Por Alejandro Valdez

“Problemas económicos y opresión, gente que no está lista para trabajar con un actor sordo. Espero que Hollywood haya aprendido a tener paciencia, porque yo he sido paciente tratando de trabajar con personas oyentes a lo largo de los años”, éstas fueron las palabras de Troy Kotsur, ganador del Oscar como Actor de Reparto por su actuación en la cinta CODA, también premiada como Mejor Película en la pasada ceremonia de los Oscars, en entrevista para The New York Times.

El Premio Oscar, otorgado hace unos meses, me hizo reflexionar acerca de las comunidades sordas e hipoacúsicas, que forman parte de las discapacidades invisibles (no son evidentes a simple vista), y, por ende, a revisar ¿qué tan inclusivo es México en el ámbito laboral con estos grupos?, ¿qué cargos ocupan en los organigramas?, ¿qué limitantes y retos enfrentan? y ¿cómo podemos ayudarlos?

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En mis más de 18 años que tengo en el mundo de la tecnología auditiva, me he dado cuenta de los múltiples prejuicios que existen, en general, hacia estas comunidades. Se piensa que por no oír u oír parcialmente, no son capaces de realizar las tareas que se les encomiendan, pero, más bien la pregunta es, ¿qué tanto nos ocupamos en adecuar las tareas y espacios a sus necesidades?

Hace unos meses conocí a una chica con pérdida auditiva, que simplemente para cursar su carrera de Animación tuvo que recorrer tres escuelas, porque la educación se imparte de la misma forma para todos, tanto para los normoyentes, como para quienes padecen del sentido del oído; y aunque existen algunas instituciones especializadas, el costo no siempre es accesible para todos.

Pues lo mismo ocurre en el ámbito laboral, para que una persona con discapacidad auditiva pueda ser contratada en una empresa, deberá demostrar por sí misma, que más que un desafío, será un elemento que contribuya a los objetivos y éxito de la organización; porque lo puede ser y superar por mucho las expectativas, pero siempre y cuando se le brinde la oportunidad y las herramientas.

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El panorama está cambiando, quizá no al ritmo que quisiéramos, pero avanza. De hecho, actualmente existen plataformas de empleo enfocadas en personas con hipoacusia, que les ayudan a encontrar una oportunidad laboral; también existen sitios web con un apartado de ofertas de empleo para aquellas que sufren de una deficiencia auditiva. Las oportunidades están creciendo.

Y ejemplifico: en una de las tantas vueltas que doy al supermercado, me llamó la atención ver a una joven con un gafete de la tienda con su nombre y la leyenda ‘Soy sorda, pero puedo ayudarte, escríbeme qué necesitas’, y tenía una libreta con un lápiz colgando de su gafete, me sorprendió ver la manera tan sencilla en que la empresa impulsó la inclusión. Es cosa de querer, ser empáticos y echar las propuestas a andar.

Contratar personas con discapacidad auditiva no debería ser un desafío para las organizaciones, así como tampoco lo debería ser aprender lengua de señas, una de las vías de comunicación más utilizadas por la comunidad, pero lo siguen siendo y ambas requieren esfuerzos y algo de inversión, porque dependiendo del giro, algunas tendrán que adecuar sus espacios e implementar tecnologías y herramientas para que los empleados con pérdida de audición puedan interactuar efectivamente.

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¿Mucho trabajo? Puede ser, pero la recompensa en lealtad y eficiencia de todos los empleados lo vale.

Por último, me gustaría destacar que, aunque las empresas hagan su parte, es muy importante que la persona que padece discapacidad auditiva no se muestre inseguro, desmotivado o prejuicioso consigo mismo, porque no va a saber aprovechar las oportunidades laborales que se le presenten, así sea la mejor o la más remunerada.

Si algún día te sientes así, recuerda a Troy Kotsur, el actor del que hablé al principio, y verás que lo puedes conseguir.

De acuerdo con el INEGI en su Censo del 2020, en el rubro de discapacidad existen 20 millones 838 mil 108 personas, que representa el 16.5% de la población de México, y de éstas, 5,104,664 padecen pérdida de audición, es decir, 4% de la población total mexicana.

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Alejandro Valdez, director de Starkey México*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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