La supervisión y regulación financiera tienen un papel fundamental para garantizar el correcto funcionamiento de los mercados financieros. Genera certidumbre sobre las operaciones realizadas, incentiva el desarrollo de productos y servicios acordes a las necesidades de la población a través de modelos de negocios rentables.   Por Jaime González Aguadé   Al inicio de una nueva administración es importante hacer la reflexión sobre lo que se ha hecho bien en el pasado, pero es más importante lo que nos queda por recorrer en los próximos años, tener una agenda concreta, un rumbo específico y la claridad de las metas que queremos lograr. El correcto funcionamiento del sistema financiero es necesario para la actividad económica al movilizar el ahorro al financiamiento de actividades productivas, facilitar las transacciones y asignar recursos de manera eficiente. Adicionalmente, los mercados financieros ayudan a establecer decisiones a través de toda la economía. Un ejemplo son las tasas de interés como marco de referencia para los hogares respecto a sus decisiones de consumo y ahorro en el tiempo, así como para las compañías en la toma de decisiones de inversión y financiamiento de proyectos futuros. En este contexto, la supervisión y regulación financiera tiene un papel fundamental para garantizar el correcto funcionamiento de los mercados financieros. Una buena regulación genera certidumbre sobre las operaciones realizadas, incentiva el desarrollo de productos y servicios acordes a las necesidades de la población a través de modelos de negocios rentables para los integrantes del sistema financiero. Vale la pena señalar que antes de la reciente crisis financiera internacional, la regulación y supervisión no era percibida como un factor de estabilidad y crecimiento sino como limitante y costosa. Sin embargo, después de la crisis se evidenció la importancia de una efectiva regulación y supervisión del sistema financiero para poder contener los efectos negativos de una crisis. En el caso de México, el sistema financiero pasó por un largo proceso de fortalecimiento y consolidación que le permitió sortear la crisis con mayor solidez. El marco regulatorio resultado de esta consolidación fue incorporando de forma gradual las modificaciones que hoy se establecen en los nuevos estándares internacionales (Basilea III), los cuales ya han sido adoptados cabalmente en nuestro país. La solidez del sistema financiero mexicano demostrada durante la crisis internacional ha sido reconocida por los inversionistas a partir de los recientes anuncios de inversión en capital en el sistema financiero y el gran interés para entrar por parte de nuevos participantes. Estas inversiones de capital han representado un crecimiento del sistema financiero, que ha generado más de 53,000 empleos en el sector bancario durante los últimos cuatro años, lo que representa un incremento de 34% de un total de 211,029 (Fuente: CNBV. Portafolio de Información. Cifras al cierre de enero 2013.). A su vez, el otorgamiento de créditos por parte de la banca ha tenido un crecimiento nominal de 45% durante el mismo periodo (al cierre del mes de enero de 2013 se ubicaba en 2,747 mdp. Sin duda, estos son indicadores importantes del crecimiento en la economía del país. Por otro lado, es significativo resaltar la importancia de contar con una regulación dinámica que se adapte a las nuevas tecnologías y necesidades de la población. Un claro ejemplo de este dinamismo fueron las modificaciones realizadas en el marco regulatorio para la implementación de modelos de corresponsalía bancaria y servicios financieros móviles, con lo cual se ha aumentado la cobertura de servicios bancarios a un 56%, de los 2,456 municipios del país, en un periodo corto de tiempo. Los nuevos modelos de negocio que se están implementando a partir de estos canales generan mayor uso de servicios financieros entre la población, promoviendo el crecimiento económico del país. La Comisión Nacional Bancaria y de Valores está comprometida en el continuo desarrollo de una regulación que sea promotora de nuevos modelos de negocio, con el fin de incrementar el acceso al sistema financiero por parte de la población y así incentivar el desarrollo económico del país.

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Jaime González Aguadé es presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de valores.

 

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