Han corrido mares de tinta sobre el liderazgo. La figura del líder tiene un papel central en nuestras vidas, ya que ninguno de nosotros puede salir intacto –positiva o negativamente– ante la presencia o ausencia de un líder en la familia, la empresa, o en la política.

Ni qué decir de la relevancia del líder en tiempos como los que corren, en los que enfrentamos cambios simultáneos en las distintas esferas en las que interactuamos: la crisis sanitaria, la inestabilidad económica, tensiones políticas, pero también enfrentamos la inseguridad, la corrupción, el cambio climático, la violencia contra las mujeres, por mencionar algunos de los retos del tiempo presente. No en vano se ha acuñado el término VUCA –por sus siglas en inglés– para adjetivar el mundo en el que vivimos, caracterizado por la Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad.

Nos enfrentamos a retos complejos, en los que no hay claridad sobre quién debe solucionarlos. Es un momento que demanda referentes claros, mujeres y hombres capaces de dirigir, que requiere liderazgo, sin embargo ¿es el liderazgo un concepto estático o inequívoco? o ¿hablamos de lo mismo cuando nos referimos al liderazgo de Churchill, Steve Jobs o el de Jacinda Ardern?

La respuesta es ambivalente. Podemos decir que sí hablamos de lo mismo, en la medida en la que el líder es siempre un referente, un arquetipo o modelo a seguir que nos permite encontrar parámetros de acción en un contexto determinado. Al mismo tiempo debemos de decir lo obvio, y tratar de explicitar sus razones: no es el mismo liderazgo el que encontramos en uno y otro de los personajes que hemos nombrado.

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El ejercicio del liderazgo se encuentra situado en un contexto determinado, en unas circunstancias específicas que son las que demandan la decisión y acción del líder. Este contexto resulta un “caldo de cultivo” para el desarrollo de un determinado tipo de liderazgo. En este sentido podemos hablar, siguiendo a Rosbeth Most Kanter, de tres grandes tipos de liderazgo: (1) En un primer momento, el liderazgo se encontraba en la figura de los “grandes hombres” –mayoritariamente varones–. Monarcas, generales, presidentes y primeros ministros, Churchill es un buen rostro para ilustrar esta etapa. El ejercicio del liderazgo se ve marcado por el “arte de la guerra”; (2) el liderazgo cambió a un contexto marcado por la innovación, las grandes historias de éxito, de ejecutivos o emprendedores, el escenario cambia a garajes de Palo Alto. Queda atrás el arte de la guerra como leitmotiv del líder, dando paso al business-building.

El contexto y los escenarios han cambiado. Los retos son cada vez más complejos, de mayores dimensiones y alcances, ¿a quién le corresponde resolver el cambio climático? ¿o qué líder es capaz de resolver la violencia, la desigualdad, o una pandemia? Es precisamente ante estos retos que se hace necesario pensar en un nuevo tipo de liderazgo. No se trata de inventar el hilo negro, se trata del advanced leadership.

El liderazgo avanzado busca pensar “más allá del edificio”, ver que, ante problemas complejos y multifactoriales, la solución debe ser igualmente multifactorial. Comparto cinco de las características de este liderazgo:

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  1. Detectar las necesidades y oportunidades. Se trata de sintonizar con el ambiente, creer que las cosas pueden ser mejores de lo que son, acompañado de un sentimiento de profundo descontento por no serlo, por la injusticia   –indignación–.
  2. Pensamiento caleidoscópico. Este tipo de liderazgo implica identificar a los aliados más deseables entre una multiplicidad de partes interesadas, que a veces son competidores o que suelen encontrarse muy lejos de nuestro “edificio”. Los distintos tipos de vista, incluso aquellos que consideramos opuestos, se vuelven en un recurso indispensable para aproximarse a la solución de los problemas.
  3. Establecer el tema. Tener la capacidad de comunicar con claridad una visión inspiradora y realista.
  4. Dominar los “desiertos” intermedios. Tener consciencia que ante problemas complejos no existen soluciones fáciles ni de respuestas al primer intento. Requiere paciencia –capacidad de resistir la adversidad– y perseverancia ­­–capacidad de seguir avanzando más allá de los obstáculos–.
  5. Celebrar los logros. Ser capaz de celebrar cada paso, de disfrutar los oasis intermedios, para seguir ante la meta que nos hemos planteado.

En definitiva, el liderazgo avanzado parte de la certeza de que el mundo no va a mejorar por sí solo, sino que hacer del mundo un lugar mejor exige más y mejores líderes, nos exige no solamente hacer más sino ser más.

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Alejandro Salcedo-Romo, Profesor del área de Factor Humano de IPADE Business School.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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