Jon Oringer fundó su compañía de fotos de stock en 2003 y desde entonces su empresa no ha hecho sino crecer. Ésta es su historia.   Por Steven Bertoni   Jon Oringer camina a lo largo de la planta 21 del Empire State Building y se escapa por una ventana hacia una terraza para posar para una sesión de la revista, tomando sus propias fotos mientras el fotógrafo hace tomas de él. A partir de este invierno, todo el piso (y otro justo debajo) será el hogar de Shutterstock, el sitio web de fotos con un equipo de 295 personas cuyas acciones se han triplicado hasta alcanzar un valor de mercado de 2,500 millones de dólares (mdd) desde su debut en la Bolsa de Nueva York el pasado octubre. Es una sede apropiada para el primer multimillonario de tecnología de Nueva York (su fortuna es de 1,300 millones, para ser exactos) en momentos en los que busca montarse a la ola de la proliferación de pantallas, smartphones y ancho de banda para convertir Shutterstock en el mayor mercado del mundo para la compra y venta de imágenes. Ahora ese título pertenece a Getty Images, propiedad del Grupo Carlyle, pero en los últimos meses Oringer, de 39 años, ha firmado un acuerdo con Facebook para sus anunciantes, lanzado ofertas de fotografía de alta calidad y reuniendo 276 mdd en una oferta secundaria, con lo cual busca ampliar y simplificar su biblioteca de 25 millones de imágenes y videos y un millón de búsquedas en 20 idiomas. Lo que comenzó hace diez años con una Canon Rebel de 1,000 dólares y una oficina de 60 metros cuadrados, se ha disparado a una plataforma que agrega 20,000 nuevas fotos de un día de 40,000 colaboradores en más de 100 países. “Nos estamos moviendo más y más rápido. Ahora vendemos dos imágenes por segundo”, Oringer dice en su pequeña oficina actual de Wall Street. Su jefe de comunicaciones interrumpe para decir que ahora son tres fotos. “¿Ése es el nuevo número público? Impresionante”, dice Oringer con una amplia sonrisa. “Tres por segundo, es la primera vez que digo eso.” Gracias a ese vertiginoso uso Shutterstock lleva ritmo para ganar 230 mdd en ingresos este año (de acuerdo con Jefferies), un salto de 35% desde 2012. El Ebitda debería ser de 49 millones, un 39% más respecto al año pasado. La fotografía de stock será un mercado de 6,000 millones y Oringer está apostando a que puede quedarse con 1,000 millones de él. “Si quisiera hacer algo más no habría salido a la bolsa.” La programación siempre ha sido algo natural para Oringer, que creció en Scarsdale, Nueva York y comenzó a codificar en la primaria. Pronto estaba usando su Apple II para hacer juegos simples y plug-ins para sistemas de anuncios. “Hacer que una computadora haga algo que tomaría a un ser humano un largo periodo de tiempo siempre ha sido interesante.” También lo ha sido hacer dinero. Mientras estudiaba ciencias de la computación y matemáticas en la Universidad Stony Brook de Long Island, Oringer creó uno de los primeros bloqueadores de pop ups de la Web y vendió miles de copias. Se graduó en 1996 y se matriculó en Columbia para obtener su maestría en ciencias de la computación. “Yo no estaba tan interesado en el programa de la maestría”, reconoce Oringer. “Estaba tratando de crear productos para complementar el bloqueador de pop ups. Todas esas personas me daban sus tarjetas de crédito. Pensé que podía vender algo más.” Y lo hizo, lo suficiente como para comprar un departamento de 450,000 dólares en Gramercy Park en 2002. Oringer continuó impulsando productos a través de su enorme lista de correo: firewalls personales, software de contabilidad, bloqueadores de cookies. Los e-mails que enviaba siempre funcionaban mejor cuando incluía fotografías en ellos, y en lugar de pagar por costosas fotos de stock, Oringer compró una Canon e hizo sus propias tomas. Rápidamente se dio cuenta de que otros emprendedores de Internet podrían necesitar imágenes también. Construyó un sitio y en 2003 nació Shutterstock. Durante el primer año tomó 30,000 imágenes. “Quiero fotografiar todo lo que pude encontrar —desayunos, comidas y cenas–. Fotografiaba a mis amigos y les hacía firmar cesiones de derechos”, relata. “Resultó que era muy fácil crear un stock fotográfico comercial.” Con el tiempo contrató a un director de fotografía para organizar sesiones y modelos contratados por 100 dólares diarios a través de Craigslist para llenar salas de juntas, disfrutar de picnics falsos en Central Park o posar con un periódico y una taza de café. Por una suscripción de 49 dólares al mes los clientes podían descargar tantas imágenes como quisieran. Oringer compró anuncios en Google y personalmente promovió su sitio entre los tipos creativos de la ciudad. Pronto se descargaban imágenes más rápido de lo que podía subirlas, así que contrataron a los colaboradores para aumentar su oferta. La aparición de microstock, las imágenes genéricas de bajo precio que los clientes no quieren tomar por sí mismos, sacó de balance a la industria de la fotografía. Shutterstock y un competidor, iStockphoto, vendían imágenes que una vez costaron 500 dólares por sólo 1 dólar. Getty Images terminó adquiriendo a iStockphoto por 50 millones en 2006 y luego dejó la bolsa en 2008 a un 65% de su valor más alto pre crisis. “Todas las tendencias se alinean con lo que Jon está haciendo hoy en día, pero vio algo que otro no pudieron ver hace diez años”, dice Jeff Lieberman, de Insight Venture Partners, que invirtió en Shutterstock en 2007. Ese año Shutterstock creció a 30 empleados, que se encargaban del desarrollo Web, servicio al cliente y facturación. Oringer estaba batallando para dirigir el lugar. “Nunca había trabajado para una empresa antes, así que pasamos muchísimo tiempo buscando ayuda para la operación”, recuerda. En 2010 contrató a un director de operaciones, Thilo Semmelbauer, que había trabajado en los sitios de Weigtwatchers y el de empleos TheLadders.com. Oringer también ignoró la fama de la Costa Oeste y el hábito de la recaudación de fondos de las grandes empresas de capital riesgo. No necesitaba el dinero; Shutterstock hizo dinero desde sus inicios. Esa disciplina dio sus frutos cuando Shutterstock salió a bolsa en 2012, Oringer todavía posee alrededor del 50% de la compañía. (Él se deshizo de algunas acciones en septiembre con la venta de 145 millones de dólares en títulos en una oferta secundaria.) Para Oringer, hacer pública la empresa no fue una decisión fácil, pero al final decidió que reforzaría el balance, daría a Shutterstock más exposición y mayor legitimidad cuando se trata de grandes clientes corporativos. Pero salir a bolsa presionó a Shutterstock para evitar golpear a sus grandes objetivos de ingresos. Oringer está tratando de expandir el negocio internacional de Shutterstock, con una oficina en el Reino Unido y otra en Berlín que se abrirá próximamente. También está apostando por que el video será tan omnipresente en la publicidad y los medios de comunicación como las fotos lo son ahora. Cuando lo sea, tendrá a millones de clips baratos y de alta calidad listos para ser descargados. “Creamos mercados”, dice Oringer. “A medida que continuamos creciendo, la pregunta es, ¿cómo mantener la compañía tan innovadora como lo fue hace 15 empleados? Hemos sido capaces de hacerlo hasta ahora y seguiremos siéndolo en el futuro, pero no es fácil.”

 

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