¿Cómo surgió uno de los días más comerciales de la actualidad? ¿Cuántas madres —sin doble sentido— hay en México y qué dice la estadística al respecto? Un poco de todo eso se responde a continuación.  

El porvenir de un hijo es siempre obra de su madre.

Napoleón

   

10 de mayo de 2013, Ciudad de México

  Los restaurantes se encuentran a tope y, aún con reservación, hay multitudes esperando desesperadas a que se desocupe una mesa. Las tiendas de regalos personales siguen abarrotadas, a pesar de que varias de sus mercancías en oferta se agotaron el día anterior. No se diga los puestos de flores, de los que hay uno en cada esquina. Curiosamente, la mayoría de los pagos son en efectivo porque —¿es de sorprenderse?— muchos regalos son adquiridos en el llamado «comercio informal». Aunque la mayoría de las mamás esperan recibir objetos personales —ropa, zapatos, perfumes, accesorios— o incluso efectivo, no faltan los incautos que se dejaron llevar por las «ofertas especiales» en electrodomésticos que «facilitarán las tareas de su cabecita de algodón» (sic). Es el Día de las Madres y, según la Procuraduría Federal del Consumidor, es uno de los días en que los mexicanos gastamos más —equivalente a la Navidad o el Año Nuevo—. En esta misma página se detalla cuánto gastaremos los mexicanos en este día, pero, ¿de dónde nos nació esta costumbre que parece sólo beneficiar al comercio y acordarse de tener madre sólo una vez al año?   En el origen Aunque la mayoría de las culturas originarias han dedicado algún día a celebrar la figura materna, el Día de las Madres como lo conocemos es muy reciente. El primer intento por establecer la «oficialidad» de este día corrió por cuenta de Julia Ward Howe, una estadounidense abolicionista, poeta y activista social por los derechos de las mujeres que, en 1870 redactó su Manifiesto del Día de las Madres, en el que llamaba a concertar la paz como oposición a la Guerra de Secesión estadounidense y la guerra franco-prusiana. Howe se mantuvo en su campaña pacifista y propuso que la celebración se estableciera el 2 de junio de 1872, pero su propuesta no tuvo resonancia, a pesar de que insistió en ello algunos años más. En 1905 otra activista social, Ann Maria Reeves Jarvis, murió, y su hija Anna Jarvis, un par de años después, emprendió una campaña para que se aprobara el «Día de la Madre» como reconocimiento a las actividades de su madre durante la Guerra de Secesión. En 1914 el presidente Woodrow Wilson adoptó la iniciativa y, en poco tiempo, cada segundo domingo de mayo, la celebración ya era una costumbre en Estados Unidos. Sin embargo, para 1920, Anna Jarvis se volvió en contra de esta celebración «por la excesiva comercialización» que se le daba a un día que, según ella, debía conmemorarse con devoción y trabajo propio «y no con regalos que ha elaborado alguien más». De hecho, Anna Jarvis fue arrestada en una ocasión «por perturbar la paz» durante las manifestaciones que organizaba como protesta. Ella y su hermana Ellsinore dedicaron sus últimos días y recursos a esta causa.   En México

«El 10 de mayo todos celebran a su madre,

aunque a muy pocos se les note» Escuchado por ahí.

  El 13 de abril de 1922 —durante el gobierno de Álvaro Obregón—, la gente que leyó el diario Excélsior encontró una curiosa nota en la que los invitaban a difundir y celebrar, por primera vez, el Día de la Madre en México para el 10 de mayo. Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, se promovió el festejo como una «celebración patriótica», para fomentar la idea de que la familia es la base del Estado y para reducir —en vano— la influencia que la Iglesia ejercía sobre la población y en especial sobre las mujeres. La celebración se empezó entonces a fomentar desde las escuelas por medio de festivales infantiles «en honor» de las madres. Para 1942 la fecha ya gozaba de tal popularidad que la celebración duró toda una semana. Un dato curioso de ese año es que el Monte de Piedad ofreció a todas las madres que podían reclamar, sin costo, sus máquinas de coser empeñadas. Aunque el Día de las Madres no es una «celebración oficial» reconocida por el Estado, la mayoría de la gente se toma —al menos— medio día de trabajo para festejarlo.   «La familia pequeña vive mejor» En el segundo párrafo del artículo cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se lee: «Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos». La maternidad —parafraseando a James McNeill Whistler— es como el arte: sucede. Y prueba de ello son las estadísticas que tenemos en México. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registra que el promedio de hijos que tenían las mexicanas —de 1969 al 2009— se redujo de 7 a 2.4 hijos. Esto se debe a varias causas: la política poblacional que comenzó en la segunda década de los años 70 —¿recuerdan el slogan de «La familia pequeña vive mejor»?—; los cambios socioeconómicos que aumentaron la escolaridad en la población, pero sobre todo, que la mujer tuviera una mayor participación económica, social y política.   Cuántas madres hay en México El censo poblacional de 2010, indica que en México residen 40.8 millones mujeres mayores de 15 años, de las cuales 71.6% han tenido al menos un hijo. Es decir: siete de cada diez. Entre 1976 y 2009, el porcentaje de mujeres en edad fértil que emplea métodos anticonceptivos pasó de 30.2 a 75.2%. A pesar de este aumento, persiste una demanda insatisfecha de anticonceptivos, sobre todo entre la población adolescente. De acuerdo con la Encuesta de Salud y Nutrición 2012, del total de adolescentes sexualmente activos, 14.7% de los hombres y 33.4% de las mujeres no utilizaron ningún método anticonceptivo en su primera relación sexual. En México, 13.6% de los nacimientos registrados en 2009 fueron de adolescentes o mujeres jóvenes cuyas edades oscilaban entre los 15 y los 19 años de edad.   Cifras mortales Por lo regular, 15% de las mujeres embarazadas presentan alguna complicación mortal que requiere atención médica especializada. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las principales emergencias obstétricas se relacionan con trastornos hipertensivos, hemorragias e infecciones, pero en México la Secretaría de Salud (SSA) agrega el embarazo ectópico, el aborto séptico y la enfermedad tromboembólica venosa. Durante 2011, ocurrieron 48 defunciones maternas —en mujeres de 15 a 49 años— por cada 100,000 nacidos vivos. Es decir: un total de 918 defunciones.   Participación económica La imagen de la madre que se queda en su casa para «criar a su prole» quedó relegada a la publicidad conservadora —y alejada de la realidad—, pues de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el segundo trimestre de 2012, la tasa de participación económica de las mujeres —mayores de 15 años con al menos un hijo— es de 44.1%, de las cuales, 97.9% combina sus actividades laborales con los quehaceres domésticos. Según su situación conyugal, la tasa de participación económica más alta se da entre las madres solteras (71.8%), divorciadas (71.7%) y separadas (68.3%), es decir, casi siete de cada diez trabajan o buscan cómo sustentar su hogar. Estas cifras revelan que 96.3% de las mujeres con hijos participan en la producción de bienes y servicios. El 35% de la población femenina con hijos trabaja en el llamado «sector informal», 33.5% en empresas y 17.4% en instituciones —por lo regular, de gobierno—. Por tipo de ocupación: 27.8% son comerciantes y 24.6% trabajan en servicios personales. Por otra parte, 44.6% de las mujeres con hijos que ahora buscan empleo renunciaron a su trabajo anterior, 36.9% lo perdió, 7.7% cerró un negocio y sólo 7% no cuenta con experiencia laboral.

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Con base en estos números, es evidente que las madres de este país son fundamentales para nuestra economía. Por ello, ¿cuál sería para usted el mejor regalo que podrían recibir… no sólo en este día?     Contacto: El autor de esta nota con gusto responderá a sus preguntas o comentarios en Twitter. Sígalo como @alguienomas 

 

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