Múltiples conjeturas se pueden hacer alrededor de la determinación del Senado de prolongar por dos años la gestión de Arturo Zaldívar como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Me detengo tan solo en lo que respecta a la independencia y el equilibrio de poderes.

Algo es evidente, se está violando una muy clara disposición constitucional que señala dos cosas: Los 11 ministros eligen cada cuatro años quien los encabezará y no hay relección inmediata.

El artículo transitorio que la mayoría senatorial aprobó despoja al Pleno de la Corte de la facultad de gobernarse a sí mismos y cancela las deliberaciones y ponderaciones sobre la gestión misma de la administración.

Expertos, magistrados, jueces e inclusive la Corte Interamericana de Derechos Humanos  han señalado que la Cámara de Diputados debe corregir la plana a los senadores,  ya que existe el riesgo de que de todas formas se apruebe, porque el presidente de la República ha dicho que “ve bien la reforma y que le tiene confianza al ministro Zaldívar”.

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Es un momento de definiciones para los ministros y ministras, ya que estarán en la disyuntiva de someterse ante otro poder o de actuar con independencia. No hay coartadas posibles, es sí o no a esa reforma. Más vale que reaccionen pronto, porque las presiones, lejos de disminuir, irán en aumento.

El 2 de enero de 2019, en el discurso de bienvenida a uno de sus nuevos integrantes, quien en ese momento fungía como presidenta en funciones de la Suprema Corte, porque terminaba el periodo de Luis María Aguilar Morales, Margarita Luna Ramos le dijo a Juan Luis González Alcántara-Carrancá:

“La toga enaltece a quien la porta y afirma su elevado oficio, pues es bajo este augusto símbolo que yace impenetrable la convicción del juzgador, envuelve la solemnidad de los fines a los que se consagra, investido del poder del Estado para impartir justicia y cumplir con la función constitucional encomendada.”

Y señaló algo fundamental al precisar que el máximo tribunal del país es una “institución llamada a ser fiel de la balanza, punto de equilibrio entre los poderes, en una armoniosa estructura de pesos y contra pesos, principio fundamental de nuestra Ley Suprema, labrado por la doctrina constitucional a lo largo de los siglos para prevalecer en los países libres y democráticos”.

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Ese mismo día, unas horas después, sería electo el ministro Arturo Zaldívar como presidente de la Suprema Corte en una votación en la que obtuvo siete votos, ya que los otros cuatro se dividieron, en partes iguales, entre Jorge Mario Pardo Rebolledo y Alfonso Gutiérrez Ortiz Mena.

La opción de Zaldívar se fue decantando desde el triunfo electoral de López Obrador en julio del 2018. Los ministros creyeron que  la figura de un juez constitucional bien visto en Palacio Nacional les ahorraría disgustos y problemas. Estaban equivocados, porque la ofensiva contra los jueces es más profunda de lo que pereciera a simple vista.

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