La iniciativa y consenso para realizar cambios estructurales no es en sí misma un motivo suficiente para aumentar la calificación crediticia, advierte la agencia de rating.   A diferencia de otras administraciones presidenciales, en 2013 México genera la percepción de que habrá cambios estructurales de fondo para aumentar el potencial de crecimiento de la economía, sin embargo, el consenso para las reformas sólo es un paso adelante para mejorar la calificación soberana del país. Mauro Leos, analista soberano para México de Moody’s, no tiene menor empacho en comentar que, si bien es de reconocerse el consenso que existe entre los partidos políticos, será necesario ver qué cambios se aprueban antes de tomar alguna acción sobre la calificación crediticia. “México tiene una muy buena calificación BAA1 en la escala de Moody’s, este año haremos una visita de evaluación y a partir de los avances podremos analizar si es pertinente realizar movimientos  en la nota, sin embargo, es muy importante estar conscientes de que la evaluación se realizará en función a los cambios que se aprueben y su potencial impacto en el crecimiento”, explicó en el marco del México  Economic Summit de Bloomberg. Cuestionado sobre el cambio de perspectiva que la agencia Standard and Poor’s revisó, Leos explicó que de entrada, la calificación que Moody’s tiene asignada es superior si se compara con la nota otorgada en la escala de S&P. El consenso no es suficiente En opinión de Héctor Moreira, miembro del consejo de administración de Pemex, la buena noticia es que hay una posición firme sobre la necesidad de cambios para dotar de competitividad a la paraestatal, sin embargo, el problema mayor es que no han quedado claros cuáles son los cambios que se aprobarán. “Los tres partidos tienen un consenso pero no hay un punto común sobre la estrategia a seguir, el diablo está en los detalles y es ahí donde vendrá la etapa más difícil del proceso de discusión y aprobación”, comentó. La reforma energética es sólo una parte del reto que los legisladores y el gobierno federal en general tienen frente a ellos. La reforma fiscal se dará también en un momento en que  reducir la dependencia presupuestal de los ingresos petroleros y generar un esquema tributario efectivo no son tarea fácil. “Hay que diferenciar el momento en que vivimos, la discusión de la reforma fiscal implica tragos dolorosos para los principales intereses de los partidos, alcanzar una reforma en la que todos queden conformes implica el riesgo de aprobar cambios insuficientes”, advirtió Joost Draaisma, economista senior para México del Banco Mundial.  

 

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