En la madrugada del domingo 2 de agosto, el Gobierno mexicano ha capturado a José Antonio Yépez, alias El Marro, lo cual significa un triunfo mediático para el actual gobierno, pero que, en términos reales, significa poco para la población en general.

La detención de José Antonio Yépez, vuelve a poner a discusión la efectividad de estas capturas, debido a un corrupto sistema penitenciario y de readaptación social que tenemos en el país, así como un débil sistema educativo, a la par de tener grandes zonas de territorio nacional en las cuales el Estado no tiene presencia alguna.

La captura es necesaria, ya que es lo procedente con criminales de alta peligrosidad, pero el siguiente paso que tiene que ver con la impartición de justicia, el aislamiento social y la readaptación, es un tema pendiente en México.

Por como operan las cárceles en el país, se tiene poca certeza de que El Marro no estará en contacto con el grupo delictivo que lo apoyaba; tampoco existen elementos para suponer que José Antonio Yépez será objeto de estudio social y psicológico, ya que, con los resultados obtenidos, es posible capacitar a los docentes de educación básica para la identificación y prevención de posibles casos de ese tipo a futuro, así como formular planes de readaptación.

Otro elemento a destacar después de la captura, es el hecho que esa organización criminal no desaparecerá con la detención de El Marro, ya que por la forma de organización que tienen y lo visto en anteriores operativos, lo que ocurrirá es que una nueva figura tome las riendas o un grupo rival más fuerte se haga cargo de la zona, lo cual significará mismos o mayores niveles de violencia en esa entidad.

El Estado mexicano ha podido detener a grandes criminales desde mediados de los noventa a la fecha, pero no ha sido capaz de consolidar una nación segura libre de violencia y trata de personas, debido a que se ha mostrado débil en materia educativa y de planificación de mediano y largo plazo.

Mientras grupos criminales entregan ayuda alimenticia a la población a mitad de una pandemia, el Estado mexicano se encuentra desaparecido en términos económicos y educativos en esas zonas. Así es hoy y así ha ocurrido en sexenios anteriores.

En cuestiones económicas, los grupos criminales han entendido de mejor forma el mercado de trabajo en zonas de media y alta marginación social, al ofrecer salarios por encima del promedio nacional y no escatimar en recursos cuando se trata de dotar de equipo a su personal. El Estado mexicano no sólo actúa de forma contraria, sino que ha sido incapaz de regular el mercado laboral para beneficio de los trabajadores en esas regiones.

Desde hace varios años, el crimen organizado siempre tiene una mejor oferta de trabajo en zonas de ingresos medios y bajos, lo cual les garantiza una mano de obra abundante y que puede ser sustituida con facilidad en caso de muerte.

Las razones de aceptar un empleo o no en el crimen organizado no sólo recaen en una pobre oferta de trabajo, sino también en un mal sistema educativo, ya que la ausencia del Estado en ese tema, deja en manos de terceros la formación de ciudadanos que tomarán decisiones individuales y colectivas en el mediano plazo.

La única forma en que una nación puede hacerse presente en todo el país, es a través de la educación. Contar con un sistema escolar fragmentado, con pocos recursos económicos para gastar y una cobertura que está lejos de ser amplia, evita que el Estado pueda mandar un mensaje de unidad y de enseñanza sobre la imposibilidad de que la ruta de éxito social es el crimen.

La captura de El Marro será publicitada como un logro en materia de seguridad por parte del actual gobierno, ya que es de lo poco que se puede presumir en ese rubro, pero no debe de alejarnos del real debate de una nación que no está educando contra el crimen, de una nación que no está readaptando a los detenidos y de una nación que está desaparecido en amplias zonas del país.

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El autor es Docente de economía en la UNAM, coordinador del Programa Único de Especializaciones en Economía (Posgrado, UNAM). Corredor y fotógrafo amateur en los ratos libres.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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