A medida que la pandemia avanzaba con fuerza hace un par de meses, la gran mayoría de los países del mundo decretaron el inicio de medidas de distanciamiento social, con la intención de frenar la cadena de contagio. Entre las medidas más significativas, los sistemas educativos enviaron a casa a millones de alumnos sin saber cuándo reanudarían las actividades de la forma que conocemos desde hace siglos. Personal académico, padres de familia y estudiantes en un amplio rango de edades iniciaron, sin saberlo, uno de los cambios más importantes en la historia de la educación. ¿Qué hemos aprendido desde entonces?  

En México, más de 30 millones de estudiantes de educación obligatoria regresaron a clases de manera remota con el programa Aprende en Casa II. En una mezcla de contenidos transmitidos por televisión abierta, y en otros casos radios comunitarias, los estudiantes reciben el contenido de sus cursos al mismo tiempo que mantienen contacto con sus profesores a través de llamadas o aplicaciones de mensajes para entregar tareas y proyectos. Esta situación llega a un país en el que habitan muchas realidades sociales. Los más afortunados cuentan con una computadora y acceso a internet de banda ancha, mientras que millones más, hacen grandes esfuerzos tan solo para conseguir señal en sus radios, televisores, o en el mejor de los casos, sus teléfonos. 

Es difícil dimensionar el tamaño real de la situación. De acuerdo con datos de la última Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de Información en los Hogares (ENDUTIH), en México existen aproximadamente 80.6 millones de usuarios de internet. No obstante, aún y cuando el 70% de la población es usuaria de esta red, solo el 56% de los hogares del país cuentan con conexión fija o móvil y el 44.3% cuenta con una computadora.  

Hacer frente a estas desigualdades es un tema crucial pero muy complejo, y aunque es probable que en muchos años no se logre nivelar completamente la cancha de juego para todos, es fundamental que lo intentemos desde ya, antes de que veamos consecuencias en nuestros jóvenes y niños del futuro. Y para ello, no tengo duda que la tecnología es fundamental. Aunque no tenemos una fórmula infalible a seguir, estamos seguros de que se requiere de un esfuerzo en conjunto entre los sectores públicos y privados para invertir en los sistemas educativos, y así enriquecerlos y adaptarlos a las particularidades culturales, étnicas, socioeconómicas y demográficas de cada región. 

En este tiempo lleno de reflexión y aprendizajes, diversas empresas han reforzado su compromiso por desarrollar tecnología que nos ayude a construir un mundo mejor conectado y con un impacto positivo para cada una de las personas en el planeta. Precisamente ha sido una buena oportunidad para recordar que siempre, detrás de estas innovaciones, hay un componente humano que necesitamos nutrir y cuidar, desde los colaboradores y sus familias, hasta las comunidades en las que las empresas están presentes. Me gustaría compartir entonces algunas ideas, que además yo como padre de familia también he vivido, sobre cómo ayudar a construir el futuro de la educación con la tecnología como su gran aliada:

1. Invertir en infraestructura: En estos meses quedó de manifiesto la necesidad de robustecer las infraestructuras tecnológicas del país. Aunque se están dando avances importantes en materia de transformación digital, sigue siendo una prioridad empujar el trabajo conjunto entre gobiernos, empresas y organizaciones de la sociedad civil para ampliar la cobertura de una red de internet con ancho de banda suficiente para garantizar el acceso a la información y la educación en línea.

2. Reforzar la capacitación de quienes nos ayudan a aprender: Recordemos que en esta situación también están los profesores. Es fundamental reforzar la capacitación del personal docente en el uso de herramientas y tecnología de colaboración que les permitan seguir creando conocimiento junto con sus colegas y alumnos. Esto les permitirá re imaginar las formas de diseñar sesiones de aprendizaje efectivas, mientras se resuelve la problemática inmediata de la pandemia, al mismo tiempo que mantienen un contacto cercano con sus alumnos.  

3. Priorizar, en la medida de lo posible, la adquisición de tecnología adecuada: La importancia de adquirir la tecnología adecuada, de acuerdo con el tipo de necesidad, es vital. La adquisición de tecnología debe dejar de verse como un gasto, y debe empezar a verse como una inversión; una PC, que está demostrado ser el equipo más funcional para estudiar y/o trabajar desde casa, ya no es una simple manera de operar para estudiantes, sino también el camino para desarrollar nuevas habilidades y buscar nuevas oportunidades.

4. Flexibilidad, ante todo: Si algo ha quedado claro desde que inició la pandemia, es que somos capaces de adaptarnos a cualquier situación. Será necesario dotar de resiliencia al sistema educativo para atender esta brecha, tomando en cuenta las particularidades de cada caso. Flexibilizar las formas en que acceden a la información en distintos tiempos y formas es el primer paso para darle continuidad a la evaluación del aprendizaje. 

Aunque se han realizado avances significativos en los últimos años, no es suficiente con digitalizar los servicios y seguimiento a la educación. Hoy la pandemia nos ha dejado claro que es necesario invertir más en este sector y presentar un frente unido, con la tecnología como la aliada poderosa para los tomadores de decisiones que hoy diseñan las políticas públicas que moldearán el futuro de nuestras sociedades.  

Recordemos que nuestras acciones repercuten de manera directa en la vida de las demás personas y que están cargadas de un fuerte componente de responsabilidad y sentido de comunidad. En la medida en que invirtamos directamente en esta área, estratégica para el bienestar de todos los mexicanos, aseguraremos el desarrollo de nuestras sociedades en las próximas décadas y evitaremos que haya consecuencias negativas para nuestras futuras generaciones en el mediano y largo plazo. Es por esto que la tecnología debe de convertirse en la gran aliada para la nueva era de la educación.

Contacto:

*Santiago Cardona, director general de Intel México

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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