Los fundamentos de la responsabilidad corporativa, el rol ambiental y el desarrollo sustentable de los negocios provienen del reputado emprendedor y pensador ambiental, John Elkington (1949), quien desde comienzos de los 90’s desarrolló un concepto que hoy es clave para cualquier empresa o emprendimiento: el Triple Impacto. 

Este modelo económico, pone en un mismo nivel a lo social, lo medioambiental y lo financiero; en el primer punto no solo considera la creación de puestos de trabajo sino de responder a la solución de problemas en el entorno en el que se desarrolla la empresa, asimismo, adopta prácticas como la igualdad e inclusión en los espacios laborales con la contratación, por ejemplo, de grupos vulnerables, así como remuneraciones más allá del salario y horarios que le permitan a los colaboradores disfrutar de su familia y mejorar su calidad de vida. 

En cuanto a la responsabilidad ambiental, se preocupan por tener como prioridad la reducción, reutilización y reciclaje de los elementos y claro, la incorporación de energías renovables en el funcionamiento de la empresa y que estos mismos parámetros sean considerados por sus proveedores.

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En el último punto las organizaciones tienen como prioridad el crecimiento económico circular para fortalecer a los suministradores locales y crecer de forma armónica, sostenible y sana. Con un modelo de Triple Impacto, la rentabilidad es consecuencia directa de las buenas prácticas sustentables.

De esta manera, las corporaciones basadas en el triple impacto redefinen la noción de éxito y establecen nuevas metas a largo plazo ya que precisan una reflexión constante sobre su papel en el presente y para el futuro.

Es por ello que muchas se aferran a disyuntivas y necesidades contemporáneas para proponer soluciones con sentido, porque aceleran las transformaciones que se alertan en distintos continentes. En nuestro caso, la desigualdad en América Latina, tan presente como la sombra.

Según la ONU, alcanzamos los mayores índices de pobreza extrema de los últimos 20 años, registrándose en un 12.5% de la población total; unas 78 millones de personas. Sin duda que la pandemia fue un factor gravitante en la última década, al desnudar nuestras carencias basales, pero el organismo internacional también subrayó las brechas estructurales, la falta de apoyo regional y la resolución tardía de las crisis. Y si bien desde las Naciones Unidas reconocen que la desigualdad ha decrecido entre los países, existe evidencia de que esta disminución habría sido más rápida y contundente sin la presencia del calentamiento global, otro de los grandes dilemas de nuestro tiempo.

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Un reciente estudio publicado en la Proceedings of the National Academy of Sciences, titulado El calentamiento global ha aumentado la desigualdad económica global (2021), midió el efecto que tuvo el aumento de casi un grado Celsius de la temperatura del planeta, estableciendo que las naciones pobres lo fueron aún más por el cambio climático. Solo por esta variación, desde 1960, los ingresos per cápita se vieron disminuidos entre un 17 y un 30%.  

La investigación, a cargo del climatólogo Noah Diffenbaugh y el economista de la Universidad de Stanford, Marshall Burke, analizó más de 20 modelos climáticos, concluyendo que los países más cercanos al ecuador suelen ser los más afectados, ya que un incremento de la temperatura puede devastar la conservación de un entorno seguro, la proliferación de empleos, la salud y calidad de vida.

Cifras como las anteriores posicionan al triple impacto como un paradigma más allá de la mera rentabilidad. “Se trata de cambiar las prioridades, los incentivos y el comportamiento, la estrategia y el modelo de negocio, todo al mismo tiempo, preservando la identidad de la empresa”, dijo Elkington en 2014. La vida moderna y los negocios son primordiales para el desarrollo, necesitamos actuar ya, y que nuestra misión sea plantear cada negocio y empresa en base al Triple Impacto, generando riqueza, cuidando el medioambiente e impactando positivamente en las personas y la sociedad.

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Ignacio Parada da Fonseca, CEO de Bioelements*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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