Por Hugo Salvatierra Arreguín
Cada 21 de marzo, los habitantes de Nuevo Progreso, Tamaulipas, celebran el día del turista, la verbena popular más grande del año. Es más que sólo hospitalidad: así despiden la temporada invernal, durante la cual llegan de Estados Unidos y Canadá entre 5,000 y 7,000 pacientes diarios para que les hagan
análisis clínicos o curaciones dentales en las clínicas y hospitales del lugar.
Los pacientes extranjeros no sólo llegan a Tamaulipas. También los reciben las grandes capitales, desde la Ciudad de México hasta Guadalajara y Monterrey; las ciudades de la franja fronteriza con Estados Unidos: Tijuana, Mexicali, Nuevo Laredo y Los Cabos, e incluso las que tienen médicos, clínicas y las mejores playas: Cancún, Riviera Maya, Puerto Vallarta y Nuevo Vallarta.
Esta “migración” se ha dado de manera natural, por las bajas tarifas de los servicios médicos en México, comparados con los de Estados Unidos y Canadá, mas no porque México haya diseñado una política pública para capitalizar esta demanda.
Aunque hay escasez de datos, no queda duda del potencial económico de esta actividad. Se estima que en 2014, México recibió 200,000 pacientes internacionales, según las estadísticas más recientes de la consultora internacional Patients Beyond Borders. Pero esa cantidad se eleva a 1.2 millones al agregar a los indocumentados hispanos que regresan para ser atendidos, en su mayoría de California, Arizona y Texas.
El turismo médico genera al país ingresos por 3,277 millones de dólares (mdd) al año, de acuerdo con Nicolás González Díaz, director general de ProMéxico, quien ahonda que esta actividad tuvo un crecimiento de 5.5% en 2015, y que en los próximos años será de 6.3 o 7%.
Para Carlos Arceo Real, presidente del Consejo Mexicano de la Industria del Turismo Médico (CMITM), el turista médico deja mejores números que el convencional. En plan de paseo, un paquete que incluye vuelo chárter, cuatro noches y cinco días de hospedaje y alimentos, tiene un precio de 1,300 dólares por persona. En un grupo de 100 viajeros, el gasto sería de 130,000 dólares.
En cambio, un reemplazamiento de cadera o un levantamiento de busto tiene un costo de 13,000 dólares, por lo que 10 de estos tratamientos dejan al país el equivalente al grupo del vuelo chárter.
Las especialidades médicas que atraen a más visitantes son cardiología, cirugía cosmética y reconstructiva, salud reproductiva y fertilidad, oftalmología, oncología, ortopedia, odontología, gastrocirugía, traumatología, cirugía de columna y cirugía bariátrica.
Principalmente vienen por
los precios. Un estudio de ProMéxico plantea que los estadounidenses pueden tener ahorros de entre 36 y 89% en sus tratamientos.
Además, estos visitantes hacen gastos de laboratorio, farmacia, ambulancia privada, anestesiólogo, especialista, camarista, hospedaje para acompañante y hasta el veterinario para la mascota.
Clústeres a medias
Que no haya una estrategia nacional para acrecentar este mercado no significa que todos estén de brazos cruzados. Empresas y algunos gobiernos han desarrollado clústeres médicos regionales, donde confluye la oferta de hospitales, clínicas, laboratorios y hoteles. Los más representativos están en Monterrey, Tijuana, León y Jalisco.
Pero ninguno opera como debería, opina Arceo, del CMITM. Son grupos afines, pero un verdadero clúster debe incluir a la academia, a la industria farmacéutica y al sector turismo, desde hoteleros y prestadores de servicios, hasta escuelas de turismo. “No existe un clúster de turismo en México, tal vez el más cercano pudiera ser el de Monterrey o el de León, pero los demás son asociaciones de médicos de diferentes especialidades que están tratando de conformar un clúster”, afirma.
Algo que México podría empezar a hacer es promover la certificación mexicana ante las aseguradoras norteamericanas y los intermediarios (
brockers) del turismo médico, y difundir que tiene hospitales con tecnología de última generación, tan competitivos como los de Houston, Nueva York, Chicago o Boston.
Arceo destaca el caso del Hospital México-Americano, en Jalisco, que tenía la certificación de la Joint Commission International, pero no la renovó este año debido a que cuesta 350,000 dólares y los números del nosocomio no han sido los esperados.
Para Arceo no hay nada perdido. “No requerimos que nuestros hospitales estén certificados por una organización internacional, sobre todo norteamericana, basta y sobra con la certificación mexicana del Consejo de Salubridad General (CSG), que está homologada en 85% con los estándares norteamericanos y sale prácticamente gratis”, puntualiza.
El gobierno podría hacer varias cosas más, agrega: impulsar a los hospitales que ya gastaron en la certificación del CSG, garantizar la seguridad y calidad de los servicios y crear una guía de los cirujanos plásticos certificados, y cerrar con ello la puerta a los charlatanes.
Esfuerzos aislados
Los hospitales han comenzado a implementar estrategias para atraer a pacientes estadounidenses, tanto para tratamientos médicos como para servicios de “bienestar”, como las terapias alternativas (yoga, spas, retiros espirituales y actividades de relajamiento).
Entre las empresas que lo hacen mejor son Christus Muguerza, Grupo Ángeles, CIMA, Galenia, Puerta de Hierro, San Javier, Tec Salud, Ginequito, abc, Doctors Hospital, Star Médica, Almater, Poliplaza, Hispano Americano, explica el informe de ProMéxico.
Pero todos trabajan de manera separada. Hay quien tiene un hospital y un hotel, pero esos son apenas los primeros eslabones, indica Tonatiuh Mendoza Martínez, coordinador de la carrera de Administración de la Hospitalidad en la Universidad Iberoamericana (UIA).
“Todavía no está la cadena formalizada ni entendido cuál es el recorrido que sigue el paciente. A lo mejor la gente de los hospitales puede decir que llega y se hospeda, pero no sabemos el papel que juega la web, si viene buscando al médico, al hospital o al destino”, detalla.
De cierto modo, el turismo médico se mueve de manera empírica y desarticulada, coincide José Alfonso Bayón Ríos, director adjunto de Innovación de Producto de la Secretaría de Turismo (Sectur).
“Los clústeres caminan por un lado, los organismos empresariales tal vez por otro”, acepta Bayón Ríos.
Es un problema de planeación, así que la Sectur y la Secretaría de Salubridad (SS) tendrían que ponerse de acuerdo para impulsar y promover servicios de calidad y dar continuidad a las políticas públicas, apunta Arceo, del CMITM. Reprocha que cuando platicaban del tema con Carlos Joaquín Coldwell cuando era subsecretario de Operaciones de Sectur, el funcionario se fue como candidato a gobernador; cuando charlaban con Hilda Santos Padrón, de la SS, obtuvo la candidatura a diputada por Campeche, y cuando trataban el asunto a más profundidad con asesores de la secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu, aceptó la titularidad de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Mercado no medido
A la falta de continuidad se suma la ausencia de mediciones para conocer el tamaño del fenómeno. Prácticamente todas las estadísticas de Patients Beyond Borders y por ProMéxico tienen información de 2014 y 2013, respectivamente, lo que evidencia que la industria trabaja sin datos actualizados, además de que los números disponibles tienen grandes diferencias.
Se desconoce a ciencia cierta el número de turistas médicos que llega, sostiene José Alfonso Bayón Ríos, de la Sectur. “Tendríamos que ver la forma de saberlo a través del Instituto Nacional de Migración (INM), con la forma migratoria de ingreso al país, y con el uso de la información de los hoteles y las operadoras, porque por el momento solamente tenemos estimaciones”, indica.
Para Tonatiuh Mendoza, de la UIA, el problema no es tan simple. “Si el mercado natural para México es Estados Unidos y Canadá, ¿cuál es el perfil o
target específico? No sabemos si serían ideales todos los latinos que viven en Estados Unidos, sólo los mexicanos de segundas o terceras generaciones, o sólo los de primeras generaciones”, cuestiona.
Una vez resuelta esta incógnita los involucrados podrían definir si la estrategia deberá ser anclar el negocio al hospital, al destino o al médico, o evaluar si la gente utiliza una cirugía como pretexto para vacacionar y entonces ofrecerle un paquete en Puerto Vallarta, Los Cabos o Cancún. A esas alturas, una base de datos debería dar a conocer si estos destinos cuentan con la infraestructura necesaria.
A laboratorio
Sectur, SS y ProMéxico llevan a cabo reuniones con las empresas interesadas en el tema, como son los hospitales.
De manera paralela, Sectur y Conacyt pidieron a la UIA que lleve a cabo el estudio Creación de un Modelo para el Turismo Médico, que implica desde un diagnóstico del sector, hasta el desarrollo de una plataforma –como por ejemplo un portal de internet– que articule a todos los participantes. El proyecto, operado con un fondo mixto de las dos dependencias, tiene tres etapas.
Primero harán una evaluación de los clústeres que hay en el país, en Monterrey, Tijuana, Puerto Vallarta, Guadalajara, Ciudad de México y Cancún. Y a la par llevarán a cabo un análisis de los modelos que funcionan en Estados Unidos y España, este último el más parecido a México. De igual modo se determinará el tamaño y el potencial del mercado mexicano, incluyendo su atractivo para pacientes centroamericanos.
En una siguiente etapa desarrollarán un mapeo de los procesos articulados que se necesitan para atender este mercado y crearán la plataforma para integrar y alinear objetivos de todos los involucrados: taxistas, arrendadoras de autos, restaurantes, líneas aéreas, centros de entretenimiento, hoteles, etcétera. El que quiera estar en la plataforma deberá cumplir con ciertos estándares de calidad en su servicio.
Y luego comenzará una prueba piloto en una gran ciudad (Guadalajara), en un destino de playa (Puerto Vallarta) y en una ciudad de frontera (Tijuana). Esta fase deberá iniciar a finales del otoño de este año y tendrá una duración de entre cuatro y cinco meses.
El objetivo es ver si la plataforma es amigable para los visitantes o si la entienden los prestadores de servicios, a quienes dará acceso a estadísticas y estudios de satisfacción. La idea es que el sistema esté funcionando en los primeros meses de 2017.
Adicionalmente, el gobierno y las empresas involucradas tendrán que cabildear con las aseguradoras internacionales, pues muchas de ellas no pagan las cirugías fuera de sus países de origen, además de que tienen una normativa muy específica de qué sí y qué no tiene cobertura.
“Daríamos un brinco cuántico si las aseguradoras, en Estados Unidos, Canadá y Europa, pudieran pagar en los hospitales mexicanos los padecimientos: se ahorrarían cantidades enormes y permitirían un flujo de turistas médicos mucho más fuerte”, enfatiza González, de ProMéxico.
En gran medida, de eso depende también que los habitantes de Nuevo Progreso no sean los únicos que celebren.