Para sorpresa de muchos –o sólo de unos pocos si tenemos en cuenta que ya se ha convertido en una práctica recurrente del presidente de México, se pronunciaba hace escasos días para valorar la relación comercial entre España y México, a la vez que hacía alusión a una pausa en dichas relaciones. España, para el presidente, es un país que “roba a México” y que, según sus propias declaraciones, ve a la segunda economía de América Latina como una tierra por y para conquistar, por lo que las relaciones comerciales entre ambos países debían reconfigurarse.

Pese a que las palabras del mandatario no concretaban nada, es conveniente saber que hablamos de unas declaraciones que no han tardado en cruzar el ancho océano que separa a México de España, a la vez que no han sentado nada bien en la economía peninsular.

A las pocas horas de que los medios se hicieran eco de semejantes palabras, mandatarios españoles –encabezados por el ministro de exteriores– se posicionaron a la defensiva, a la vez que se mostraban extrañados por dichas afirmaciones. Pues conviene señalar que, en primer lugar, sorprende mucho que una economía como México ataque a uno de sus principales socios comerciales, como es el caso de España. Pero, en segundo lugar, sorprende por el hecho de que hablamos de una economía que supedita cerca del 80% de su PIB al sector exterior, por lo que no es muy entendible que una economía que supedita gran parte de su crecimiento a las relaciones comerciales ataque a quien es, a la luz de los datos, el principal comprador y vendedor, después de Estados Unidos.

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Y es que, antes de seguir, es muy conveniente detenernos a analizar la relación comercial que mantienen México y España para ver cuan fundamentados se encuentran estos ataques.

En esta línea, hay que decir que México es una economía muy dependiente del sector exterior. Como decíamos, el 78% de su PIB se encuentra supeditado al sector exterior y, como sabemos, precisa de ese comercio con países extranjeros para impulsar su crecimiento. No obstante, muy lejos de lo que dice el presidente, España es una de esas economías de las que más depende el país, ya que, atendiendo a los datos que se ofrecen, hablamos del país extranjero que, después de Estados Unidos, más dinero invierte y más empresas instala en México.

Para que nos hagamos una idea, hablamos de un volumen de IED aproximado de 76.000 millones de dólares, tal y como muestran los datos que publica la Secretaría de Economía para el año 2021. Con estos datos en la mano, estamos hablando de un volumen de inversión extranjera que equivale al 12% de toda la Inversión Extranjera Directa (IED) que recibe el país azteca, o al 30% de la IED que recibe México de la Unión Europea.

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En otras palabras, tenemos que saber que hablamos de casi 7.000 empresas españolas que han acometido proyectos de inversión extranjera en México, atendiendo a los datos que nos ofrece el ICEX. Asimismo, dicha inversión acometida, los proyectos desarrollados, así como toda la actividad que generan estas empresas españolas nos dejan, analizando estos datos, cerca de un millón de empleos formales, entre empleos directos e indirectos, que resaltan la importancia de lo que aquí decimos. Es decir, la importancia de quien es, nuevamente y a ojos de los analistas, el segundo socio comercial del país mexicano.

Además, si los datos de comercio que presenta México, así como la citada relación con España, no terminan de convencernos, los datos que se han obtenido a lo largo de la pandemia podrían hacerlo. Pues hablamos de una economía que se presenta como la economía más dañada de América Latina por la pandemia. Una economía que no ha sido capaz de destinar ni el 1% de su PIB para combatir la pandemia y que hoy se encuentra al borde de una recesión técnica y muy descolgada en la recuperación. Sin embargo, si hay un motor de crecimiento económico que ha funcionado, ese ha sido el sector exterior. Y si ese motor ha estado activo, se debe a unos flujos de comercio que, en el caso de Estados Unidos y España, se han intensificado.

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Por tanto, las declaraciones emitidas por AMLO y esa valoración que hace de la relación con el país peninsular no solo es una valoración y unas declaraciones infundadas, sino que, a la luz de los datos, hablamos de unas declaraciones completamente falsas. De hecho, podríamos decir que parecen más una cortina de humo a recesiones técnicas durante un mismo mandato, que una declaración de intenciones. Incluso los últimos movimientos de AMLO, en los que dice no tener nada previsto respecto a España, ni sanciones que aplicar, suscitan esa posibilidad.

En resumen, volvemos a ver a un presidente que, como si de un capricho se tratara, pone nuevamente en peligro (ya lo hizo con el T-MEC hace pocos meses) uno de los principales motores de crecimiento económico: el comercio exterior y la inversión extranjera. Sin embargo, esta vez lo hace en un escenario en el que la economía mexicana no remonta y en el que cuenta con cada vez menos motores económicos en los que apoyarse.

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