En Hidalgo, la elección no está siendo un paseo ni para Morena ni para el PRI, por supuesto. Esto es así, porque lo que está en juego trasciende las cuentas electorales y se centra en lo que puede implicar el propiciar la alternancia en un estado que no la ha conocido, pero también en establecer un punto de resistencia a la 4T. Es de alguna forma, una disputa por el ánimo.

En esos pliegues es en los que también se están desarrollando las campañas. El abanderado de Morena, Julio Menchaca, determinó mantenerse en los márgenes que marca el relato desde Palacio Nacional. No pretende destacarse, sino más bien mostrar que está acoplado a un proyecto que tiene un líder definido: el presidente López Obrador.

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Esa es su estrategia, y por ello lo acompañan funcionarios federales semana a semana. Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán López Hernández han estado en sus recorridos, en sus reuniones y mítines. Es poco probable que le sumen votos, pero sí muestran con claridad que Menchaca tiene el respaldo de quien debe tenerlo.

Contrasta con lo que antes criticaban en Morena y ahora hacen, pero la coherencia no es un tema central en estos tiempos.

Es polémico y puede derivar en litigios ante la autoridad electoral, porque es un terreno endeble.  ¿Operación de Estado? ¿Apoyo legítimo para fortalecer un proyecto? Ahí está el dilema.

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Ante ese escenario, Carolina Viggiano está realizando una campaña de territorio, apostando a las estructuras del PRI y a lo que puedan añadir el PAN y el PRD.

Conoce bien su estado, se encargó de los programas sociales, presidió el Tribunal Superior de Justicia y es una política refinada y estratega.

Lo tocó lidiar con un tablero complejo, en donde su partido se encuentra en las horas más bajas a nivel nacional. No han ganado una sola gubernatura desde 2018, aunque recobraron aliento y posibilidades en la contienda para definir la Cámara de Diputados en 2021, propiciando un equilibrio que es indispensable para evitar que la Constitución sea reformada sin discusión. 

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La política y su dinámica, suelen establecer escenarios de algún modo inéditos y hasta paradójicos. Viggiano sin duda está preparada para ganar una contienda de la dimensión de la que ahora se ocupa, pero lo tiene que hacer ante un horizonte nada promisorio, a nivel nacional, si las cosas no salen como quieren en la alianza Va por Hidalgo.

Por ello, Viggiano y los priistas saben que lo que se juega es inclusive la perspectiva que puede abrirse o estrecharse en el 2024.

Una derrota puede significar un balde agua fría en el ya disminuido ánimo de los priistas que aún resisten los cantos de sirena que vienen del morenismo.

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Pero al revés, y sería ingenuo descartarlo, una victoria cambiaría los análisis y las perspectivas de un modo rotundo. Sí, porque Hidalgo es también simbólico, es una plaza que, para los priistas, ha resistido la fuerza de la alternancia y ante gobiernos federales emanados de otro partido, en la mayoría de los casos. Desde el año 2000, a la fecha, es decir, en los últimos 22 años, solo seis años los gobernó el PRI a nivel nacional. 

Los priistas hidalguenses son y han sido resilientes y esa es una ventaja que sin duda aprovechará Viggiano.

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