, y de no haber contado con ayuda exterior, destacando especialmente el caso de Estados Unidos, la recuperación podría haberse postergado aún más.

Pues es importante comentar que esta contracción refleja lo que desde hace meses veníamos avisando. La recuperación era muy frágil. México, atendiendo a los condicionantes que marcaban las diferencias en la recuperación económica, estaba en clara desventaja frente a otros países. Sus recursos son muy escasos como para ofrecer una óptima respuesta fiscal; el control de la pandemia, en lo relativo a vacunación y recursos hospitalarios, situaban al país muy por debajo de otras economías homólogas, y sus debilidades ya antes de la pandemia eran lo suficientemente preocupantes, al igual que lo son en todas las economías emergentes.

Si la economía mexicana se estaba recuperando, si estaba comenzando a crecer, era por el estímulo ofrecido por el Gobierno estadounidense, que acababa transfiriéndose, en parte, a la economía mexicana. Las vías mediante las que se transmiten esos flujos de capital son muchas, y ser el mayor socio comercial de la primera economía del mundo, teniendo un 81% de tu PIB supeditado al comercio exterior, es un factor para tener muy en cuenta. Ya que, de depender de los recursos y la capacidad de México para actuar de forma unilateral, la economía mexicana podría haberlo pasado bastante peor.

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En este sentido, hablamos de un socio que ha estimulado su economía con una inyección de estímulos equivalente al 18% de su PIB. Con semejante movilización de recursos, el comercio, las remesas, así como todos los indicadores que miden esos flujos de transmisión se disparaban a máximos. Sin embargo, si atendemos a la respuesta ofrecida por el país azteca, esta no ha alcanza siquiera el 1% de su PIB. Ni en la línea de los países de América Latina se ha encontrado México en lo relativo a esta respuesta de la que hablamos, pues, lejos de ese 1% y en términos relativos, la respuesta media ofrecida por las economías emergentes de la región se ha situado en el 2,4%.

Y nada que decir en lo relativo al control del virus, pues atendiendo al ritmo de vacunación, pese a ser una de las economías más avanzadas de la región, puede observarse como este sigue siendo el insuficiente para poder reactivar la nueva normalidad y regresar a la senda de la recuperación económica. Y pese a haberlo comentado previamente de forma superficial, a todos estos riesgos y escasez en materia de recursos, se le han sumado una serie de crisis que han acabado lastrando la recuperación económica. Crisis que siguen siendo un escollo, y que frenan la recuperación en las distintas economías que integra este planeta.

En resumen, vivimos en un escenario de excepcional incertidumbre y descartar los riesgos, por minúsculos que sean, no es una opción vigente. Hoy es un susto y se prevé que la economía siga recuperándose, pero ello, como dijo el organismo multilateral (FMI), no exime a las economías de más sustos imprevistos, así como de una recuperación más frágil de lo previsto a principios de año.

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