Por Luis Carlos Chacón J.* El reacomodo que vive la economía global y sus actores traerá en el futuro un crecimiento en las empresas y personas que desde hoy le apuestan a innovar e invertir en lo que muchos consideran ‘divergente’. No son pocos los que piensan que es­tamos en crisis. El ruido mediático de una posible recesión va más allá de conjeturas, pero no se trata de ninguna de los dos. La situación actual es reflejo de un cambio en los cimientos mismos del modelo econó­mico. El Foro Económico Mundial habla de la falta de una definición común para lo que conocemos como economía colabo­rativa o sharing economy. Precisamente, la multiplicidad de manifestaciones de este modelo hace que su definición sea casi inasible, pero el cambio está latente, sobre todo en ciudades donde la eficiencia de recursos y la inversión en capital local sigue en aumento. La incertidumbre económica crece, pues nunca habíamos experimentado tantos cambios y tan abruptos. Cada vez somos más propensos a vivir en la repetición de la teoría del cisne negro de Nassim Nicholas Taleb, concepto que habla de hechos impro­bables e impredecibles con consecuencias a su vez desconocidas. Según el autor, se trata de eventos extraños que no se ajustan a ninguna expectativa. La incertidumbre es constante, las personas viven el día a día en un estado de crisis perpetua. Como indica el futurólogo Peter Schwartz en su teoría de las crisis en cascada: no terminamos una cuando ya estamos en otra. Aquello que sostenía el sistema econó­mico que conocemos cambia hacia una re­estructuración e incluso hacia una posible desaparición. Tres ejemplos tangibles: En 1908, cuando Henry Ford creó The Ford Motor Company y los automóviles se hicieron masivos, el petróleo despegó gracias al consumo de gasolina. De 2008 a 2014 alcanzó precios por encima de los 100 dólares por barril. Hoy se encuentra por de­bajo de los 30 dólares. Nuevas alternativas se plantean con los carros eléctricos, cuyo mercado podría estabilizarse en 2020. China, la segunda mayor economía del mundo, experimentó un crecimiento a doble dígito en los años 70 y parte de los 80. Hoy vive un crecimiento lento, de 3 y 4%, y su deuda total pasó de 7 billones de dólares a 28 billones entre 2007 y 2015. Sólo en Estados Unidos, el consumo de carne ha ba­jado en la última década y dado paso a lo vegetariano y a otro tipo de proteínas. Hoy la carne cuesta la mitad de lo que costaba en 1970 y hay discusiones éticas y ambientales so­bre su impacto. La producción de comida, especialmente de carne, se hace cargo de 70% del consumo de agua en el mundo. A mediano plazo, los cambios en la eco­nomía serán motivados por grandes hechos que forman parte del futuro: La super población de las ciudades. Para 2025, 2.6 billones de personas vivirán en ciudades y gastarán 70% más en productos y servicios. Se cree que en 2030, dado el crecimiento poblacional y cambio climático, la mayoría de la población sufrirá de algún tipo de escasez de agua, electricidad y comida. También, se espera el crecimiento de nuevas mentalidades gracias a factores como la multiculturalidad. En 2035, un tercio de la población infantil y adolescente de Estados Unidos será latina. La masificación y evolución de la tecno­logía representada a través de la cuarta re­volución industria: impresión 3D, internet de las cosas y realidad virtual, entre otros. El cambio poblacional se hará más evi­dente en los próximos años: en 2050 habrá más personas de 60 años que de 15 años.   Plan de crisis El año pasado tuve la oportunidad de con­versar con Peter Schwartz, por supuesto sobre el futuro, y cuando le pregunté ‘cuál era la principal esperanza de la próxima década’ no dudó en contestar que ‘será la innovación y aquellos que se atrevan a innovar en un contexto cada vez más cambiante y difícil (serán) los que lleven la humanidad a un mejor lugar’. El secreto parece estar en ser resi­liente. Las personas son movidas por ‘motivaciones humanas’ que las grandes empresas conocen y aplican constante­mente. Desde la necesidad de seguridad (financiera) hasta el amor, sentido de pertenencia, autoestima, poder, vitalidad, control, felicidad y vida social. Eso implica que mu­chos están moviendo sus negocios hacia prácticas de respuesta en tiempo real y las empresas —propias o no— trabajan en cambios radicales en sus modelos de negocios. Un espíritu de supervivencia que lleva a la creación de estrategias e implementaciones para no dejarse llevar por el fracaso. Así, algunas personas, pymes, corpora­ciones y gobiernos aprovechan la aridez de este cambio económico para mitigar la incertidumbre del presente.   Algunos ejemplos Hace poco los gigantes Campbell Soup y General Mills se lanzaron a invertir en pe­queños productores orgánicos y locales, un mercado de competidores divergentes que apoyan y sustentan nuevas industrias. Bill Gates y Elon Musk, cofundador de PayPal, entre otros billonarios, se compro­metieron a comienzos de 2016 a invertir cerca de 2,000 millones de dólares (mdd) en investigaciones en energía y electricidad. Más de 50% de ceos de marcas de lujo han empezado a cambiar sus modelos de negocios a partir de la escasez de recursos. Veremos más programas sostenibles dentro de la industria del lujo. La Ciudad de México vivió hace poco los más altos índices de contaminación en 13 años. Como repuesta, Uber lanzó durante dos días UberGreen, una opción ecoami­gable para que sus usuarios solicitaran el servicio de carros eléctricos. Israel quiere hacer de la nación de las startups un mode­lo de conocimiento mundial sobre innova­ción y emprendimiento, que cambie de ser generador de nuevos negocios a acelerador de innovación en mercados emergentes. Peter Thiel y Accel Partners abandona­ron la inversión en redes sociales para darle paso a fondos que apoyen la educación e investigación relacionados con la ciencia, ingeniería y tecnología. Alphabet, el holding creado por Google que reestructura su negocio para enfocarse y ampliar su portafolio pensando en el fu­turo, pero que a su vez no tiene la seguridad de arrojar ganancias en el mediano plazo. La startup Nootrobox innova en campos no explorados: comida que mejora la capacidad cognitiva humana, y pasar de lo cotidiano a un contexto científico. África se perfila como el siguiente terri­torio de inversión por el crecimiento de su poblacióncon menor de 30 años, además de tener los índices más altos de urbanización, un catalizador para la innovación. Desde 2015, Coca-Cola se ha dedicado a comprar empresas satélite como Suja Juice, produc­tor de jugos orgánicos de prensado en frío. Lo que se conoce en economía como costo de oportunidad (aquello a lo que se renuncia al elegir algo / el costo de una inversión no realizada versus la ganancia que genera otra) son el motor e inspiración de quienes invierten, innovan y amplían sus negocios. Se debe entender que no todas las pérdidas son absolutas y no todas las ganancias construyen valor. El crecimiento económico cada vez más dependerá de qué tanto están las personas dispuestas a enfrentar lo establecido y cambiarlo. *Luis Carlos Chacón es futurista de Bautista, Consultora de Tendencias y Estudios del Porvenir.

 

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