El día de las elecciones estaba muy contenta, fui a votar por primera vez con mis hijos, aunque aún no entienden mucho, les expliqué lo que íbamos a hacer y porque era importante votar.

Estaba motivada de ver amigas y amigos que rara vez se interesan por la política investigando y organizándose para votar. Me emocionó ver a tanta gente subiendo con orgullo las fotos de sus dedos a todas las redes sociales, así como leer tantos mensajes de agradecimiento a funcionarios de casilla y tantos mensajes de defensa al INE.

En la mañana del 7 de junio me dio gusto ver voto cruzado en los estados, a una ciudadanía que optó por no darle el poder absoluto a un solo partido y a una sola persona. Los mexicanos con nuestro voto nos hicimos oír, hoy no damos más cheques en blanco.

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Estaba muy contenta pensando en cómo habíamos madurado como país. Por supuesto, también leyendo las reacciones de los políticos y pensando cómo en ninguno de los dos “bandos” habían entendido nada. La oposición soberbia pensando que estaban de regreso con la misma fuerza de antes, el oficialismo aventando culpas con cero autocrítica.

En medio de todos estos pensamientos me empiezan a llegar varios memes, entre ellos, del mapa de la Ciudad de México. En un primer momento no podía creer que quien me lo mandaba le hubiera causado gracia y me sentí ofendida de que pensara que me causaría gracia, pero mayor fue mi sorpresa cuando empecé a ver circular no solo uno, sino varios memes con el mismo tono.

Ya antes de las elecciones había platicado largo y tendido de cómo nos cuesta entender que a pesar de todo lo que ha hecho el presidente: el manejo de la pandemia, sus ataques al INE y los organismos autónomos, a las organizaciones de la sociedad civil, el militarismo, las ofensas a víctimas, los ataques a los grupos feministas, sus políticas conservadoras y un larguísimo etcétera, siguiera teniendo esos niveles de popularidad, sorprendía que las encuestas seguían marcando que obtendrían la mayor parte de los votos.

Una amiga me decía que no está difícil de entender que el 70% de los mexicanos viven en la pobreza, no tienen nada más que perder y AMLO les habla a ellos, nadie antes les ha hablado de la forma en la que él lo hace, nadie ha tocado lo que sienten como lo hace él. La oposición no los ve y ni siquiera entiende que esos votantes son los que inclinan la balanza. Ellos son el voto duro de morena y pareciera, tristemente, que nadie más los ve.

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Cuando vi esos memes y leí las defensas a los mismos, me quedo aún más clara esta explicación. Muchos mexicanos, incluida la oposición no entienden que no entienden.

Ha calado tan hondo el mensaje de separación y odio que muchos se han convertido en lo mismo que critican. Creen que esos memes los hacen superiores y lo que demuestran es todo lo contrario. Los defienden argumentando que el mexicano tiene humor negro, no entienden que no es humor negro, es el profundo clasismo que tanto daño le ha hecho a nuestro país, no es la generación de cristal, son personas que viven en pobreza, en la invisibilidad total, en la injusticia y el abandono absoluto. Sus “chistes” lastiman en lo más profundo a un México ya de por si lastimado.

No podemos evitar que el presidente quiera dividirnos, no podemos evitar los mensajes de separación, de resentimiento y de odio, pero sí podemos y más importante aún, debemos evitar convertirnos en lo que él quiere. No solo por no caer en su juego, sino por el simple hecho de ser humanos y tener como fin último lograr un mejor país.

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70% de mexicanos viven en la pobreza y no es por elección propia, el destino y décadas de malas políticas públicas, así como gobiernos corruptos lograron esta penosa situación. La única diferencia entre ellos y los que comparten esos memes fue la suerte del lugar donde nacieron.

Pero todos, absolutamente todos somos mexicanos; votamos desde nuestra realidad, pensando y deseando lo mejor para nuestras familias y el país.

Si la oposición sigue sin ver a esos mexicanos, si nosotros seguimos sin admitir los múltiples mexicanos que existen, si no nos abocamos a construir un México más justo e igualitario, estamos condenados a tener más y peor de lo que hoy tenemos.

Tú decides qué clase de mexicano quieres ser y el país que quieres construir, ya sea, el del odio y la separación o un México donde todas y todos podamos tener las mismas oportunidades, así como un mejor futuro.

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Sobre la autora:

Jimena Cándano, actualmente es la Directora Ejecutiva de la Fundación Reintegra.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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