Con las atribuciones constitucionales que la reforma le otorgaría a Telecomm, ésta podría ofrecer una red de redes para una competencia pareja que acabaría con los jugosos dividendos que aún mantienen los amos y señores del sector.   La reforma en telecomunicaciones aún sigue en el Congreso a la espera de ser avalada también por la mayoría de los congresos estatales, al incluir cambios constitucionales. Si los políticos se ponen de acuerdo, podría detonar inversiones por 25,000 millones de pesos (mdp). Uno de los mayores beneficiados de dicha reforma podría ser Telecomm, una entidad paraestatal que por años sólo se ha encargado de operar giros telegráficos. También podría convertirse en una de las carteras más poderosas de la administración pública federal, en una especie de Pemex, pero del sector telecomunicaciones. Así, Telecomm podría  hacerse cargo de la fibra oscura que tiene la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que bien podría servir para crear una red troncal robusta y de cobertura nacional. El proyecto de ley pretende otorgar un nuevo rol al Estado (con la creación del Instituto Federal de Telecomunicaciones, Ifetel) en temas como el espectro radioeléctrico (el medio por el cual se transmiten las ondas de radio, televisión, Internet, telefonía móvil, entre otras), así como ampliar sus alcances ante controversias con empresas privadas. Con la reforma, la telefonía entraría en una etapa similar a la que vivió Estados Unidos en los años 90, cuando AT&T fue separada en siete compañías regionales e independientes, conocidas como Baby Bells, dice Carlos Valencia Barrera, socio gerente de DLA Piper’s Mexico. La escisión redujo el valor de AT&T en 70%, pero fue “compensada” permitiéndole entrar al negocio de las computadoras. En México, el efecto Baby Bells lo viviría América Móvil. Para el Estado, la reforma trae compromisos y beneficios. Un ejemplo es el subsidio que tendría que dar para los hogares que cuenten con un decodificador que reciba señales digitales, y que podría ascender a 12,000 mdp. Y las oportunidades se darían al operar la banda de 700 MHz como una red abierta, asequible para cualquier operador que quiera invertir. Aún falta un largo camino para la reforma, pero es una prueba de lo que se puede hacer con las telecomunicaciones, en un mundo donde el Estado regule y las empresas no canibalicen el negocio. Con información de Aura Hernández.   * Busca el reportaje completo en la edición de abril de Forbes México. 

 

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