El cerebro humano tiene una característica maravillosa: siempre está buscando soluciones. Es lógico, la Historia de la Humanidad se trata de la forma en la que hemos enfrentado retos y hemos buscado una serie fórmulas de adaptación. La evolución nos ha hecho dejar la vida nómada y preferir la sedentaria, progresar ha sido un proceso que nos obliga a potenciar nuestras capacidades adaptativas. Ya en la Antigua Grecia se habla de que el pensamiento creativo como un don. De hecho, Aristóteles lo clasifica como un talento que da pie a la genialidad, a la figuración estética: una mímesis de la realidad.

En tiempos recientes, el desarrollo de nuevas disciplinas orientadas a comprender y desarrollar las capacidades creativas del individuo y de las organizaciones hacen evidente la importancia que tiene el tema en la actualidad. Especialmente, cuando estamos frente a un problema que se tiene que resolver, acudimos a la búsqueda de ideas que resuelvan y generen resultados positivos. De eso se trata el pensamiento creativo y la inteligencia de negocios, de tener la capacidad de ver una solución donde otros ven un problema; de dilucidar una posibilidad en lugar de un conjunto vacío.

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El tema no es nuevo, siempre ha habido personajes a lo largo de la Historia que tienen la capacidad de imaginar, Galileo, Leonardo, Tesla, Jobs y tantos otros que nos permiten gozar del mundo tal como hoy lo conocemos. De ahí han surgido los grandes inventos que transforman la realidad de todos los días. No obstante, el pensamiento creativo no puede ser eminentemente subjetivo, todo lo contrario, podemos determinarlo a través elementos objetivos, medibles y realizables. En la segunda mitad del siglo XX, J.P. Guilford se dedicó a investigar para construir el modelo de inteligencia con la finalidad de identificar las ciento cincuenta habilidades pueda indicar en nivel de inteligencia de un individuo, (ref. por Torrance, 1965:14). Este modelo plantea la estructura del intelecto en tres dimensiones y cinco habilidades: operaciones mentales, contenido o información y productos.

Podemos resumir las conclusiones de Guilford en la siguiente tabla:

Dimensiones Habilidades 
Operaciones mentalesCapacidad de prefigurar o de interpretarCogniciónDescubrimiento, consciencia, reconocimiento, entendimiento, interpretación.
  MemoriaRetención del conocimiento, almacenamiento del saber para aplicarlo a una solución.
Contenido o InformaciónCapacidad de producirProducción ConvergenteGeneración de conocimiento con un mayor grado de logro.
  Producción DivergenteGeneración de conocimiento a partir de algo ya conocido.
ProductosCapacidad de concretarEvaluaciónToma de decisiones, formulación de juicios, correcciones.
*con datos de J.P. Guilford   

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El pensamiento creativo que busca la inteligencia de negocios se puede visualizar como un método con cinco pasos eslabonados. Empezamos con la capacidad de interpretar la realidad, de detectar un problema, de entender lo que se va a abordar; el siguiente eslabón es relacionar los datos que tenemos alojados en la memoria y aplicarlo; a continuación, se presenta una disyuntiva: o se genera algo totalmente nuevo o se crea algo a partir de algo existente. Este paso es crucial: la creación puede ser algo totalmente novedoso y bien construir algo nuevo sobre cimientos viejos —mejorar—; se finaliza con la evaluación, con el juicio que valora e impulsa la toma de decisiones. No se trata de una receta infalible, es un método que impulsa el proceso creativo.

No podemos soslayar que la creatividad se puede confundir con el ingenio como una facultad con la que se nace. Es cierto, hay talentos innatos y hay gente que tiene ciertas facilidades para llevar a cabo ciertas actividades. No obstante, el objetivo de la inteligencia de negocios es generar una estrategia para desarrollar una cultura de gestión mediante el estimulo del pensamiento creativo.

La imaginación, fuente de la que abreva la creatividad, es un pozo inagotable como medio productivo de soluciones organizacionales. Esta facultad humana prefigura caminos ideales para la identificación de problemas que llevan a resolución de dificultades. No obstante, el pensamiento creativo debe ser dirigido en forma estratégica para que no se convierta en ocurrencias. La inteligencia de negocios se entiende como el ejercicio práctico de la creatividad. Partiendo de esa base, la empresa debe asegurarse de formar equipos de trabajo que forjen hábitos de mejora continua, que acepten crítica, que entiendan la integralidad y la correlación sistémica de los flujos

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Por estas razones, gestionar el proceso creativo se convierte en una de las actividades organizacionales que más importancia se le debe dar. En esta condición, el pensamiento creativo se entiende como la base de la gestión del conocimiento. La inteligencia de negocios debe ver al pensamiento creativo como un sistema que nos ayude a encontrar soluciones. Por esta razón, es muy importante que la creatividad sea vista como un elemento estratégico para las organizaciones inteligentes.

Lo importante es ver a la creatividad como un elemento valioso e indispensable en la inteligencia de negocios. La gestión creativa busca desarrollar un modelo aplicable a la organización en el que simultáneamente se impulse la innovación y la transformación que devenga en la agilidad para adaptarse a las circunstancias. Se trata de poner atención, de estar alertas, de imaginar un futuro posible mejor. La creatividad se relaciona directamente con la reflexión sobre los alcances de las ideas, las posibilidades de la imaginación, pero no se queda ahí. Se busca sustentar las propuestas con credibilidad y de concretar las ideas. Al fin y al cabo, así ha sido siempre. Así se ha conformado la Historia de la Humanidad.

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