El Salón de Alta Relojería 2017 acaba de cerrar sus puertas con un balance optimista acerca del futuro, pero también profundamente realista. Ha sido un año complicado, en el que la industria relojera suiza ha tenido que replantearse sus estrategias en cuanto a precios y complicaciones (no sólo relojeras); también para el SIAR, que en esta edición no ha contado con la presencia de marcas tan icónicas como Cartier, Jaeger-LeCoultre y Vacheron Constantin (las tres del grupo Richemont). Pero las perspectivas para el sector son halagüeñas: las ventas remontan y 2018 promete ser un año de consolidación. Un nuevo comienzo.

 

Siguientes artículos

Autotraffic, la empresa que hace inteligentes las calles
Por

Autotraffic ha encontrado en la tecnología una alternativa para devolver las calles a los ciudadanos. Con esta idea, la...