En los últimos días se ha publicado el dato del producto interior bruto (PIB) mexicano, el cual mide el comportamiento de dicha economía durante el penúltimo trimestre del año. En lo que respecta a este, los datos que muestra el INEGI sobre dicho PIB para el tercer trimestre muestran esa recuperación a la que hacíamos alusión, y que, dicho sea de paso, tanto precisa la economía mexicana. En este sentido, hablamos de que se cumple lo comentado en otros análisis, donde mencionábamos que la contracción de la economía mexicana había tocado “suelo” y, por consiguiente, no profundizaría en un mayor deterioro. Sin embargo, todo ello, teniendo en cuenta que hablamos de una reactivación de la economía, en un escenario en el que el segundo trimestre cerraba con una contracción de dimensiones históricas.

Así pues, los datos que arroja el organismo sobre el producto interior bruto muestran un crecimiento bastante abultado durante el tercer trimestre, motivado por esa reactivación de la actividad económica, en adición a esa caída durante el segundo trimestre a la que hacíamos mención. Una contracción que llevó a dicha economía a contraerse un -17%, situándose en la serie histórica como la mayor caída registrada por el PIB azteca desde el año 1993; año en el que comienza a medirse el PIB en el país. En este sentido, una caída que no encuentra precedentes, y que se sitúa como la mayor caída registrada en la historia del país.

Utilizando dicha metodología, al contrastarse el crecimiento con el trimestre anterior, la recuperación nos deja un dato de crecimiento bastante resaltable y optimista; pues, con un crecimiento del 12,1%, poco puede pasarse por alto. Sin embargo, si esta cifra la contrastamos con el mismo trimestre del año anterior, que es como debemos analizar las cifras en situaciones como la actual, estamos hablando de un crecimiento del 8,6%; crecimiento que, si bien es bueno, no refleja ese optimismo, a mi juicio exacerbado, que sí mostraba el contraste intertrimestral. Un motivo para ser optimistas, pero también prudentes en la estrategia llevada a cabo.

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Por tanto, si tuviésemos que evaluar la recuperación de la economía mexicana, en lo que respecta a su nivel de partida en esta crisis, estaríamos hablando de que dicha economía ha recuperado cerca del 60% de la caída registrada durante el trimestre anterior. En este sentido, la economía ha comenzado a recuperarse, pero lo hace a un ritmo inferior que el que mostraba la caída en el trimestre pasado. La recuperación de sectores como la industria, la construcción, entre otros, ha favorecido esa reactivación económica. No obstante, la persistencia del virus, en un escenario en el que la vacuna sigue siendo una incógnita -cada vez más despejada, pero una incógnita-, sigue dañando la reapertura total de la economía.

Y es que, pese a que la economía comienza a mostrar un mejor comportamiento, ninguna economía se muestra exenta de riesgos. Los informes que publicaba el Fondo Monetario Internacional (FMI), y que, de la misma forma que mostraban las perspectivas para la economía mundial, mostraban dichos riesgos, avisaban sobre la necesidad de contemplar todos los escenarios posibles; teniendo en cuenta que, además, hablamos de unos riesgos que ya comienzan a materializarse en muchos territorios. Pues, en un escenario en el que los rebrotes y las nuevas oleadas siguen sucediéndose, aquellas economías que, como México, presentan alta dependencia de sectores afectados por la pandemia, de la misma forma, podrían acusar más intensamente los efectos de una nueva oleada.

Una hipótesis que, precisamente, concuerda con la que ofrece la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). De acuerdo con el organismo multilateral, hablamos de que México, junto a España, son países que presentan muchos riesgos en su recuperación. El organismo, para ello, avisó sobre los riesgos de ambas economías, en un escenario en el que su análisis concluía con México y España como las economías más potencialmente afectadas por su dependencia de sectores severamente dañados por la pandemia. Sectores que solamente recuperarán su nivel previo cuando el virus pase a ser un elemento del pasado, y no del presente.

En esta línea, estamos haciendo referencia a ese escenario que definían algunos economistas de la revista The Economist, donde afirmaban el nacimiento de un nuevo tipo de economía: “la economía del 90%”. En otras palabras, una nueva economía que a lo único que está haciendo referencia es a esto que comentamos. Es decir, la imposibilidad de abrir completamente la economía, por la dependencia de sectores que, teniendo gran representación en las distintas estructuras económicas de determinados países, no pueden operar en un escenario de convivencia con el virus. Una situación a la que otros definían como recuperación asimétrica, o recuperación en forma de “K”.

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Y es que, en resumen, estamos hablando de un mejor comportamiento de la economía mexicana, pero que no debería llevar a los mandatarios a una autocomplacencia que, de la misma forma que relaja la situación para la ciudadanía, pone en riesgo el futuro económico del país. México es una economía que venía de una contracción económica, y precisa recuperar su dinamismo para salir adelante. Un dinamismo que solo alcanzará su nivel óptimo cuando el virus quede controlado, y la reapertura de la economía permita, a sectores como el terciario, abrir las puertas; eso sí, al mismo nivel que lo hacen el resto de los sectores.

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