La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dijo que la propuesta de juicio político para buscar su destitución (Impeachment) que avanzó en la cámara baja del Congreso es un “golpe de Estado con apariencia de proceso legal y democrático” y descartó que renuncie a su cargo, En una conferencia con periodistas, la mandataria dijo sentirse “indignada” por este proceso, en el que se acusa a su gobierno de maquillar cifras para balancear el déficit fiscal. Rousseff dijo que dicho proceso no cuenta con una base y que esa práctica fue hecha también por otros presidentes, que la precedieron y no se les acusó de un crimen. “Fui elegida (presidenta) con 54 millones de votos y me siento indignada por la decisión de aprobar la admisibilidad de mi destitución”, dijo Rousseff, quien acusó a la oposición de jugar un juego en el que “lo peor para Brasil es lo mejor para ellos”. La noche del domingo, la cámara baja del Congreso brasileño aprobó con 342 votos el proceso de Impeachment contra la presidenta, por lo que el caso procederá ahora al Senado. La votación de ayer domingo sólo fue el primer paso de un largo proceso que puede durar hasta seis meses. El escenario más probable es que el Senado vote también a favor del juicio político, por lo que Rousseff tendría que dejar el cargo. Un análisis de la firma Capital Economics dijo que los mercados recibieron con optimismo el avance del Impeachment contra Rousseff, pero subestiman la fuerza del Partido de los Trabajadores, al que pertenece Dilma, y su conexión con los sindicatos. “Un gobierno pro-mercado podría surgir de las cenizas de esta crisis política, pero, tal como están las cosas, parece plausible que Brasil dé un bandazo hacia el populismo económico”, dijo Neal Shearing, economista en jefe de mercados emergentes de Capital Economics.

 

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