La interconexión digital de las cosas cotidianas con el internet requiere de otro nivel de seguridad que siga estos objetos en movimiento, a través de la nube.   Llegamos a la era tecnológica en que los refrigeradores pueden ordenar la leche directamente a la tienda de comestibles, nuestro auto puede hacernos saber que estamos a punto de pasar junto al restaurante tailandés del que nuestros amigos están hablando en Facebook, o nuestra bomba de insulina puede alimentar datos directamente al médico. Esto es lo que llamamos el internet de las cosas (IoT) y ya está aquí, pero hay un inconveniente: la seguridad. Edward Snowden, violaciones masivas de tarjetas de crédito y los hackers chinos han hecho de la seguridad del internet una constante preocupación en todo el mundo, pero mientras el tema de la seguridad está presente en todos los medios de comunicación, no está presente en nuestros gadgets y en nuestra tecnología. La tecnología está en todas partes en nuestras vidas. Tu reloj inteligente ahora contiene datos médicos importantes. ¿Qué ocurre con esos datos, ya que son transmitidos a través de tu teléfono? ¿Podemos confiar en que éstos sean almacenados en algún lugar seguro de la nube? ¿Qué pasa con la capacidad de abrir tu automóvil desde tu teléfono, o incluso encenderlo –un hacker podría secuestrar nuestro trayecto–? Hoy confiamos ciegamente en la seguridad de muchas de estas innovadoras tecnologías. A menos que integremos la seguridad en estas tecnologías, estaremos expuestos a grandes riesgos, y la tecnología cuya promesa era la de cambiar nuestras vidas para bien podría resultar en algo dañino. Si la seguridad se incorporara a la perfección en cada teléfono inteligente, auto, termostato, impresora Wireless, etc., que esté conectado a internet, no tendríamos que hablar o incluso pensar en el riesgo de estos nuevos dispositivos, porque la seguridad simplemente estaría allí. No tendríamos que preocuparnos de lo que podría suceder cuando tomamos una foto de un cheque con nuestro teléfono o descargamos una película en nuestra tablet o TV. Si esta seguridad se implementara de manera correcta, las posibilidades de innovación tecnológica no tendrían límites. Ya existen algunas herramientas para ayudar a este problema, pero asegurar un refrigerador o una casa inteligente es muy diferente de asegurar un ordenador portátil. Los mensajes de la nevera que se dirigen al supermercado o de tu coche a Facebook pueden pasar por un ejército de tecnologías de seguridad que se han construido en la nube –un punto intermedio entre el dispositivo y el servicio con el que se está comunicando–. La seguridad en la nube puede garantizarte, por ejemplo, que el archivo de música que está siendo descargado en tu coche no contiene virus, también podría verificar la identidad de tu teléfono cuando estás hablando con tu termostato. Éste es un modelo completamente diferente de hacer la seguridad en internet. En los días de las computadoras portátiles y de escritorio, la mayoría de nosotros instalamos un software antivirus para vigilar y protegerla. En el internet de las cosas, un termostato, un reloj o una bomba de insulina no tienen la capacidad de procesamiento o la vida de la batería para manejar una vigilancia constante. Hay otro problema también: las técnicas que utilizamos para la seguridad en una red corporativa no fueron diseñadas para los dispositivos que se mueven de un lugar a otro. En el pasado hemos construido el equivalente a altas vallas alrededor de la red de una empresa y después analizamos el tráfico que entraba por la puerta. En el internet de las cosas, los elementos a menudo están en movimiento. Un coche, por ejemplo, podría estar en la red de un proveedor de telecomunicaciones en Alemania, pero ¿qué sucede cuando se cruza a Francia en un viaje por carretera? Necesitamos una cápsula de seguridad que viaje con nosotros a través de la nube. Las “cosas” que están en movimiento pueden ser más diversas de lo que piensas. En otro caso de uso innovador, los rinocerontes en Sudáfrica están siendo implantados con chips que toman en cuenta su ubicación, telemetría y las condiciones de salud, y pueden indicar a un avión no tripulado (dron) para entrar y ayudar si están siendo acosados por cazadores furtivos. Todos estos casos de uso traen riesgo de manipulación –imagínate a los cazadores furtivos hackers interviniendo en el sistema para realizar el seguimiento del rinoceronte–, pero cuando existe la verdadera seguridad, estas tecnologías son transformadoras. Recuerdas Times Square en la ciudad de Nueva York hace 40 años: era un paraíso de la prostitución, la delincuencia y las drogas. Si tenías en aquella época familia, jamás hubieras considerado el llevarlos a este sitio después del anochecer. Esto contrasta con la imagen de Times Square en la actualidad: un turístico y colorido espacio de tiendas, restaurantes y una visita obligada para cualquiera que visite la ciudad. Ahora las marcas de mayor prestigio del mundo pagan una fortuna para tener su nombre en los carteles alrededor de este sitio y de estar asociados con la sensación que se vive allí. ¿Qué cambió y transformó el Times Square de lo que era a lo que es hoy en día? Fundamentalmente se trata de la base principal de la seguridad: políticas más duras que incluían una mayor presencia de la policía y la tolerancia cero para el crimen. Con estas medidas de seguridad en el ambiente, los turistas en Times Square ahora se sienten libres y confiados de caminar, casi ajenos a las defensas que los protegen en el entorno. Es esa sensación, esa seguridad la que necesita ser integrada en la estructura misma del internet de las cosas. La seguridad de TI debe ser integrada en nuestra tecnología de la misma forma en que se ha integrado en Times Square. Necesita ser más sencilla y discreta sin entrometerse en nuestra intimidad, nuestra capacidad de innovar, o nuestro modo de vida. Si podemos hacer que la seguridad en la tecnología se integre de la manera más natural en todos los objetos, incluso podríamos sentirnos lo suficientemente confiados para dejar de hablar de seguridad y comenzar a vivir de acuerdo con el potencial que el internet de las cosas tiene para ofrecernos.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @BlueCoat   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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