Stoker tenía todo el potencial para ser la nueva obra maestra de Chan-wook Park, de verdad lo tenía, pero algo se perdió en el camino.

 

India (Mia Wasikowska) tiene un lazo especial con su padre, hacen todo juntos. Situación que ha llevado a su madre, Evelyn (Nicole Kidman), a sentir celos de ese vínculo que ella no comparte. Un desafortunado accidente termina con la vida del progenitor de nuestra protagonista, terminando con el único nexo sólido de India con el mundo que la rodea.

Durante el funeral, aparece un extraño hombre del que India nunca ha escuchado hablar. Dice ser Charlie (Matthew Goode), hermano del difunto, y es increíblemente carismático. Su llegada marcará un momento de crisis en el hogar de la familia Stoker y dará lugar a un extraño triángulo amoroso. Asimismo, el pueblo que habitan será azotado por una serie de extrañas muertes. Lazos perversos (Stoker, 2013) es la primera producción norteamericana para el celebrado cineasta coreano Chan-wook Park, reconocido, principalmente, por la trilogía de la venganza compuesta por Sympathy for Mr. Vengeance (2002), Oldboy (2003) y Lady Vengeance (2005). En una entrevista para The Hollywood Reporter, Park dijo: “mis películas son historias de gente que imputa a otros la culpa de sus actos porque se niegan a aceptar la culpa ellos mismos”. Además, en el mismo diálogo, aseguró que decidió convertirse en director después de ver Vertigo (1958) de Alfred Hitchcock. Esos dos elementos se hacen presentes en la trama de Stoker. La culpa es parte inherente del conflicto en que los personajes de Lazos perversos viven. India, por la muerte de su padre y su imposibilidad de amar a su madre. Evelyn, por haber dado su cosmopolita vida por una hija y un marido que nunca la incluyeron en sus planes. Y, Charlie por haber estado separado tanto tiempo de su idealizada India. Todos achacan el resultado de los actos y la culpa a los otros, sin realmente reflexionar sobre su accionar en dichos eventos. El segundo por medio de la historia, claramente inspirada en dos clásicos hitchcocknianos: la anécdota de Shadow of a Doubt (1943) —donde un misterioso tío Charlie (Joseph Cotten, extraordinario) aparece y extrañas muertes suceden— y, de manera más vaga, en el modo en que el asesino serial de Frenzy (1972) eliminaba a sus víctimas.

En el papel, la unión de ambos elementos al característico estilo de Chan-wook Park hacían pensar que estábamos ante una obra maestra. Lástima que el libreto se haya quedado tan corto.

Rompiendo con su costumbre, el realizador coreano no escribió el guión de Stoker. Cosa que sí había hecho con sus anteriores largometrajes. El trabajo de escritura quedó en manos del actor protagonista de la serie Prision Break, Wentworth Miller —primerizo en estos menesteres—, con apoyo de Erin Cressida Wilson, autora de la planisíma Chloe (2009) de Atom Egoyan.

No importa cuánta intensidad puedan brindarle Kidman y Wasikowska a sus personajes, si estos tienen la fibra necesaria para desarrollarse más allá de sus odios primarios y no pasan de repelerse por disputarse la atención de un hombre —ya sea el padre o el tío—. O las caricaturizadas razones de el tío Charlie para desarrollar una incestuosa obsesión por su sobrina. Ambos guionistas carecen de la pericia necesaria para darle fuerza a la trama y sobrevivir más allá del guiño al cine de Hitchcock. Eso sin sumarle el final tan gratuito como innecesario.

Stoker tenía todo el potencial para ser la nueva obra maestra de Chan-wook Park, de verdad lo tenía.   Contacto: @pazespa http://pazespa.tumblr.com/ http://butacaancha.com/

 

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