Existen dos razones para pensar que sí: más personas con acceso a teléfonos de gama alta a un menor precio, y un mayor avance tecnológico que permite lanzar más productos, mejorar la experiencia del consumidor y la seguridad. Pero aún hay obstáculos: falta que más desarrolladores y negocios, incluso los pequeños, avancen en la adopción de estándares, y que las autoridades regulatorias se adapten también.   Las condiciones para que se produzca, ahora sí, un crecimiento exponencial de los pagos por dispositivos móviles en México parecen ser las idóneas. Por primera vez en el país, el número de smartphones ha superado el de móviles básicos (Feature Phones). Al cierre de 2014 había 104 millones de líneas móviles, de las cuales 52.6 millones corresponden a smartphones, es decir, 50.7% del total, según cifras de The Competitive Intelligence Unit (CIU). Pero algo sigue fallando. De cada 10,000 adultos, sólo 106 tienen contratos de banca a través de un dispositivo móvil, y sólo se tienen tres productos de banca móvil impulsados por cuatro bancos, según el reporte Inclusión Financiera 2013 de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). Además persiste la costumbre de las personas de hacer la mayoría de sus pagos en efectivo, y no es algo que tenga que ver solamente con la población de menores ingresos. “El 63% de las personas con ingresos superiores a 300,000 pesos anuales siguen pagando la mayoría de sus cuentas en efectivo. Nuestra sociedad sigue basada en el uso del ‘cash’”, dice René Salazar, director ejecutivo y senior vicepresidente para Fiserv en América Latina, el Caribe y Canadá. La penetración de estos productos y otros canales para pagos móviles en México y otras economías emergentes ha permanecido incipiente en los últimos años, pero su adopción a partir de este año podría ser mucho más rápida. Para pensar eso hay dos razones principales: más personas con acceso a teléfonos de gama alta a un menor precio, y un mayor avance tecnológico, que permite lanzar más productos, mejorar la experiencia del consumidor y la seguridad en las transacciones. Pero aún quedan retos por enfrentar: que más desarrolladores y negocios, incluso los pequeños, avancen en la adopción de estándares, y que las autoridades regulatorias se adapten también.   Potencial (aún) dormido El número de cuentas de dinero móvil registradas a nivel mundial creció hasta los casi 300 millones en 2014, de acuerdo con el estudio Estado de la Industria 2014 de GSMA, la asociación que agrupa a más 800 operadores de telefonía móvil y que organiza el Mobile World Congress cada año en Barcelona, España. Aunque esta cifra representa un hito para la industria, aún está por debajo de su potencial, pues representa sólo 8% de conexiones móviles en mercados donde están disponibles los servicios de dinero móvil, indica el estudio de GSMA. Otro análisis, éste de Ernst & Young (EY) sobre pagos móviles, indica que el número de cuentas podría llegar hasta 450 millones en 2017. La firma de estimación Gartner calculaba en 2013 que el valor de mercado de las transacciones móviles llegaría a 235,000 millones de dólares (mdd). Sólo trasladando el 5% del dinero que se mueve en efectivo a nivel global a los pagos electrónicos generaría una masa de alrededor de 80,000 millones de dólares, indica René Salazar, de Fiserv, firma de soluciones tecnológicas en servicios financieros y banca móvil. En el caso de México, aunque la penetración del dinero y los pagos móviles han tenido un crecimiento incipiente, el número de teléfonos inteligentes llegó a 50.7% de total de líneas en 2014, según CIU. Hay otro dato alentador para la industria: México, junto con Colombia, lidera el crecimiento del uso del teléfono móvil como medio de pago. Casi 40% de las personas en México que cuentan con un smartphone realiza pagos o compras en comercios a través de su dispositivo al menos una vez al mes, según el informe de Tendencias en medios de pago 2014 de Tecnocom.   Mejorar la experiencia Uno de los factores necesarios para que crezca de forma exponencial el uso de los pagos móviles es mejorar la experiencia del consumidor, dejando atrás las preocupaciones sobre seguridad y uso en las transacciones. Apple y Samsung han presentado en los últimos dos años sus sistemas de pago con móvil, atacando así el mercado y vinculando a sus usuarios con la experiencia y la marca. “En los últimos tres años, como industria, hemos estado discutiendo y avanzando para aprovechar mejor la tecnología para dar mejores servicios a los consumidores en términos de pago, en el uso de esta tecnología y mejorar la vida de los consumidores”, afirma en entrevista Max Chion, ejecutivo de Productos y Pagos Emergentes de MasterCard. La complejidad en el uso era uno de los principales obstáculos en el progreso de banca móvil y, por ende, en la ampliación de los pagos móviles, pero cada vez más empresas tienen mayor interés en buscar soluciones para hacer la experiencia más atractiva. Enrique Ramos O’ Reilly, director regional de Temenos, compañía suiza especializada en software para servicios financieros, destaca que más empresas están interesadas en implementar sus soluciones para smartphones y tablets. “También hemos invertido mucho dinero para que la experiencia sea más agradable. Los millennials dan un valor muy alto y van a seleccionar su institución financiera de acuerdo con los dispositivos disponibles y cómo los puede comunicar con ellos”, agrega el directivo.   La última frontera Un mayor número de dispositivos móviles y el mejoramiento de la experiencia deberían dar las condiciones propicias para el crecimiento exponencial del dinero móvil, pero no basta con que los consumidores lo adopten. Las empresas también deben adoptar los estándares si quieren participar. “Una primera cosa que concluimos es que debe haber estándares. Si no los hay es difícil que los participantes en la cadena de valor adopten la cadena de solución”, dice Max Chion, de MasterCard. Enrique Ramos O’Reilly, de Temenos, coincide en que debe avanzarse en este aspecto. “Un problema hoy en día es que un comercio se pregunta qué estándar voy a utilizar: el que manejan MasterCard y Visa para recibir transacciones, o el que tiene el iPhone. Aún faltan cosas por definir, y esto va a tener que empezar a tomar forma en poco tiempo, en donde se tengan que definir estándares que sean útiles y utilizados por varios vendedores, para que no exista uno que sea dominante y que la aceptación de esta tecnología sea más grande.” Los retailers y los prestadores de servicios públicos y privados también deben estar listos para tener la infraestructura adecuada para que el usuario final pueda realizar los pagos, agrega René Salazar, de Fiserv: “Necesitamos que los retailers tengan la infraestructura lista, que el sector financiero también esté listo para que toda la cadena permita que ese flujo de dinero móvil pueda ocurrir y, por supuesto, un marco regulatorio que permita a todas las instituciones y retailers operar de esa manera y dar la certeza al cliente final de que puede realizar esos pagos por teléfono.” El avance del dinero móvil y pagos por dispositivos no reemplazarán al efectivo ni a las tarjetas en el corto ni en el mediano plazo, sino que coexistirán las tres formas conforme los avances tecnológicos sigan adaptándose. Max Chion, de MasterCard, lo ve de esta forma: “En algunas ocasiones los usuarios usarán sus teléfonos y otras sus tarjetas. De la misma forma en que las tarjetas y los vouchers de papel existieron, hasta que las tarjetas los sustituyeron.”

 

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