Todos conocemos ejemplos que demuestran nuestra capacidad de reunirnos para solucionar distintos asuntos. De convocarnos, conformar comunidades y entender que todos juntos somos más decisivos que unos pocos a la hora de cumplir objetivos. Sin embargo, no recuerdo otro compromiso medioambiental más potente y a largo plazo como el que tomó un grupo de empresas internacionales frente a la ONU, el cual aboga por reducir la producción y el uso de plástico virgen en todo el mundo.

A finales de enero, más de 70 empresas e instituciones financieras solicitaron un tratado jurídicamente vinculante sobre la contaminación producida por este tipo de materiales. Lo hicieron con una declaración previa a la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA), el programa con que la ONU proporciona liderazgo y acciones intergubernamentales a favor del medioambiente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y su Agenda 2030. La misiva constata la gravedad de la crisis, la necesidad de solventar la problemática desde su raíz y la alineación requerida para generar una economía circular con este tipo de elementos.

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No hablamos de un hito menor, primero, por lo inédito. Es la primera vez que protagonistas de distintas industrias empujan por una política en común, reconociendo la urgencia de la situación y el aporte que pueden hacer ante el apremio. Otro punto fundamental es el momento en que llega, a pocos meses de la UNEA 5.2. El encuentro de los Estados miembros en la organización, que busca establecer tratados que sean cruciales para detener el actual contexto producido por el material derivado del petróleo.

Aunque no se queda en eso, pues hay otras líneas interesantes de esta propuesta empresarial, como declarar la contaminación plástica como una competencia transfronteriza; que la respuesta aconsejada sea holística, coordinada y acorde al problema desde su origen; detener la fuga de plástico y relevar los impactos sociales y económicos positivos que podría generar dicha acción. 

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La declaración también insta a los miembros de la ONU a fomentar un punto de encuentro capaz de generar los cambios requeridos. Lo denominan como una “Mesa Intergubernamental de Negociación” e incluye políticas upstream y downstream, la alineación de gobiernos, empresas y sociedad civil entorno a las causas de la contaminación, al igual que de fomentar estructuras de gobernanza sólidas, con el fin de facilitar infraestructura, innovación y capacidades necesarias para vencer al que seguro será recordado como el gran mal del Siglo XXI.

Este tipo de acciones son necesarias para girar el timón y encontrar una ruta que nos lleve a un medioambiente más sano y cómodo. No obstante, para llegar a buen puerto es necesario que estos acuerdos se sostengan en acciones que vayan más allá de no usar plástico. Hay que encontrar soluciones más amigables con el entorno y que generen un estilo de vida sustentable, donde lo biodegradable y el reciclaje sean los motores de la nave. No basta con retirar elementos del camino, porque si no es el plástico pronto será el papel, y si no éste, seguro será otro el material que predomine en el paisaje contaminante.

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Contacto:

Ignacio Parada da Fonseca, CEO de Bioelements*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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