Recuerdo como en las reuniones familiares, de navidad y fin de año, principalmente, mi primo siempre se quedaba callado cuando empezábamos hablar todos y al final preguntaba cuál había sido el chiste o porqué nos estábamos riendo todos, porque no había entendido ni un ápice de lo que estábamos diciendo.

Fue hasta que entró a la Universidad que nos ‘confesó’ que no oía bien, que se le dificultaba entender lo que decían sus profesores; hasta la Universidad, después de 18 años.

No era que no se pusieran atención a su baja de audición, sino que él siempre encontraba la forma para que no ellos no lo notaran; y no es que fuera sordo de nacimiento, más bien, poco a poco fue perdiendo el sentido del oído, sin nunca avisarnos, y como las visitas al médico ya no eran regulares y las pocas que tenía, las hacia él solo, pues mis tíos nunca se dieron por enterados. De hecho, ni los médicos pudieron percatarse.

El caso de mi primo lo pongo como ejemplo por las muchas personas adultas o jóvenes que no toman en cuenta revisar su audición, a los que a la larga no oír bien se les vuelve algo cotidiano, algo común; porque afortunadamente para ellos, siempre hay alguien que puede ayudarlos o se hacen de mil y un trucos para disimularlo.

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Así como no tenemos la cultura de leer x cantidad de libros por año, tampoco tenemos la cultura del cuidado de la salud auditiva. Preferimos hablar casi a gritos, justificando que hay mucho ruido en el ambiente, o subir el volumen a la televisión o la música, porque el programa o el cantante que estamos viendo nos fascina, es nuestro ídolo, y podemos escucharlo a todo volumen. Pero, entonces, ¿es válido que dañemos permanentemente nuestros oídos con la música a alto volumen? No, no es válido.

Recordemos que la pérdida auditiva se relaciona con varios factores:

  • Intensidad de la música que estamos escuchando
  • Tipo de ruido
  • Tiempo de exposición
  • Edad
  • Sensibilidad

Las opciones para oír mejor son muchas, baratas, caras, de buena o mediana calidad, pero el tema de este artículo no es ese, es aprender a prevenir, procurar nuestro oído, quererlo como si fuera la entrada al último concierto de nuestro cantante favorito, es fomentar la cultura de la prevención en nosotros mismos.

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Ya sea porque no tenemos tiempo, porque nos da pena, casi siempre dejamos la salud en general para después, y mucho más la auditiva. ¿Por qué? Porque no importa, porque siempre tenemos alguien que nos ayuda a escuchar al otro, aunque el precio con el tiempo sea muy alto; es más, porque a veces ni siquiera llegamos a hacernos conscientes de ello.

Existen diversos centros de salud y de la audición en México, pero lo que hace falta es que asumamos la responsabilidad de nosotros mismos y tomemos la decisión de ir a una valoración. Si presentamos audición normal, sería muy bueno que así la conservemos a través de una revisión continua y constante, y si no, atendernos de inmediato. Debemos poner atención hasta al más mínimo ruido o zumbido que escuchemos, no acostumbrarnos a éste, tratemos de evitar un problema mayor en el futuro… A todo esto, es lo que llamamos prevención auditiva.

Al final, el costo de descuidar la salud de nuestros oídos es muy alto. Enfermedades mentales como la depresión, el aislamiento social, la ansiedad, problemas de personalidad y la demencia, son sólo algunos ejemplos; es cierto que en muchos casos no necesariamente la causa de estos padecimientos es la pérdida de audición, pero sí es un aliado fuerte en su desarrollo.

Como mencioné antes, con este artículo no pretendemos ‘enseñar’ cómo cuidar la salud auditiva, sino ejemplificar las consecuencias e importancia de acudir con un especialista a tiempo, para que al final no nos ocurra lo que a mi primo, que hoy lamenta no haber atendido a tiempo su baja auditiva, aunque no todo está perdido para él porque hoy ha logrado integrarse mucho mejor en cada reunión familiar porque ya buscó ayuda a su problema.

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Por Alejandro Valdez, director de Starkey México*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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