- El trabajo infantil es resultado del pobre desarrollo económico e institucional de un país.
- Leyes que prohíben el trabajo infantil no ayudan a su eliminación. Históricamente, las historias de éxito en la eliminación del trabajo infantil provienen de economías hoy desarrolladas como Gran Bretaña y EU. Sin embargo, la evidencia seria muestra que estos resultados no fueron consecuencia de la promulgación de leyes en contra del trabajo infantil (Moehling, 1999; Kirby, 2003), sino consecuencia del desarrollo económico y de incrementar la calidad en la educación.
- Leyes que prohíben el trabajo infantil tienen resultados contraproducentes. En países con instituciones económicas débiles, en donde la calidad educativa es baja y los niños tienen acceso a actividades ilegales como medio para obtener recursos, prohibir el trabajo infantil no hace que los niños vayan a la escuela, sino ocasiona que muchos niños terminen ocupándose en peores actividades (Gonzalez y Rosales, 2013; Bourdillon et al., 2010).
- Imponer sanciones o establecer boicots en contra de empresas que utilicen trabajo infantil tienen resultados contraproducentes. Sanciones a empresas pueden incluso generar que el trabajo infantil aumente (Basu, 2005). Los boicots, si tienen éxito en evitar que niños trabajen produciendo algún bien, pueden ocasionar que los niños terminen en actividades más riesgosas (Basu y Zarghamee, 2009).
- La problemática del trabajo infantil no se resuelve en el corto plazo. El trabajo infantil no se erradicará en un país hasta que no haya desarrollo económico (Basu y Tzannatos, 2003; Basu y Van, 1998) y una buena calidad institucional (Rosales, 2013).
- ¿Qué sí ha demostrado ser útil? Incrementar la calidad de la educación y ofrecer transferencias condicionadas a la asistencia escolar. Si bien programas de transferencias condicionadas tienen resultados positivos en términos de incrementar la asistencia escolar, sus resultados en términos de reducir la incidencia del trabajo infantil son modestos (Ravallion y Wodon, 2000; Bourguignon, et.al, 2003). De hecho, incrementar la calidad de la educación tiene un mayor impacto en la reducción del trabajo infantil (Handa, 2002).
Trabajo infantil en México: problema de desarrollo, no de leyes
Hay que reflexionar sobre el hecho de que “existen peores cosas que le pueden ocurrir a un niño que tener que trabajar”, sobre todo en un país como México.
Por Irving Rosales
En 1993, en respuesta a una iniciativa de ley del senador estadounidense Tom Harkin para prohibir la importación de artículos fabricados por industrias que utilizaran trabajo infantil, la Asociación de Manufactureros y Exportadores de Bangladesh (BGMEA) urgió a sus miembros a deshacerse de toda su mano de obra infantil. En ese tiempo, tan sólo en la industria textil de exportación en Bangladesh trabajaban alrededor de 55,000 niños menores de 15 años, lo que representaba el 13% de su fuerza laboral, y de los cuales el 70% eran niñas. Hay quien pensará: ¡qué buena idea! ¡Justo es lo que se necesita para que los menores asistan a la escuela y disfruten de su niñez! Eso debería hacerse en México.
¿Y qué sucedió en Bangladesh? Un estudio publicado por UNICEF (Bolden y Myers, 1995; UNICEF, 1997) señala que los 55,000 niños fueron despedidos en el transcurso de semanas. En las visitas conducidas por UNICEF se encontró que la gran mayoría de estos niños nunca regresaron a la escuela y que, sin otra alternativa, muchas de las niñas terminaron dedicándose a la prostitución.
El trabajo infantil es tanto un resultado de la pobreza como una forma de perpetuarla. Por esto, el objetivo de eliminarlo está contenido en innumerables acuerdos y documentos firmados por la mayoría de los países, incluido México.
Las visiones más convencionales llaman a prohibir toda práctica de trabajo infantil para asegurar el bienestar de los menores. Sin embargo, tal como el caso de Bangladesh y de otros países han demostrado, los problemas relacionados con el trabajo infantil no son tan claros como pudieran parecer inicialmente. Para niños en situación de pobreza, ir a la escuela no es necesariamente una opción. Se ha demostrado que en muchas ocasiones las familias enfrentan una disyuntiva no entre si los niños van a la escuela o trabajan, sino entre diferentes actividades que el niño puede desempeñar para obtener recursos que apoyen a la familia.
En México, cifras del INEGI señalan que 2.5 millones de menores de edad trabajan. A partir de esta cifra, y en línea con las visiones convencionales, el gobierno federal se puso la meta de erradicar todo trabajo infantil en 10 años, para lo cual estableció acciones como la ratificación del Convenio No. 138 de la OIT (sobre la edad mínima para trabajar) y el establecimiento de disposiciones en la Ley Federal del Trabajo para sancionar a quienes contraten a menores de edad.
Esto pareciera mostrar que el gobierno federal en México no ha entendido que resolver el problema del trabajo infantil no es una cuestión de firmar leyes y acuerdos: la problemática del trabajo infantil es una cuestión de desarrollo económico y de la calidad de las instituciones económicas en el país.
Antes de proponer medidas que pueden terminar siendo contraproducentes, es recomendable que en el gobierno mexicano se pusieran a analizar los resultados del trabajo académico existente en economía sobre la problemática del trabajo infantil: