La reforma podría implicar una reconfiguración del mercado y una reducción inicial en las entradas de los principales bancos que se verían orillados a ofrecer más crédito, afirma un análisis de Banco Base.   Joseph Stiglitz decía que no es el dinero lo que mueve al mundo, sino el crédito. Las autoridades mexicanas parecen coincidir pues este martes presentarán una reforma al sistema financiero que busca abrir la llave a los financiamientos. En un reporte, Gabriela Siller, directora de análisis económico-financiero de Banco Base, explica que la penetración del crédito en la economía es determinante del crecimiento, ya que con el acceso a financiamiento se puede alcanzar una mayor acumulación de capital fijo y una mayor productividad. Esto hace que las razones de una reforma financiera resultan sobradas en un país donde el potencial de crecimiento está lejos del crecimiento promedio real, sin embargo, es impensable creer que una reforma no tendría un impacto en las instituciones financieras. “Es probable que con la Reforma Financiera los ingresos de los bancos mexicanos disminuyan inicialmente, pero de manera gradual tenderán a incrementarse por el mayor otorgamiento de créditos, aunque también se espera una reconformación en el sector de banca múltiple, en donde los bancos pequeños podrían ganar más rápidamente porcentaje de mercado”, explica. El otro eje de impacto son los niveles de riesgo, aunque los altos índices de capitalización de la banca lo permiten sin generar un escenario que ponga en riesgo al sistema financiero. “Los bancos con los mejores índices de capitalización podrán arriesgarse un poco más, incrementando sus ingresos.  No obstante, el riesgo será probablemente el tema más álgido de esta reforma”.   ¿Por qué una reforma? ¿Por qué a los bancos? Las razones de una reforma al sistema financiero se explican fácilmente si se considera que en México el mayor crecimiento del crédito ha sido en la parte de las empresas con un alza anual cercana a 30%, mientras que el crédito hipotecario y el personal crece a tasas cercanas a 20%. Gabriela Siller considera que lo anterior refleja que aun y cuando México tiene en promedio de los últimos diez años una de las tasas de crecimiento más elevadas de crédito en relación al crecimiento de su PIB (sólo por debajo de Brasil), no se tiene una composición ideal que favorezca el crecimiento económico de forma sostenible. “Las empresas tienen acceso a créditos, pero los montos no suficientes y el costo no es eficiente para generar un motor interno de crecimiento mediante la inversión productiva”, señala. En México la adecuada regulación ha resultado en una banca fortalecida, pero que no favorece el mayor otorgamiento de créditos a empresas, sobre todo pequeñas y medianas que conforman la mayor actividad económica en México. En contraste, los créditos personales y de consumo han acelerado su tasa de crecimiento en el tiempo. El análisis de Banco Base sugiere que en México a pesar de que existen 44 bancos, se tiene una competencia tipo oligopolio que genera un costo de los créditos y de los servicios financieros en general mayor al  que existiría en un equilibrio de competencia, además de una menor cantidad de créditos disponibles. “Es prácticamente imposible generar (o simular) condiciones de mercado competitivo sin un cambio en la regulación que fomente el mayor otorgamiento de crédito y la disminución en los costos, lo cual se espera que se de mediante la Reforma Financiera. Cabe destacar que el servicio de banca y crédito sólo puede prestarse por instituciones de crédito, que pueden ser de banca múltiple o de banca de desarrollo”, añade.

 

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