Nir Itzchak, Israel.-  Laura, Katia y Rosy son tres mexicanas que viven a tan solo unos kilómetros de la Franja de Gaza, en Israel. A diario escuchan bombardeos y ensayos con misiles y su reacción ya casi es de normalidad. Se han acostumbrado. De hecho coinciden en que vivir aquí, en este Kibutts (comuna agrícola) ubicado en Nir-Yittzhak, les resulta de mayor seguridad y bienestar que estar en México. En una charla que Forbes México tuvo con estas tres mujeres dentro de esta comunidad, que engloba aproximados 500 habitantes, (la mitad latinos) los ensayos y bombardeos no cesan ante el inminente peligro en el que esta zona vive a diario. Lee también Qué está haciendo Israel para convertir la comida en datos   Laura Lotem Laura es madre de tres hijos que nacieron en Israel. Vive permanentemente bajo la línea de fuego y su escudo protector es un cuarto dentro de su casa que está acondicionado como refugio (shelter) antimisil. “Yo amo México, me encanta como país, pero he visto cosas en México que no es posible. Todo es transa, todo es vendido y lo peor es que no puedes ir con las autoridades porque todo es lo mismo. Aquí por lo menos vas a la policía y sabes que alguien te respalda”, dice a Forbes México. Cuenta como en México fue testigo de varias injusticias, desde la triste imagen de ver a una niña a las res de la mañana en una gasolinera vendiendo chicles desamparada, hasta como asesinaban a un hombre en una de las calles del centro. “Me da más miedo vivir en la Ciudad de México”. Laura Lotem de 58 años de edad originaria de la Ciudad de México. Detalla que hace más de 40 años visitó por primera vez Israel, cuando participó en una olimpiada en la disciplina de atletismo y gracias a su amor al deporte le dieron una beca para estudiar educación física y decidió quedarse a vivir en este país. Ahora se encuentra pensionada, aún trabaja realizando labores en el Kibbutz en el departamento de cobranza, en una empresa dedicada a la agricultura.   Katia Huberman Katia Huberman es una artista oaxaqueña de tan solo 20 años que decidió por voluntad propia dejar su natal Oaxaca e irse a vivir a este Kibutts en Nir-Yittzhak. Todo comenzó como una simple visita a Israel hace diez meses, desde esa fecha, la joven pintora cuenta que se enamoró de la región y decidió quedarse a vivir. “Hace diez meses vine con un programa de voluntariado a Tel Aviv y ahí me dijeron que había una oportunidad para colaborar en un zoológico en un Kibutts, cerca de la Frontera con Gaza, si te interesa te mandamos para allá y me animé”, cuenta para Forbes México. Katia desde pequeña fue una amante del arte. Estudió pintura y trabajó para algunas importantes compañías como diseñadora en México. Dice que como judía, desde pequeña escuchaba historias maravillosas de Israel por su abuelo, quien llegó a Israel desde 1949. “Cuando llegué creo que si fue shockeante ver todos los refugios, escuchar los bombardeos, creo que es algo en lo que sí todavía no estoy acostumbrada. No por miedo, sino por lo que simboliza. La verdad es que estando aquí no se siente tanto. Creo que desde fuera parece más difícil de lo que es”, comenta. Sobre la violencia que se percibe en esta región, Katia, que se dedica a pintar e ilustrar con diseños y grafittis los bunkers y refugios antimisiles, no duda en decir que prefiere vivir aquí que en México. “Nosotros que venimos de México, digo, no vivimos en guerra pero también hay mucha violencia en el país. Cosas que como mujer es incluso más difícil la situación en México. Y estando aquí me he dado cuenta que me siento más segura de lo que me sentía en México cien por ciento”, señala. Actualmente la obra de Katia se puede ver en algunos bunkers de guerra coloreados con paisajes o animales simbolizando paz con fuerte identidad mexicana.   Rosy Asher La razón por la cual la mexicana Rosy Asher llegó a esta zona fue inicialmente por negocios. Comenta que ella junto con su esposo, al ver que su bienestar económico no era del todo bueno en México, decidieron irse a radicar a Israel. Desde hace diez años que llegaron a esta zona, Rosy cuenta como fue asumiendo una nueva realidad, la cual en un principio no fue la más amable para su familia. “La situación era difícil, comenzamos un negocio mi esposo y yo y no funcionaba. Salimos de México hace 15 años, y nos fuimos primero a California cinco años, después viendo que no era lo que buscábamos, decidimos venirnos a Israel”, señaló. Como perteneciente a la comunidad judía, Rosy pudo concretar su mudanza a Israel ya que el país le ofreció alojamiento y a su vez esto se gestó como una nueva oportunidad de vida para su familia. En esta década, la dueña de la pequeña empresa Taco Shak, que vende comida mexicana por todo Israel, solo ha regresado un par de veces a México: una cuando se enfermó su mamá y otra cuando murió. Cuenta que a pesar de que su negocio marcha bien, el mayor interés por vivir en esta parte de Israel, son sus hijos de 22 y 18 años, los cuales ya se han acostumbrado a vivir aquí. De hecho el mayor es técnico militar, está en una base aérea y ya trabaja para el Estados de Israel. “Yo creo que aquí no todo es violencia y no todo es guerra. Nosotros hemos pasado tres guerras aquí, y mientras tengas la alerta que te dice que te cuides, no hay problema. creo que es igual en México, si vas a ir a las zonas peligrosas, desgraciadamente algo te va a pasar”.

 

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