Viendo la situación que atraviesa la economía mexicana, resulta, como poco, conveniente analizarla y ver qué está pasando para que los organismos rebajen cada vez más sus pronósticos. Pues hay que decir que las previsiones que arrojan los organismos en este nuevo contexto, entre las que podemos destacar las que ha publicado recientemente el Fondo Monetario Internacional (FMI), se han revisado sustancialmente a la baja, a la vez que otros organismos ya sitúan a la economía mexicana en una estanflación.

Al menos así lo define el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (por sus siglas, IMEF). Hace escasos días, el vicepresidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del citado organismo, Federico Rubli, señalaba que la elevada inflación a la que se encuentra sometida la economía de México, que algunos tildan como “desbocada”, sumado a un estancamiento de la economía, y que, como decíamos, va a más con el paso de los meses, nos deja un escenario que, técnicamente hablando, refleja un periodo de estanflación.

En otras palabras, estamos ante un problema muy serio.

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Atendiendo a las declaraciones del IMEF, la perspectiva para el PIB continúa siendo revisada a la baja, pasando del 1.8% al 1.7%. El Fondo Monetario Internacional (FMI), más optimista, recortó el pasado mes de abril su estimación de crecimiento económico al 2%, 0.8 puntos porcentuales menos de lo previsto en enero. La agencia calificadora Moody’s, por su parte, revisó a la baja el estimado de crecimiento para México y, de paso, advirtió que el PIB no regresará a su nivel pre pandemia hasta el año 2023 o, incluso, 2024. Por último, podríamos señalar las previsiones de Fitch o BBVA, que también se han revisado a la baja, pero sea como sea, lo importante es que se encuentran muy lejos de las estimadas por el Gobierno.

Al otro lado de la ecuación, como su propio nombre indica, nos encontramos con la inflación. En abril, la inflación anual llegó al 7,68%, su mayor nivel en dos décadas, de acuerdo con las cifras oficiales. De acuerdo con numerosos expertos en el país, la inflación se encuentra desbocada y, atendiendo a las previsiones, no se espera que esta sea tan transitoria como se esperaba. En este sentido, el IMEF, por ejemplo, modificó al alza su proyección de la inflación al cierre de este año, pasando del 5.9% al 6.8%. De la misma manera, el Banco de México refleja, por ejemplo, que los especialistas del sector privado anticipan una inflación anual de 6.67% para este año, habiendo realizado nueve revisiones mensuales al alza, desde el 3.70% previsto en julio del 2021.

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Para resolver el primer problema, el de crecimiento económico, el Gobierno se encuentra ante la necesidad de estimular la economía, y para ello, como ha ocurrido en el resto de economías en el mundo, los distintos Gobiernos han recurrido a los clásicos estímulos, con políticas expansivas que han permitido la reactivación de la demanda. En el caso de México, los recursos escasean hasta el punto de que hablamos de la economía que menor respuesta ha ofrecido en lo que a estos estímulos se refiere. Y con todo, podríamos decir que ha podido contagiarse de una respuesta norteamericana que no encuentra rival.

Sin embargo, debemos saber que estamos ante un periodo de estanflación, es decir, de inflación con estancamiento, por lo que combatir el estancamiento con estímulos puede alimentar el crecimiento, pero, con ello, la inflación se sigue alimentando y los precios siguen subiendo. Al haber una mayor demanda por los estímulos, y teniendo en cuenta que hablamos de un claro shock de oferta, la inflación sigue alimentándose, y esos estímulos que alimentan el crecimiento, alimentan la inflación en tanto en cuanto se estimula la actividad económica. En otras palabras, las recetas que se utilizan para combatir el estancamiento, precisamente, alimentan la inflación, y las utilizadas para combatir la inflación, como es de esperar, matan el crecimiento y retrasan, aun más, la recuperación.

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Como podemos observar, no mentía cuando hablo de que estamos ante un serio problema si México se mete de lleno en un periodo de estanflación. Pues, aunque no considero que en estos momentos se encuentre en el, sí que hablamos de un problema muy difícil de combatir y del que es muy difícil salir.

En estos momentos, las decisiones adoptadas por el Banco de México han sido aumentar la tasa de interés de referencia en 50 puntos básicos para alcanzar un 7%. El octavo aumento consecutivo ante el empeoramiento de los pronósticos de inflación. Sin embargo, el incremento de la tasa de interés y, por ende, la consecuente restricción al crédito ataca de lleno, como decíamos líneas más arriba, a un crecimiento muy débil y que, como muestran los pronósticos anteriormente citados, se alejan sustancialmente de las cifras que veíamos hace escasos meses. En otras palabras, se espera poco de las decisiones, a la vez que se espera un mayor estancamiento por la problemática.

Veremos como acaba finalmente todo, pero desde luego, la clase política tiene mucho trabajo por delante.

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