Por: Adriana Islas, CIO de Estafeta y presidenta de Cio Club

La primera vez que recibí una invitación para participar en un grupo de mujeres y tecnología, pensé que no era lo más adecuado, y que, si queríamos lograr la equidad de género, no debíamos promover nosotras mismas esa separación.

Esta forma de pensar tenía mucho que ver con mi historia personal. Estudié Ingeniería en Sistemas Electrónicos, una carrera (en general, las ingenierías) poblada, en su mayoría, por hombres; y en el Instituto de Investigaciones Eléctricas, donde inicié mi trayectoria laboral, donde la aplastante mayoría de los investigadores eran hombres.

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Esto se convirtió para mí en algo normal; y, para reforzarlo, tuve dos hijos que han sido, además de mi mayor orgullo, mis coaches. Siempre tuve la suerte de ser tratada igual que mis compañeros y nunca enfrenté traba alguna por ser mujer. Al menos, no lo sentí así.

También fui afortunada por crecer dentro de Estafeta, una empresa que siempre ofrece oportunidades por igual, y donde me tocó ser la primera mujer en ocupar una Dirección Corporativa (hoy somos el 50%).

Después de rechazar varias invitaciones, decidí participar y entendí que, en pleno siglo XXI, todavía hay limitaciones, desventajas e, inclusive, mal trato hacia las mujeres, y por eso se requiere seguir trabajando por la equidad de género.

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Me parece que hemos avanzado en varias aristas, pero, dados los resultados, aún falta camino por recorrer. Ha crecido la matrícula en carreras STEM; sin embargo, el porcentaje de mujeres cio no pasa de 10%. ¿Por qué no hemos mejorado en los últimos 10 años, y en qué debemos seguir trabajando? Lo divido en tres aspectos:

  • Factores organizacionales
  • Cultura
  • Limitaciones individuales

En muchas empresas, se implementan políticas de inclusión y se establecen cuotas, pero creo que se debe ofrecer la misma oportunidad a todos, asegurar compensaciones similares y ganarse las posiciones por mérito propio, no por cuota.

Sin embargo, respeto que, en algunas organizaciones, éste sea el disparador del cambio, al menos al inicio. Otras políticas están enfocadas a igualar beneficios de maternidad y lactancia, que son de gran valor para ambos géneros.

Respecto a la cultura, los estereotipos generan comportamientos que son transmitidos de generación en generación, fomentando actitudes, juegos, vestimenta e, inclusive, ocupaciones que una sociedad asume como propias de cada género, encasillando a las personas en una determinada forma de ver la realidad.

Esto se transmite desde la familia, como primer agente socializador, y se continúa en la escuela. Y, finalmente, las mujeres que ocupamos posiciones directivas tenemos la obligación de impulsar a otras mujeres, ayudando a romper sus propias limitaciones.

Ser mentoras y un modelo a seguir para que puedan confiar en sus capacidades y se lancen a competir por nuevas oportunidades, generando redes de apoyo y compartiendo cómo sobrepasaron situaciones difíciles. Es imposible amar la ciencia si no se la conoce ni se practica.

Una encuesta a niñas de secundaria reveló que, para ellas, el campo STEM no impulsa la creatividad o no permite una relación social activa. Nos toca a nosotros cambiar esa percepción y demostrar que este campo funciona en todas las áreas de la organización.

En CIO Club, creemos firmemente que la inclusión y diversidad tienen un alto impacto en la transformación digital de las empresas, sobre todo en esta época de cambios tan acelerados.

Y uno de nuestros ejes estratégicos es fomentar la incorporación de más mujeres a la tecnología y construir una cultura de equidad basada en la solidaridad, la colaboración y el reconocimiento.

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