Seamos francos, varios de los muy esperados blockbusters de este verano no cumplieron con las expectativas del público. 

Al maestro Gustavo García.

  Toda temporada veraniega tiene, por regla general, sus puntos altos, bajos y medios. Es como una montaña rusa. Algunos años las atracciones te sorprenden, otros te decepcionan y a veces sólo son intentos insulsos por quedarse con un poco más de dinero junto a un sustancioso combo de palomitas. Revisemos tres intentonas veraniegas que por una u otra razón no alcanzaron todo su potencial. Digamos que son el bueno –a secas–, el malo y el regular:   Monsters University: Ah, nos volvemos a encontrar… Lo sé. Muchos de ustedes dirán: “me reí mucho, cómo es que una película de Pixar se puede considerar saldo de verano”. Es lo que pasa cuando Disney te compra. Si cualquier otra casa productora hubiera hecho Monsters University (2013) seguramente sería considerada un éxito. Es chistosa, familiar, entretenida, nada pretenciosa, sensible, juega a la trivia cinéfila, y sin embargo… Esta precuela al ahora clásico pixariano, Monsters Inc. (2001), nos lleva a los días universitarios de Sully (John Goodman/Víctor Trujillo) y Mike (Billy Crystal/Andrés Bustamante), la época en que los inseparables compañeros en realidad no se soportaban y competían por ser el mejor asustador en las aulas. MU es impresionante visualmente, incluyendo al corto que la acompaña: The Blue Umbrella (2013), de Saschka Unseld. Es de admirar el grado de definición que ha alcanzado el equipo creativo y de diseño de Pixar. Siguen a la vanguardia en este departamento. Sí, la película no trasciende por lo genérica que es. A casi dos décadas de su primer gran éxito –Toy Story (1995)–, la compañía comienza a acusar cansancio en las ideas. Pareciera que se aferraron a una fórmula y no quieren dejar de ejecutarla. Claro, alguna vez fue fresca pero dejó de serlo unas cuantas cintas atrás. La comedia de pareja dispareja, la falta de personajes femeninos trascendentes, personajes secundarios que son más un gag que profundidad narrativa, etc. Al final Monsters Univesity no deja de ser una precuela y la canibalización de la larga tradición estadunidense de retratar la lucha de fraternidades dentro de las universidades. Como bien apunta Eric Ortiz: “Es básicamente Revenge of the Nerds (Jeff Kanew, 1984) con monstruos y sin sexo.” El trasfondo de la cinta sugiere que aunque lo intentes y te esfuerces es posible que no consigas eso que anhelas. Es un mensaje extrañamente oscuro y muestra que no todo está perdido dentro de Pixar, todavía hay originalidad y atrevimiento en alguna parte. Aunque se nota la influencia de Disney, ya que tampoco se explora del todo y termina por cambiar hacia el final por algo más family friendly. El que hayan puesto dos veces el trailer de Aviones (Planes, 2013) antes de la película, sólo resalta el interés mercantilista detrás de esta producción. Gracias por nada, Disney.   ¿Qué pasó ayer? Parte III: Ni a cruda llega Éste sí es un verdadero retazo veraniego. ¿Qué pasó ayer? (The Hangover, 2009) partía de una excusa inteligente para generar comedia y situaciones incómodas. Phil (Bradley Cooper), Stu (Ed Helms) y Alan (Zach Galifianakis) despertaban después de festejar la despedida de soltero de Doug (Justin Bartha), sólo para descubrir que las cosas se habían salido de control y el festejado no estaba. No había otra opción que regresar sobre sus pasos de esa noche de copas, esa noche loca. Fue una sorpresa su éxito en el público, teniendo en cuenta el poco impacto en taquilla que tienen las comedias de clasificación R. Ya en su segunda entrega, la franquicia comenzó a sentirse agotada, quizá demasiado. ¿Qué pasó ayer? Parte II (The Hagover Part II, 2011) era la repetición del mismo acto, en Tailandia en lugar de Las Vegas. Dejaba en claro que el director Todd Philips y su equipo habían dejado la creatividad en casa. Fue ligeramente menos exitosa que la primera –monetariamente hablando–, asegurando una tercera parte para la serie. El mismo chiste contado dos veces con las mismas inflexiones pierde la gracia. Con eso en mente, Phillips y su coguionista, Craig Mazin, decidieron olvidarse de la estructura post-cruda en pos de algo más tradicional en ¿Qué pasó ayer? Parte III (The Hangover Part III (2013). También encaminaron la trama más hacía un thriller con apuntes chistosos que a una comedia como tal. La historia tiene como verdadero protagonista a Mr Chow (Ken Jeong), quien es buscado por un viejo enemigo (John Goodman pocas veces tan desaprovechado) que busca recuperar un dinero que le fue robado. La manada deberá rastrear a Chow antes de que sea demasiado tarde para uno de ellos. Imbuida en situaciones cómicas que causan más raspados que garganta que risas, no faltará quien defienda la película diciendo que el humor negro es su objetivo y de ahí que la incomodidad prevalezca. Aunque en realidad, más que negro se siente como un gris resbalón. El encanto se perdió. Hasta los actores parecen estar en piloto automático, más interesados en comprobar que su cheque no rebote y poder construir esa bodega de vinos en el ala izquierda de su mansión en Malibú que en darle un poco de sabor a su personaje. Es un alivio saber que ningún animal fue lastimado en la filmación.   Guerra Mundial Z: Antisepsia zombie El nuevo trabajo de Brad Pitt, Guerra Mundial Z (World War Z, 2013), llega a los cines en medio de escándalos en el set, peleas entre el director y su estrella, cambios de libreto y algunas otras linduras. Además, el estudio que apoyó la distribución –Paramount– se niega a venderla como una película de zombies, a pesar de que a grandes rasgos luzca como una. Inspirada por la novela homónima de Max Brooks, la cinta tiene como protagonista a Gerry (Pitt inmune a todo peligro), un exoperativo de la ONU que ahora cuida de sus hijas y su esposa. Durante una salida a la ciudad, nuestro protagonista y su familia terminan en medio del caos que se desata por una plaga de muertos vivientes. Gerry no tendrá otro remedio que reincorporarse al servicio y descubrir que desató la pandemia, si quiere que sus seres más queridos permanezcan sanos y salvos. Recuerden que ésta es una película sobre zombies con un rating B15 —PG13 en EU–, así que es muy probable que los fanáticos del subgénero que popularizó George A. Romero queden bastante decepcionados. La verdadera pregunta es: ¿por qué las películas veraniegas tienen que bajar la violencia cuando semana a semana cosas como The Walking Dead, Spartacus, True Blood, etc., muestran cosas más gráficas en TV y se salen con la suya? Conozco más niños que se saben de memoria los capítulos de Game of Thrones que las tablas de multiplicar. A pesar de sus conflictos con Pitt, Marc Forster saca adelante el barco. Entregando escenas de acción más pulidas que en su anterior trabajo de este tipo, Quantum of Solace (2008). En especial esas secuencias en Israel en que una horda de muertos vivientes logra escalar la muralla y atacar la ciudad, un amontonamiento de cuerpos digno del Metro en hora pico. Eso es lo que pasa cuando israelitas y palestinos hacen las paces. Es un acierto de los guionistas que llegaron para cambiar el tercer acto detectar que nada superará el frenético ritmo de esas escenas y optan cerrar en un tono menor, casi personal. Parecido al de La noche más oscura (Zero Dark Thirty, 2012) o Contagio (Contagion, 2011) Sin embargo, no hay mucho espacio para crecer y avanzar hacía una secuela como plantea el estudio. El problema de Guerra Mundial Z es su indefinición, quiere abarcar tantos nichos como sea posible y termina por no ser nada. Ni picha, ni cacha, ni deja batear.    

 

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