En pocos días el Banco de México deberá anunciar sus resultados del ejercicio fiscal 2020, los cuales podrían en principio tener un impacto relevante sobre las finanzas públicas. En diversos medios se ha especulado sobre los recursos que el banco central podría transferir al gobierno federal derivado del cálculo de su remanente de operación, en apego al artículo 55º de la Ley del Banco de México. Los montos propuestos fluctúan en un rango amplio, desde uno “muy pequeño o inexistente” hasta otros que alcanzan los 300 mil millones de pesos (mmp), cifra equivalente a alrededor de 1.3 puntos del PIB.

A mi juicio es prácticamente descartable que haya recursos disponibles para este efecto en 2021. El artículo referido estipula que el banco central “deberá entregar al Gobierno Federal el importe íntegro de su remanente de operación una vez constituidas las reservas previstas en esta Ley”. De existir un remanente, el entero debe hacerse a más tardar en abril del año siguiente al ejercicio fiscal que terminó. Asimismo, el artículo 53º refiere que “El Banco de México deberá, siempre que sea posible, preservar el valor real de la suma de su capital más sus reservas e incrementar dicho valor conforme aumente el producto interno bruto en términos reales”.

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Aún más puntual fue el mismo gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León, quien detalló recientemente que, una vez determinado el superávit operativo, es necesario tener en cuenta las pérdidas acumuladas en la hoja de balances, así como los niveles vigentes de capital y de reservas, lo que permite obtener el resultado integral del ejercicio. Si es superavitario, este remanente se entrega entero, conforme a la ley. De lo contrario, no hay nada que enterar.

Al tomar en consideración lo anterior, estimo que apenas alcanzaría para subsanar las pérdidas registradas hasta el cierre del ejercicio fiscal previo. Estas ascienden a 122 mmp, de acuerdo a los estados financieros del propio Banxico, y se explican principalmente por la apreciación del peso frente al dólar, que entre 2017 y 2019 fue de 2.9% promedio anual. Es cierto que ahora, dada la depreciación de 5.6% entre el 31 de diciembre de 2019 y la misma fecha de 2020, el banco central debería registrar una ganancia cambiaria, la cual calculo en alrededor de 190 mmp. A ello hay que añadir o restar otros resultados financieros y operativos que, también con base en los estados financieros recientes, deberían llevar el resultado neto del ejercicio fiscal 2020 a unos 160 mmp. Este superávit sería suficiente para amortizar las pérdidas mencionadas, si bien ya solo restarían alrededor de 38 mmp.  

Habría entonces que considerar que los déficits de años recientes se solventaron con reservas de capital, las cuales ahora que se puede y conforme a la ley, se tendrían que resarcir. Una aproximación del nivel óptimo de esta reserva se obtendría al considerar el tope que la propia Junta de Gobierno de Banxico determinó en 2016. En aquel año, luego de que entre 2014 y 2016 el peso sufriera depreciaciones anuales de dos dígitos, que derivaron en ganancias cambiarias importantes, la reserva de capital llegó a un nivel máximo de 116 mmp. Al cierre de 2019, los últimos 45 mmp que quedaban de esa reserva se utilizaron para subsanar parcialmente la pérdida de ese ejercicio fiscal, la cual fue de 167 mmp (y por ello hoy quedan todavía pérdidas que acumulan los 122 mmp).

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La reserva de revaluación de activos también se vació. La misma Ley del Banco de México permite a la Junta de Gobierno constituir reservas adicionales a la de capital en distintos casos, como cuando hay ganancias por una depreciación del peso (y ante el riesgo de que posteriormente se dé una revaluación que ocasionaría pérdidas). Fue justamente en 2016 cuando la reserva de revaluación de activos alcanzó también su nivel máximo, de 268 mmp en este caso. Pero como esta reserva constituye una primera línea de defensa para encarar un resultado deficitario, como los que vio Banxico en 2017 y 2018, después de este último ejercicio fiscal ya se habían agotado estos recursos.

Así, los montos que quedan una vez que Banxico cubre sus pérdidas acumuladas tendrían que ir en esta ocasión a fortalecer su posición de reservas y capital, como lo marca la ley. Faltaría todavía un amplio trecho para alcanzar niveles similares a los observados para estas variables hasta hace algunos años. No habrá entonces remanente de operación en las próximas semanas y las finanzas públicas —que posiblemente sí vean un beneficio este año por precios de petróleo más elevados y una recuperación económica más robusta que lo que se estimaba hasta hace unos meses— no se impactarán por esta vía.

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Adrián de la Garza es economista en jefe y director de estudios económicos de Citibanamex*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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