Nadie puede imaginarse el dolor ni la impotencia de una voz ignorada ante una denuncia que no significa nada  en un país en el que las expresiones ciudadanas son provocación, y actualmente, una afrenta opositora al régimen en el poder.

La normalización de la violencia se ha institucionalizado hoy más que nunca, en el México de la 4t se normaliza y ejerce la violencia, también desde el púlpito presidencial.

Las imposiciones, las contradicciones y la falta de un diálogo abierto con la población civil sólo agrava el problema de fondo. Y es que en México seguimos sin entender que la violencia no es normal, es inaceptable, simplemente intolerable. Venga de donde venga.

México es uno de los países más inseguros del mundo para ser mujer. Y en el marco de la pandemia, en el último año los casos de violencia contra la mujer y el aumento en los feminicidios sólo exponen su forma más ancestral, aquella que se ejerce desde una posición de poder.

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El eco de la voz de las mujeres mexicanas que hoy resuena en los espacios públicos nos ha dado el pulso de un país en el que 8 de cada 10 mujeres hemos sufrido al menos un episodio de violencia a lo largo de nuestra vida y en el que vemos día con día que no aumentan las garantías necesarias para nuestra defensa y protección. El pulso de un país en el que nos dicen repetidamente que todo está bien, cuando a todas luces sabemos que no es así y en el que hoy, la autoridad no está reivindicada, ni revalorada y mucho menos restaurada, la autoridad es juez y parte, es cómplice.

La violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más graves, extendidas, arraigadas. Las mujeres y las niñas sufrimos diferentes tipos de violencia en todos los ámbitos de la vida: en el hogar, en el espacio público, en la escuela, en el trabajo, en el ciberespacio, en la comunidad, en la política, en las instituciones, etc.

En México, a las mujeres nos están matando, nos están violando y nos están ignorando. El 41.3% de las mujeres ha sido víctima de violencia sexual y, en su forma más extrema, 9 mujeres son asesinadas al día. ¿Tiene esto la cara de complot opositor? Yo creo que no.

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En la actual situación del Estado mexicano, la voz de las mujeres no solo debe ser escuchada y atendida, debe ser preservada como detonante de un verdadero cambio, ese que no es político ni económico, sino ideológico, de comportamiento y de reaprendizaje de patrones que garanticen la seguridad y el verdadero desarrollo de niñas y mujeres.

#Rompaelpactopresidente no es sólo hashtag de consenso en las redes sociales, es también el llamado horrorizado por la deshumanización de un gobierno al que no le importa mentir, proteger delincuentes y postular violadores.

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