Por Raciel Sosa*   La persona que juega el rol de víctima, lo hace en su casa, con su pareja, con sus hijos, con sus amigos … y, obviamente, lo traslada al terreno laboral. Es la posición existencial que él/ella aprendió, lo cual, ciertamente, le genera algunos beneficios, por lo que es algo que va desarrollando y perfeccionando. No podemos negar que los demás influyen en nuestra realidad, es decir, sí es cierto que, a veces, por culpa de alguien más pasamos un mal rato; que el entorno influye y nos hace vivir, en ocasiones, situaciones que no son agradables, que no eran necesarias y además son dolorosas .. eso es cierto, pero, ahora bien, ¿Qué le pasa a la victima? Que responsabiliza al 100 % a los demás de lo que le pasa y nunca se hace la pregunta ¿Cómo contribuí yo a todo esto que está sucediendo? En el momento en que asumo que yo contribuí también en parte en lo sucedido, tendré la capacidad de hacer una elección, cambiar una conducta y resolver parte del problema, prevenir el peligro y evitarlo a futuro. Si, por el contrario, yo responsabilizo al 100% a otra persona o a un contexto en particular, yo no tengo nada que hacer ahí porque, según yo, todo el problema radica bien en mi jefe, compañero de oficina …, pensando que todos, a nivel complot,  se han vinculado para arruinarme la vida. La tarea del líder de un equipo para evitarlo En el terreno laboral, el líder de un equipo de trabajo debe ser un buen observador para poder detectar claramente al colaborar que adopta este tipo de actitud; es decir, debe tener lo que se llama “ojo de turista”. Un turista cuando llega a un país que no conoce tiene ojos de inquietud, ojos de duda, de pregunta, de asombro. Frecuentemente en el líder se va acostumbrando a su gente … “esta persona de todo se queja, siempre le echa la culpa a alguien más pero.. bueno .. él/ella así es” …, lo que provoca que no le pongan atención a este tipo de situaciones. Por lo que el primer paso es detectarlo y el segundo consiste en empezar a trabajar con esa persona a partir de hacerle preguntas que lo hagan a él/ella reflexionar sobre lo que él/ella podría hacer al respecto. Es decir, el líder de un equipo no debe tratar de “eliminar” las razones que la persona con pensamiento de víctima le da para “excusar” un determinado resultado “es que aquí, la gente no me ayuda”, “es que no me han mandado el reporte”, “es que mi computadora se descompuso” …; todo ello puede que sea cierto pero la pregunta es: ¿Tú qué podrías haber hecho para que el resultado fuera diferente?. De esta manera, se comenzará a estimular a la persona, con el fin de que se haga preguntas de proactividad. La gran compensación de la víctima La victima tiene una gran compensación: no es responsable del resultado. Si buscamos en el diccionario, víctima es la persona que no puede elegir, por lo que no puede cambiar una conducta. No obstante, hay que ser muy cuidadosos a la hora de analizar y desmenuzar cada uno de los contextos … “No pude elegir levantarme a trabajar porque estaba muy enfermo, “No pude elegir llegar a tiempo a mi cita, porque me dejó el avión”; es decir, no lo pude elegir porque no dependía de mi; Y, ciertamente, existen situaciones así, donde somos víctimas del entorno; Sin embargo, debemos saber detectar cuándo sí fui víctima totalmente de circunstancias externas; cuándo fui víctima “en parte” nada más, ya que pude hacer algo al respecto y no lo hice; y cuándo no fui víctima sino, más bien, el único responsable del resultado que se obtuvo. Hay que atender este tipo de actitudes en las organizaciones, ya que, además, son “contagiosas” porque, en cierta medida, resultan “cómodas” al responsabilizar siempre a los demás de lo que está sucediendo. En conclusión, diría que se trata de una patología social y también organizacional, que, frecuentemente, tiene que ver con el nivel de desarrollo de la persona en cuestión. Es un tema que hay que trabajar sobre todo en los niveles más básicos de una organización.   Contacto: Twitter: @Raciel Sosa Facebook: Raciel Sosa MX Página web: leadex.com.mx Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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