“El que se ríe se lleva y el que se lleva, se aguanta”

Dicho popular mexicano

Bromear, a menudo, se considera como una forma cordial de desahogarse y reducir las tensiones laborales al tiempo que mejora la relación amistosa entre los compañeros de trabajo. No obstante, es un juego peligroso en el que no todos saben participar y que se convierte en una práctica riesgosa. Además, el terreno profesional es un ámbito serio.  El lío se origina cuando bromear puede ser cualquier cosa, incluyendo jugar, correr, agarrar, competir, lanzar objetos y tantas otras cosas que pueden rayar el la falta de respeto y la ofensa. El incidente protagonizado por Chris Rock y Will Smith es el mejor ejemplo de por qué el mundo profesional no es un lugar para bromear.

Todo lo que hicieron mal Rock y Smith la noche de la entrega 94 de los premios de la Academia manchó lo que debió ser la noche en la que se premia lo mejor del cine en Hollywood a lo largo de un año. El incidente provocó que se hablara del bofetón y no del trabajo y el esfuerzo de nominados y ganadores. Las opiniones pueden oscilar para ir al lado de cada uno de los actores involucrados. Lo cierto es que, desde una perspectiva objetiva, ahí todos perdieron y nadie ganó. Más allá del golpazo que recibió uno, de la sangre caliente del otro: el hecho fue una transgresión de los límites del comportamiento profesional y la entrega de los Oscars dejó de ser una gala de premiación para transformarse en una expresión en el que los golpes ganaron sobre las ideas. No hay ganadores.

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No hay nada bueno que se pueda obtener de este acontecimiento. Hablaron los puños que se impusieron por sobre las ideas y la creación artística. Además de los involucrados, hubo más afectaciones: se perdió la conversación sobre lo verdaderamente importante y nos quedamos con un regusto del nivel de encono en el que vive el mundo. ¿Qué necesidad? El arte está por encima de burlas vulgares y de reacciones agresivas. En la confusión que se provocó, parecía que los actores estaban en una azotea de barrio dirimiendo sus asuntos. Propios y extraños nos quedamos con un palmo de narices. Es lamentable. El público merece un respeto que ayer se vio vulnerado.

Las razones por las que el mundo profesional no es el lugar para andar vacilando es que se corren muchos riesgos que no traerán ningún tipo de beneficios. Lo que comienza como diversión inofensiva podría terminar teniendo consecuencias desastrosas, como sucedió con la broma que Chris Rock hizo sobre la esposa de Will Smith —como si Jada Pinkett-Smith no tuviera medios para defenderse y necesitara a un paladín que la defendiera—. Una broma es una maniobra, trampa o truco que se le hace a alguien a propósito para ridiculizar, engañar y en ocasiones graves hasta victimizar, normalmente por humor, por el gusto de reírse a costa de alguien.  Una persona que es blanco de bromas sufre tanto física como emocionalmente. Además, vacilar en el trabajo hace que todos se distraigan. En lugar de centrarse en su trabajo, los empleados están más concentrados en descubrir la próxima broma y protegerse de ella. Las personas que bromean no solo se causan lesiones a sí mismas, sino también a quienes las rodean. Sobre todo, crea un ambiente de trabajo inseguro que es propenso a lesiones. Puede detonar prácticas abusivas (bullying).

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No se trata de que el terreno profesional se convierta en el espacio en el que todos estamos con máscaras de cera. Pero, las bromas y chistes pesados en el lugar de trabajo crean riesgos que podrían evitarse fácilmente. Los peligros causados por bromas pueden originar lesiones —pregúntenle a Chris Rock—que podrían haberse evitado fácilmente. ¿Cómo se evitan? Simplemente, al no participar en ellas.

Claro está que muchos participan por pertenecer, por no quedarse fuera del grupo, por ser un miembro relevante en el equipo, o porque se permiten —como fue el caso de la ceremonia de la Academia—. Es necesario decir que esa no es una buena estrategia.

Las bromas pueden seguir diversos caminos jerárquicos: de un subordinado a su jefe, entre pares y de un superior a un integrante de su equipo de trabajo. Por lo tanto, es muy pertinente considerar cuál es la posición en la que nos encontramos antes de caer en la tentación de bromear o de burlarnos de alguien. Antes de intentar una broma, lo más inteligente es asegurarse de recordar estos consejos útiles:

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  1. Cuestionarnos si nuestro chiste puede lastimar a alguien, ya sea física o emocionalmente.  Hay que ver más allá del humor y considerar los peligros involucrados. Si e análisis presenta una posibilidad mínima de lastimar a otros, no hay que intentarlo.
  2. No hay que bromear con un recién llegado: antes de lanzar chiste sobre una persona, necesitamos asegurarnos de conocer bien a la persona. Es vital ser capaz de juzgar en toda la dimensión esta respuesta. No caigamos en el hábito de arrinconar a un nuevo empleado.
  3. No hay que elegir a una persona sólo porque es un blanco fácil. Cuando lo hacemos, las bromas se convierten en intimidación. Mucho menos podemos reírnos de defectos físicos, discapacidades, diferencias, preferencias.
  4. Evitar a toda costa las bromas pesadas esto nos lleva a cruzar la línea, lo que lleva a prácticas peligrosas o irrespetuosas.
  5. Limitar las bromas, hacerlas después del horario de trabajo y fuera del lugar de trabajo. De esta manera, se reduce el riesgo de terminar el trabajo.
  6. No ser persona para iniciar o incluso sugerir la broma. Además, no permitir que la compulsión social y la presión de grupo nos persuadan a participar en la broma. Sobre todo, cuando notemos un peligro potencial.
  7. Ante todo, no se trata de ser un soplón, pero en ciertas circunstancias es mejor de informarlo al superior que pueda tomar cartas en el asunto y parar las cosas antes de que lleguen a un nivel no deseado.

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Para los jefes, la tentación por ser una figura de autoridad bondadosa, accesible y buena puede ser muy grande. Algunos pueden creer que es una buena forma para construir un buen ambiente de trabajo y relajar la tensión del día a día y hacer bromas. Pero, si los empleados se ponen en riesgo, los jefes corren uno más grande. Por lo tanto, hay que estar atentos y ser claros.

  1. Describir las políticas burlas y abusos en el lugar de trabajo en el Manual del empleado: la mejor manera de evitar bromas y burlas en el trabajo es aplicando reglas estrictas. Si va en contra de la política de la empresa, entonces es probable que los empleados no lo intenten.
  2. Asegurarse de que los empleados que infrinjan esta regla estén sujetos a las medidas disciplinarias apropiadas. Y, ser consistente con esta acción disciplinaria para que los empleados sean conscientes de las consecuencias.
  3. Capacitar a los empleados: la forma más efectiva de prevenir lesiones en el lugar de trabajo debido bromas, burlas o bullying es dar a sus empleados la formación adecuada. Cuando son conscientes de las consecuencias desastrosas, no es probable que se entreguen a ello.
  4. Políticas claras, traen comportamientos deseados. Algo así como reglas básicas
    • No inicies bromas, burlas o bullying
    • No lo animes riendo o incitando
    • No caigas en la presión de grupo de participar en él
    • No lo ignores cuando veas que sucede
    • Sobretodo, pase lo que pase, no reacciones con los puños ni en forma agresiva.

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Es imprescindible recordar, que los chistes son peligrosos para quien anda de bromista como para los demás. Incluso si no sufre una lesión, involucrarse en tales actividades podría invitar a una acción disciplinaria y, a veces, incluso a la terminación del trabajo. El ámbito profesional sigue criterios, códigos y normas, La principal es la de privilegiar el uso del cerebro y eso es algo que siempre debemos tener en cuenta. No vale la pena perder la cabeza, hay que usarla. Ni Chris Rock ni Will Smith la usaron y dieron un espectáculo lamentable que les mancha su trayectoria profesional.

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