A horas del recuento electoral, los candidatos que se postulan a la presidencia de los Estados Unidos siguen a la espera de conocer cómo se han comportado los ciudadanos norteamericanos en unas elecciones salpicadas y alteradas por la pandemia. Más reñido de lo esperado, Donald Trump, quien, siendo presidente, no prometía nada en las encuestas, estrecha su distancia con Biden, al vencer en esa mayoría de estados visagra a los que confiaba su reelección. Estados, los cuales, de la misma forma, le ascendieron a la Casa Blanca en los pasados comicios de 2016.

Aunque el candidato demócrata, Joe Biden, se haya hecho con algún estado Visagra, como Arizona; que votó en 2016 al partido republicano. Aunque el favorito en las encuestas sea Biden y no Trump , ambos sucesos, por el momento, no dicen nada sobre cual será el resultado en las urnas. Este error fue el mismo que cometió el partido demócrata en 2016, al interpretar precipitadamente los resultados en las urnas que decidían sobre si la presidencia sería para Hillary Clinton o Trump. Unos resultados en los que, habiendo ocurrido una situación similar, Trump y los republicanos, finalmente, arrebataron el trono a una Hillary Clinton y un partido demócrata que se anunciaban vencedores de los comicios en el tiempo de descuento.

En este contexto, como decimos, el liberal Biden espera lograr la victoria en esta cita electoral. Las encuestas arrojan escenarios similares al ocurrido en la noche electoral de 2016, sin embargo, la pandemia deja para Biden un sabor distinto que, esta vez, sabe a victoria. La buena marcha del país, en un momento en el que se ha desatado una pandemia que ha acabado con la vida de más de 230.000 compatriotas norteamericanos y con el mundo al borde de un colapso económico, no es razón suficiente para dar la victoria al presidente republicano. La mala situación podría ser un punto de inflexión para un presidente que, antes de la pandemia, y recién superado el impeachment, se veía capaz de enfrentarse a todo. Una situación que también da alas a Biden, al ver el nerviosismo y la inquietud de un presidente Trump que sabe que pueden arrebatarle su mandato.

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Y es que, aunque las elecciones esperaban saldarse con una victoria de Trump muy ajustada, la pandemia ha sido un factor fundamental en la reorientación política que espera vivir el país norteamericano. Antes de que se desatase la primera ola de Covid, el país, pese a las vulnerabilidades internas, presentaba un cuadro macroeconómico que daría la victoria incluso al presidente más necio. Con un país que presentaba una situación de pleno empleo en su mercado laboral, con la economía creciendo a ritmos como nunca antes lo había hecho y registrando la mayor expansión económica en años, y todo ello, presionando a las economías asiáticas por el predominio del comercio global, dejaban un escenario perfecto para revalidar una presidencia que, a ojos de la economía, estaba siendo más que óptima.

La buena situación económica relajaba al magnate Trump. Sin embargo, la pandemia, así como las tensiones raciales en el país, sumado a otra serie de altercados y la nefasta gestión de la pandemia, han dado la vuelta a la tortilla, como diría aquel, a favor de Biden. Una muestra de ello fue el deseo de Trump de posponer las elecciones hasta que la pandemia estuviese controlada y la nueva normalidad fuese un hecho. Sin embargo, Biden, con la mirada puesta en la economía norteamericana, sabía que el momento de echar a Trump de la Casa Blanca es este, y no cuando la economía, de acuerdo con las previsiones que muestran los organismos, comience a remontar y mostrar datos positivos al inicio del próximo ejercicio. 

Y ya, a pocas horas de conocer los resultados de los comicios, la balanza se inclina para ambos lados, con unos resultados que esperan ser muy reñidos hasta el final. El candidato demócrata sabe que tiene opciones para disputar la presidencia al vigente mandatario. Trump, por su parte, ha anunciado que se considera el legítimo ganador en lar urnas; todo ello, poniendo en duda la legitimidad de unas elecciones que considera amañadas en favor de Biden. Una situación complicada, ya que, hasta los mercados, que cotizaban en negativo y proclamaban la victoria de Biden; a última hora cambiaban su tendencia y daban la victoria a Trump. Y es que, pese que Biden es el favorito, Trump podría dar un golpe encima de la mesa a última hora.

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Así, en definitiva, hablamos de una situación muy complicada y muy difícil de pronosticar, pero con una gran trascendencia para todo el planeta. Y es que, salga Trump o salga Biden, no hablamos de unas elecciones cualquiera, sino que hablamos de las elecciones de los Estados Unidos. Unas elecciones de las que no solo depende el mensaje de liderazgo que debe emitir los Estados Unidos tarde o temprano a todo el planeta, sino otra serie de asuntos clave en la agenda económica que, como el comercio global, el Brexit, el T-MEC, así como otra serie de sucesos, dependen de los Estados Unidos y, en base al presidente que salga electo, marcarán el rumbo de la economía mundial en los próximos años.  

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