“No hemos cambiado tanto como parece, perseguimos las mismas sombras, los mismos sueños”.

Rafael Pérez Gay

Tomé unos días de descanso la semana pasada. Las vacaciones nos sirven en muchos sentidos, en mi caso, uno de los aspectos que más disfruto es la posibilidad de leer. Contar con tiempo para abrir un libro, tener la energía y la quietud para dedicarle minutos valiosos a la lectura. Por ello quiero compartir el aprendizaje y algunas reflexiones del libro “Nos acompañan los muertos” de Rafael Pérez Gay. El escritor mexicano relata con crudeza y con sencillez, con cercanía y profunda intimidad la vejez de sus padres.  Es cierto que tarde o temprano la vejez toca a la puerta, llega a nuestros hogares y a nuestras familias; la muerte también lo hace y encontrar a un autor como Pérez Gay, que lo escriba y lo comparta de manera tan entrañable, es en verdad algo que merece la pena ser leído. Lee también: La vejez es la edad de las posibilidades El libro tiene la peculiaridad de enzarzar un relato personal y familiar con la que me parece una de las historias más impersonales y más caóticas que existen: la historia de la Ciudad de México, mezclando los orígenes de nuestra enorme metrópoli con sus problemas actuales, sus más famosas tempestades y los cambios políticos que la han sacudido en años recientes. Al mismo tiempo que avanzaba en la lectura del libro, me di a la tarea de rescatar algunas frases con la única intención de compartirlas con ustedes: “Todos hacemos lo contrario de lo que alguna vez quisimos. Esta es la clave del destino y al mismo tiempo una ley de la historia”. “Los viejos acercan el pasado remoto y lo dejan arder en el presente ante sus ojos nublados. La antigüedad es un incendio”. “Nadie puede vivir sin atarse a alguien o a algo. Quien diga lo contrario, miente. Soy especialista en ataduras”. “En política no hay lealtades, ni solidaridad, ni amistad que escape a las redes del poder. Algo más: no hay política buena y política mala, sólo una y se rige por las mismas leyes”. “La estupidez es indestructible”. “Una prueba de nuestra modesta índole es la forma en que nos acostumbramos a lo inaudito”. “Cuando en la casa hay niños, ancianos o enfermos, no hay dinero que alcance”. “Alguna vez todos hemos puesto el rencor por delante, como un escudo contra el olvido y una compensación por nuestras pérdidas, por lo que nos han quitado”. “Nos vemos más tarde, le dije, tratando de retenerla en este mundo con la fuerza inútil del amor”. Estas frases son un breve ejemplo del ejercicio literario que logra Rafael Pérez Gay en este libro. Otras obras del mismo autor son El Corazón es un Gitano y El cerebro de mi hermano. La próxima semana platicaré sobre la historia de un médico inglés que me abrió los ojos ante el complejo e increíble mundo de la neurocirugía. Quiero cerrar el día con un enorme abrazo a mi amiga Isabel Fernández Castelló y a su familia. Su papá, Enrique Fernández Castelló murió la semana pasada en la Ciudad de México; le comenté a Isabel (quien por cierto heredó una inteligencia privilegiada) que recordaré a su papá rodeado de libros y con una gran actitud. Cursamos juntos, creo que fue en 2002 un diplomado en Análisis Político Estratégico en el CIDE y supo tenernos paciencia infinita a mí y al conjunto de jóvenes imberbes que compartimos el salón y el tiempo con él. Que en Paz descanse.   Contacto: Twitter: @maribelquirogaf / @CervecerosdeMex Facebook: Maribel Quiroga / Cerveceros de México Página web: Cerveceros de México   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México. 

 

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