Son muchas las cifras que escuchamos y leemos estos días de las perspectivas, los análisis o tendencias micro y macroeconómicas en los distintos sectores de la economía, está claro que el mundo se preocupa y se ocupa por estudiar el destino que le espera una vez que quede resuelta la pandemia. La aplicación de vacunas sigue su curso a lo largo y ancho del planeta y con ello, la esperanza ilusiona a las personas y a las economías. Pero resolver la pandemia no se limita solamente a combatir el virus, sino también a ver hacia dónde vamos como sociedad. ¿Cuál es el futuro al que nos enfrentamos? ¿Cuáles son las lecciones que nos ha dejado el 2020 en el cual hemos vivido encerrados y confrontados con nuestros miedos, nuestras ansiedades, y nuestras preocupaciones? La capacidad de resiliencia del ser humano se ha demostrado a lo largo de la historia, es fuerte, es inspiradora, y lo será aún más si se dirige a la dirección correcta.

Hemos encontrado y descubierto nuevamente que la riqueza no es necesariamente la preocupación principal de las personas; cada día que estamos encerrados percibimos menos ingresos, hay mayor desempleo, las economías decrecen, la crisis se torna más empinada y, sin embargo, de forma proporcional, las posibilidades de salud, de vida y de bienestar aumentan. Las cuarentenas impuestas por los distintos gobiernos, a pesar de sus inevitables consecuencias, buscan salvar vidas.

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En el encierro las personas se han encontrado consigo mismas, ya sea con sus familias o con sus propios anhelos personales. Es allí donde creo que debemos enfocar también nuestra reflexión dando un paso más allá de los datos estadísticos. ¿Qué he de cambiar en lo personal para ser más feliz? ¿cómo puedo realizarme de forma más plena en un mundo que me ha demostrado que, aunque tenga todo planeado, basta un microscópico virus para cambiarlo todo? ¿dónde tienes puesto tu corazón? ­–diría Agustín de Hipona–; en la medida en que encontremos la respuesta más sincera, es probable que nuestras ansiedades y preocupaciones disminuyan.

En el campo de la hospitalidad, la industria turística sin duda sufrirá ajustes, el turismo de congresos y convenciones han dicho los analistas que no regresará a tener los mismos niveles pre-pandemia; el acceso a las nuevas tecnologías y la disminución de la brecha tecnológica,  han acercado a las personas de todas las edades y han hecho ver a las organizaciones los beneficios a los cuales pueden acceder a través de ellas modificarán este segmento de la hospitalidad; pero no sucederá muy probablemente lo mismo con el turismo de ocio y de placer, éste por el contrario, recuperará su vitalidad una vez que se controle el virus porque sigue viva la esencia de la persona humana aún bajo estas circunstancias, la persona humana necesita el encuentro que vivifica, la experiencia que sublima, el descubrir otros lugares y comprender la riqueza que tenemos y a la que podemos aspirar. El turismo es cercanía, es vida, es bienestar. Es una actividad esencial en el ser humano por que nos lleva a salir de nosotros mismos y reconocernos en los demás, en la diversidad de las culturas y de los paisajes, en la riqueza de vivir y sentir en situaciones inesperadas placeres que de otra forma no conoceríamos.

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El encierro de hoy terminará y podremos viajar en el futuro próximo; no necesariamente serán largos destinos, –no todos podrán hacerlo por las secuelas económicas o psicológicas de la pandemia–, pero si hoy en día coger el coche y salir a poco más de una hora de distancia nos hace sentir vivos y nos recuerda la vida y las emociones que nos fueron arrebatadas, más lo será cuando las posibilidades vayan regresando a nuestra vida y a nuestros destinos. Así como las golondrinas, volveremos después de este invierno; la pandemia sólo ha sido una breve pausa que quedará en el recuerdo de la historia y de nuestros corazones, se habrá llevado quizás incluso a nuestros seres más queridos, pero nos recordará, como dijimos antes, que somos fuertes como criaturas, que somos más qué componentes de una economía pues somos personas y que ser persona, vivir como persona y amar como persona es lo que nos llena de felicidad, de dignidad y de grandeza para salir adelante ante cualquier adversidad.

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Contacto:

Luis Javier Álvarez Alfeirán, MA. Director de Le Cordon Bleu Anáhuac*

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twitter: @DirectorLCBMx

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