El sentido común indica que la decisión de suspender la evaluación al magisterio fue tomada por el propio presidente, pero ¿tenía calculada la reacción generalizada en contra?   Con un breve boletín de 47 palabras, el 29 de mayo la Secretaría de Educación Pública comunicó: “Se suspenden indefinidamente los procesos de evaluación para ingreso, promoción y permanencia en educación.” En general, pocos son los temas que generan un seguimiento mediático tan intenso y durante tanto tiempo. El actual gobierno mexicano parece empeñado en batir sus propios récords de permanencia cuestionable en los medios de comunicación. Desde Ayotzinapa hasta, por lo pronto, la evaluación al personal del magisterio, cada nuevo tema se prolonga en el tiempo en los medios de comunicación. La novedad en esta ocasión es que el tema de la suspensión de la evaluación al magisterio ha logrado un consenso sin igual a través de los medios de comunicación: analistas, opinadores, organizaciones de la sociedad civil, el rector de la UNAM y hasta el Congreso de la Unión han cuestionado la decisión y han solicitado por todos los medios dar marcha atrás a la medida y puesto de manifiesto que el mismo gobierno está violando la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y sus leyes secundarias, además de poner en riesgo no sólo la reforma educativa sino todas las reformas estructurales que están en vías de implementación. Ante la presión por la medida, cuatro días después, durante la inauguración de un centro comercial en el Estado de México, el presidente se limitó a expresar a los medios de comunicación: “La Secretaría de Educación Pública (SEP) será quien responda las inconformidades generadas por la suspensión de las evaluaciones a los docentes de educación básica y media superior”, y agregó: “hay que seguir adelante”. Aún el lunes, después de las elecciones (una semana después), el vocero presidencial expresó en entrevista radiofónica que el tema está en la competencia de la Secretaría de Educación y que el presidente es respetuoso de la Constitución. Hasta ese momento, la SEP no había dado explicaciones. El sentido común indica que una decisión de esa naturaleza, especialmente por sus implicaciones políticas y sociales, fue tomada por el propio presidente. La pregunta es si el presidente tenía calculado el escenario que derivaría de dicha decisión y si dentro del mismo estaba considerada la reacción generalizada en contra y la no respuesta de su secretario de Educación y, en dado caso, los pasos subsecuentes. La política es como un juego de ajedrez en el que se traza una estrategia en donde se contemplan los posibles escenarios que se podrían presentar ante cada movimiento y se define si la táctica será intercambiar piezas o perderlas a cambio de un esfuerzo más agresivo. En política, como en comunicación, los escenarios se diseñan a partir de una realidad actual sobre la que se construye una probable secuencia de situaciones, acciones y reacciones, que pudieran presentarse. Se trata de una metodología prospectiva en la que se ponen en blanco y negro situaciones que tienen una cierta probabilidad de ocurrencia. Para cada una se diseña un plan de acción, las posibles preguntas que pudieran surgir de parte de los actores involucrados y los mensajes clave para responder a dichas inquietudes. Los escenarios no predicen el futuro pero ayudan a tener un mejor control de la situación cuando ese futuro nos alcanza. ¿Habrá calculado el presidente la generación de comentarios como los siguientes: Ricardo Raphael, El Universal: “… el problema va más allá de la incomprensión: el funcionario nunca leyó los textos aprobados por el Congreso. Y probablemente tampoco su jefe, el presidente Enrique Peña Nieto, quien lo autorizó para que procediera de manera tan desastrosa. Quienes acribillaron a quemarropa la reforma educativa son los mismos que hipócritamente la presumieron y de manera falsa protestaron defender a la Constitución y las leyes que de ella emanan”. José Cárdenas, Excélsior: “El gobierno federal nos mintió. El secretario de Educación Pública faltó a la verdad al garantizar la aplicación puntual de la ley educativa; la reforma estructural es moneda de cambio ante “otra” urgencia. Pero lo más grave es la violación al artículo tercero de la Constitución y sus leyes reglamentarias. Con este golpe a la Reforma Educativa la administración de Peña Nieto se “dobla” ante la presión de la CNTE, y termina por socavar su propia autoridad.” Isaac Kats, El Economista: “La decisión de la SEP invade las atribuciones del INEE y es una muy grave violación a la Constitución por parte del Poder Ejecutivo federal. Grave que el gobierno haya cedido al chantaje de algunos miembros del magisterio con fines puramente electorales.” Sergio Sarmiento, Reforma: “¿Qué podemos esperar en el futuro de un mandatario que no pudo resistir la presión y se rindió a las exigencias de uno de los muchos grupos de poder? Un gobernante que escoge la rendición incondicional como su forma de gobernar está condenado a terminar mal su gobierno.” Ricardo Alemán, El Universal: “El presidente Peña Nieto violentó la Constitución al avalar que por miedo a las amenazas de la mafia CNTE, se diera el tiro de gracia a la reforma educativa. ¿Quién sancionará al presidente? ¿Cuál será la sanción?” Denise Maerker, El Universal: “Los mensajes: Que este gobierno no respeta la ley… este gobierno (ya lo saben los chinos) puede modificar de un plumazo las reglas del juego de cualquier proceso por complejo, peleado e importante que sea. Que este gobierno es débil. A este gobierno si lo aprietan es capaz de echarse para atrás incluso tratándose de sus logros más cacareados.” Katia D’Artigues, El Universal: “La ‘joya’ de la corona de las reformas del sexenio de Enrique Peña Nieto echada por la borda. ¿Quién puede creer ahora que quieren mover a México? La recuperada rectoría del Estado Mexicano en la educación se volvió, de un momento a otro, un chiste.” Alicia Salgado, Excélsior: “La ausencia de detalles sobre la decisión tomada obliga a creer que es un acto de debilidad de la administración Peña, y respuesta al ‘permanente chantaje’ de la CNTE que incluye boicot electoral y expresiones violentas.” La respuesta es que seguramente sí lo tenía contemplado. Evidentemente se trataba de una maniobra política que permitiera un desarrollo más pacífico del proceso electoral. Finalmente, el secretario de Educación dio una explicación poco convincente sobre cuestiones técnicas que llevaron a la suspensión indefinida del proceso de evaluación: “Cabe precisar que suspenderlos no significa otra cosa más que diferir por un tiempo, y de ninguna manera quiere decir cancelar la evaluación de los maestros.” Finalmente, en una contradicción comunicativa, luego de que había explicado que la suspensión de los procesos tuvo como fundamento razones de carácter técnico y político, para no interferir en el desarrollo del proceso electoral en curso, afirmó que con respecto al aviso difundido la semana pasada, se mantuvo prudencia y discreción para no vulnerar el desarrollo del proceso electoral de gran trascendencia para el país, “prudencia que se fincó en las leyes electorales y no en el capricho”.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @mmaraboto Blog: CorpMedios   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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