Éstas son las leyendas urbanas que dominan el mundo de la Economía y las Finanzas. Desmitificamos las máximas que todos los días se escuchan de boca de los políticos y se leen en la prensa.   Por William Baldwin   1. La inversión crea puestos de trabajo ¿Cuántas veces has escuchado esa frase, sobre todo de políticos que defiende el recorte de impuestos para los ricos? Este concepto económico se encuentra completamente desalineado con la realidad. El objetivo de la inversión es la eliminación de puestos de trabajo. La modernización de la agricultura no sustituye 100 puestos de trabajo agrarios con 100 puestos de trabajo de maquinaria agrícola. Si así fuera, el cambio no tendría ningún sentido. Sería lo mismo tener a esos trabajadores sudando sobre los campos que sobre la maquinaria Deere dentro de una fábrica. No, el punto de la agricultura mecanizada es reemplazar 100 empleos agrícolas con solo 50 puestos de trabajo fabril y de comercialización, o tal vez sólo 5. Sobre dicha eliminación de puestos de trabajo se ha construido la mejora del nivel de vida durante los últimos dos siglos.   2. Los recortes de impuestos mejorarán tu vida He aquí otra afirmación salvaje de los políticos. Lástima que no sea cierta. Si así fuera, los recortes fiscales de Bush tendrían a Estados Unidos en un auge económico. Si quieres evitar que el gobierno deje de obstaculizar el desarrollo económico, el recorte de impuestos no es el camino. Tienes que recortar al gobierno. Eso significa recortar programas, lo cual es difícil de hacer. Milton Friedman entiende la diferencia. El daño económico causado por un gobierno grande, dijo, se mide por los recursos que obtiene de la gente. No importa si ello se lleva a cabo mediante el cobro de un impuesto o la emisión de un bono o la impresión de billetes de 100 dólares (todos, métodos en activo hoy en día). Esto explica por qué el ambicioso esquema de impresión de dinero de Ben Bernanke es un fracaso. El dinero va a dar a las cuentas bancarias y los cajones de calcetines de la gente y permanece ahí, inactivo. La gente no quiere invertir o gastarlo porque sabe que sus recortes de impuestos van a rebotar tarde o temprano.   3. Las comisiones de rendimiento sí pagan Un arreglo habitual en los fondos de riesgo es que el inversionista le da al operador un bonus por el éxito de las operaciones. Además de la comisión base por la gestión de los recursos, se espera que una ceda el 20% de las ganancias, o a veces el 20% de los rendimientos cuando se rebase algún punto de referencia. Nos hacemos ricos sólo si tú te haces rico, dice el operador. La toma del 20% significa que podrías tener que pagar una cuota grande, pero ése sería un problema a cualquiera le gustaría tener, ¿no es así? Supongamos que el fondo de inversión gana en grande, los rendimientos se disparan hasta el 40% y después del pago de la bonificación te queda un 32% de las ganancias. Eso suena como una tremenda oferta. No lo es. Es un terrible negocio.   4. Los dividendos son buenos para ti Los inversionistas están enamorados de los dividendos. Destinan miles de millones a negociar ETFs en busca de dividendos, se dejan atraer por empresas torpes cuyo único atractivo es una robusta producción y que entusiasman a sus clientes con la perspectiva de conseguir más dividendos que Apple. ¿Qué pasa con los dividendos? Ah, sí, hay que pagar impuestos por ellos. Los accionistas estarían mejor si las empresas desembolsaran efectivo mediante la compra de acciones. Eso es lo que Berkshire Hathaway tiene que hacer. Pero las empresas que están en el mismo camino que Berkshire enfrentan una hondonada de críticas por parte de los comentaristas que se han convencido de que las recompras son riesgosas y potencialmente perjudiciales para los accionistas. ¿De dónde viene la teoría de que una recompra es peor que un dividendo? A partir de una interpretación errónea de la aritmética. Parece que recomprar acciones justo antes de que el precio de las acciones caiga resulta en una pérdida de activos para la empresa. No lo es, pero comprender por qué resulta difícil, al igual que es difícil para un niño de siete años de edad comprender que puede haber tal cosa como un número negativo.   5. El rebalanceo aumenta los rendimientos Los expertos recomiendan rebalancear la cartera para obtener porcentajes fijos en diferentes categorías, tales como acciones nacionales, acciones extranjeras, bonos, etc. Si no eres suficientemente disciplinado para hacerlo por tu cuenta, entonces se supone que debes contratar a un experto. Hasta ahora, durante el siglo 21, aunque las acciones se han recuperado no van a ninguna parte, mientras que los bonos lo han hecho bastante bien. Alguien que se haya rebalanceado su cartera a lo largo de los últimos 12 años, en realidad habría ganado más que alguien que haya optado por una distribución fija y nunca haya diversificado. Elige un plazo diferente y obtendrás un resultado diferente. Los analistas de Vanguard echaron un ojo al rendimiento de las acciones y los bonos de los últimos 74 años hasta el 2009 y encontraron esto: Alguien que hubiera comprado un 60% de acciones y 40% de bonos en el inicio, y luego no hiciera nada, habría conseguido un rendimiento de 9.1% anual; mientras que alguien que hubiera rebalanceado a 60/40 todos los meses habría logrado un promedio de sólo 8.5%. El rebalanceo está bien si todo lo que estamos tratando de hacer es dormir mejor por la noche, pero la idea de que su sola aplicación aumente el rendimiento esperado es un disparate.   6. Los inversionistas están huyendo de las acciones Si crees esas historias de la fuga de inversionistas, quizá sientas un poco de lástima por todas esas personitas que se quemaron en el crack bursátil de 2008 y luego partieron justo a tiempo para perderse la recuperación del mercado. ¿De dónde vienen estas historias? A veces, de los periodistas que ven la salida de activos de los fondos de inversión, pero no se dan cuenta de que el dinero se vuelca sobre los ETFs. Casi siempre, los periodistas fallan en darse cuenta de que las grandes corporaciones recompran entre 350,000 y 450,000 millones de dólares al año de sus propias acciones. En efecto económico, las recompras son sólo sustitutos de los dividendos. Sin embargo, en las estadísticas son tratadas como salidas de la bolsa de valores.  

 

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