Las presiones inflacionarias en México siguen siendo una amenaza para la recuperación económica. Si ya de por sí, el país azteca enfrentaba serios problemas en lo relativo a esta recuperación, la inflación se ha convertido en una amenaza muy real para México. Mientras los bancos centrales se mantienen a la espera de que sellen y vayan consolidándose los pilares de la recuperación, el Banco de México (Banxico), ante los repuntes de la tasa de inflación en los últimos meses, ya ha llevado a cabo dos revisiones al alza de la tasa de interés de referencia.

En este sentido, debemos saber que, hace escasas semanas, Banxico actualizó sus estimaciones de inflación para el cierre del 2021, situándolas en el 5.7%, frente a un 4.8% previsto previamente. Esta inflación, que supera ampliamente el objetivo del 3% que establece el banco central, comienza a ser preocupante. Pues hablamos de registros que llevábamos años sin ver. Una situación que ha puesto a Banxico contra las cuerdas, provocando una nueva revisión al alza que tiene como principal objetivo relajar la situación de cara al ejercicio próximo.

En esta línea, Banxico espera que la tasa de inflación se sitúe, para el 2022, en el 3.4%; esta vez sí, muy cerca del objetivo establecido.

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El Banco de México, ante lo que revela su comportamiento, no se mantiene tan tranquilo como sí lo están la Reserva Federal (FED) o el Banco Central Europeo (BCE), quienes todavía no han iniciado el tapering, a la espera de la inflación sea transitoria y una posible retirada de estímulos precipitada no dañe la recuperación económica. Y es que Banxico ha comenzado a cuestionarse de si, con esos niveles de inflación y con unas expectativas que siguen al alza, esas presiones inflacionarias son transitorias, o, debido a los cuellos de botella, entre otros factores, se extenderán en el tiempo; dificultando la situación a la ciudadanía bajo la responsabilidad de un banco central incapaz de lograr la tasa de inflación objetivo.

Así, Banxico, en su anuncio de la política monetaria la pasada semana, aseguró que las expectativas de inflación para los próximos 12 meses y para 2022 volvieron a subir, como hemos comentado. Estos precios, presionados por el alza de precios en materias primas a nivel global y los cuellos de botella en producción generados por la pandemia de Covid-19, han comenzado a ser un auténtico lastre para las empresas y las familias en el país. Un alza que el Banco de México ha tratado de contener, nuevamente, con un nuevo aumentó de la tasa de interés referencia del 0,25%. Una revisión que, aunque su anuncio era esperado por los analistas, sitúa la tasa de interés en el 4,75%, su nivel más alto en más de un año.

Como vemos, el banco central sigue su paso firme de retirar estímulos en tanto en cuanto crece el índice de precios. Además, la creciente inflación subyacente en el país azteca es lo que suscita el pánico el banco central, pues nos aleja de ese carácter transitorio motivado por el creciente precio de la energía en el mundo. Los cuellos de botella y los cortes en la cadena de suministro parece que seguirán presentes a lo largo de todo el presente año, así como a principios del que viene. Una pandemia sacudió los cimientos de la economía a nivel mundial, y tras dos años con la producción en mínimos y tirando de stock, el desajuste actual entre oferta y demanda no prevé solventarse fácilmente en el corto plazo.

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Sin embargo, una retirada de estímulos en México, pese a que puede ayudar a contener la inflación, debemos saber que también es una restricción al crédito, que deja de fluir hacia la economía con tanta facilidad como lo hacía previamente, en un entorno más acomodaticio. Teniendo en cuenta la vulnerabilidad de la economía mexicana, así como la escasa respuesta fiscal ofrecida por el país (la más baja en recursos de todo el continente), una retirada de estímulos precipitada, como afirman el BCE y la FED, también es un riesgo que debemos contemplar.

Y es que en este escenario es en el que nos encontramos en estos momentos. La inflación repunta en todo el mundo, amenazando a una recuperación económica que precisa cada uno de los recursos existentes para salir adelante. Sin embargo, contener la inflación conllevaría una restricción del crédito y una retirada de estímulos que, en una fase de expansión económica, puede reducir el ritmo de la recuperación. Un ritmo que, tratándose de las economías de América Latina y de México, en especial, no pueden permitirse por las divergencias que presenta dicha recuperación; recuperando México su nivel prepandemia más tarde que otras economías.

Dicho esto, no perdamos la atención de esa inflación objetivo, pero tengamos en cuenta lo comentado en el artículo. Los riesgos para México son más pronunciados que para otras economías, y la recuperación no está lo suficientemente consolidada como para iniciar una retirada que ni las primeras potencias económicas en el mundo han tenido la valentía de iniciar.

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