El sector agrícola es uno de los engranes donde se apoya el funcionamiento de la economía estadounidense. Aunque sólo representa 5.7% del PIB de ese país, el sector agrícola y de alimentos genera 11% del total de los empleos, de acuerdo con datos del Departamento de Agricultura (USDA, por sus siglas en inglés).

Siendo un sector dinámico, ha sido señalado como uno de los ganadores durante la pandemia de Covid-19, pues, aunque existió una orden de cuarentena para la mayoría de los ciudadanos, el consumo de frutas y verduras no sólo se mantuvo, sino que se incrementó.

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Ante este escenario, Gastón Marquevich, ceo de Generation Farms, explica que no todo es miel sobre hojuelas para los productores, pues uno de los primeros retos ante la pandemia fue conseguir mano de obra, en tiempo y forma, para las primeras cosechas que, en el sur de Estados Unidos, comenzaron a recogerse en el mes de abril y el gobierno norteamericano impuso restricciones de migración a finales de marzo.

Eso dificultó la entrada de los trabajadores agrícolas que usualmente obtienen visas temporales en modalidad H-2A, las cuales les permiten trabajar durante un máximo de un año en las compañías agrícolas, sobre todo, en materia de recolección de cosechas.

Este año, los productores se enfrentaron con una restricción que retrasó el proceso de visado para los trabajadores mexicanos que, por lo común, llegan con varias semanas de anticipación a la cosecha.

“El coronavirus [SARSCov-2] lo complicó todo: llegamos muy sobre la hora para conseguir la cantidad de trabajadores; no hubo una excepción [migratoria] sobre trabajadores agrícolas. Afortunadamente, nos apoyó el secretario de Agricultura, quien nos ayudó a movilizarnos en el Consulado de Monterrey y conseguir 900 de los 1,200 trabajadores que se necesitaban para la cosecha en Florida. Apenas en tiempo”, dice.

Marquevich explica que se evitó un problema mayúsculo, pues, en agricultura, todo el dinero se encuentra invertido en los productos plantados y el desarrollo del cultivo.

“Nos salvamos de tener un problema enorme. Con la pandemia, todo ha sido muy estresante porque todo cambia a una velocidad muy fuerte y, en el sector agropecuario, todo el dinero lo tienes en la tierra, con una determinada ventana de tiempo para levantarlo”.

De acuerdo con información de la Federación Estadounidense de Cámaras Agropecuarias, en 2019 ingresaron a Estados Unidos 258,000 trabajadores temporales, que representan sólo 20% de la fuerza laboral agrícola; 80% son trabajadores migrantes que tienen una estadía legal bajo otro formato o que no cuentan con documentos.

“Para nosotros, la llegada de estos trabajadores es muy importante, y es muy importante que ocurra a tiempo, porque la cosecha se da de norte a sur: empieza con la región South East [sureste], que engloba a los estados de Georgia, Florida, Arkansas y Alabama. Para finales de abril, ese sector representó más de 35% del total de los cultivos en el país. Si esta zona geográfica no cuenta con las personas que necesita para levantar el cultivo, lo que tienes es una reducción en la cadena alimenticia, y no habrá producto en los locales”, advierte Gastón Marquevich.

La llegada de 900, en vez de 1,200 trabajadores, tuvo un impacto negativo en el costo de la cosecha. “Tuvimos que pagar mayor precio por los recursos humanos domésticos, que son muy difíciles de encontrar”, relata el empresario.

PEQUEÑOS PRODUCTORES, EN RIESGO

En el balance general, los agricultores resultaron ganadores al inicio de la pandemia, pues hubo un repunte en el consumo debido a que las personas buscaban hacerse de provisiones ante la cuarentena.

“Las grandes cadenas de supermercados del país, que son Walmart, Costco o Whole Foods, tuvieron una demanda muy fuerte, porque la gente salió a comprar más alimentos. Entonces, el retailer se vio forzado a salir a comprar mayor volumen. Al haber disponibilidad de pagar un precio mayor para asegurarse en físico, nosotros vimos ahí un beneficio”.

Sin embargo, el caso de Generation Farms es peculiar, pues 70% de su producción está enfocada en el comercio de retail y cuenta con infraestructura de recolección, procesamiento y empaque de productos frescos.

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“Hay mucha gente [que trabaja] en agricultura y, en vez de retail, hace algo que se conoce como “food services”, que es la proveeduría para hoteles y restaurantes. Hoy, esas personas tienen un problema enorme, porque esos negocios están cerrados y la gente debe tirar la mercancía. Si te dedicas al mercado de “food service”, hoy estás pasando el peor momento de tu vida”, lamenta Marquevich.

El último censo del USDA arrojó que, en Estados Unidos, existen dos millones de granjas y ranchos con un tamaño promedio de 441 acres (alrededor de 180 hectáreas) en 900 millones de acres (360 millones de hectáreas). Del total de granjas y fincas agrícolas, existen 273,000 que tienen menos de 10 acres (4 hectáreas) y representan 0.1% de las tierras de cultivo, mientras que las fincas más grandes, de más de 2,000 acres (800 hectáreas) suman 85,000 productores y representan 58% del total de las tierras de cultivo.

USDA ha señalado que 105,400 granjas se encargan de 75% de todas las ventas, un número que se reduce cada año desde 2012.

Gastón Marquevich explica que 30% de la producción del sector agrícola se destina a “food service”.

EL FUTURO DE LA AGRICULTURA

Además de la reducción del número de productores, Marquevich vislumbra otros cambios en el modo de funcionar de la agricultura en Estados Unidos. Uno de los más importantes, afirma, tiene que ser la reducción de la burocracia.

El acceso a capital para refinanciar deudas en mejores términos será crucial. Parece que habrá apoyos, pero una cosa es el anuncio y otra cosa es la realidad; no todo es tan fácil. Llenar una petición de un subsidio es algo complicado. Lo que pedimos es que los procesos burocráticos sean más eficientes, [porque hoy] te piden mucha información. La burocracia deberá ser más eficiente”.

El segundo cambio, explica, es el reforzamiento de la tendencia del consumo orgánico y saludable entre la población.

“A partir de esto va a cambiar la percepción del consumidor: estará más dispuesto a pagar productos orgánicos, productos que protejan el medioambiente. Todo lo que tenga que ver con salud será privilegiado. La conclusión será que la salud no tiene precio; es lo más importante. Sin importar el rango social o económico, la gente va a consumir [lo relacionado con] procesos ecológicos y productos más sanos”.

Para Generation Farms, una empresa en la que Gastón Marquevich representa la tercera generación, esta coyuntura es una oportunidad, como lo han sido otras crisis en el pasado.

El abuelo de Gastón fundó la empresa para realizar actividades ganaderas en Argentina. Su padre se expandió a Uruguay y Brasil y, desde 2007, él es quien se encarga de la operación en Estados Unidos.

“La hicimos crecer en Arkansas, Luisiana y Mississipi. En 2015 la trajimos a Florida y, en 2017, la llevamos a Georgia. En 2015 nos asociamos con un fondo soberano y eso nos dio el crecimiento exponencial que tuvimos los últimos cinco o seis años”, dice.

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A futuro, la forma de capitalizar las oportunidades será la puesta en marcha de un agresivo programa de adquisiciones que podría alcanzar alrededor de 300 millones de dólares en los próximos años. “Estamos pasando por una situación que nos lleva a pensar en un plan de adquisiciones muy agresivo.

En los próximos dos años vamos a ver una posibilidad de crecimiento de nuestro negocio a precios de descuento, que se van a dar a consecuencia de todo esto. Estamos empezando a trabajar en una estructura de inversión que nos permita capitalizar las oportunidades”, añade.

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