El número de humanos se ha triplicado en los últimos 70 años, aunque no de la misma manera en todos los lugares del planeta, registrando actualmente la cifra de 8,000 millones de personas. Para afrontar este aumento y sus consecuencias, la ONU instauró el 11 de julio como el Día Mundial de la Población.
Desde mediados del siglo XX, la población mundial ha registrado un crecimiento sin precedentes en la historia. Se estima que cada día nacen más de 370,000 personas y mueren unas 155,000 en todo el mundo. Datos que muestran el frenético ritmo de crecimiento de la población.
En cuanto a las previsiones, se estima que la población aumentará en 2,000 millones en los próximos 30 años y alcanzará un pico máximo de 10,400 millones en el año 2080. Cifra que se mantendría estable en 2100.
El número de humanos se ha triplicado desde los 2,500 millones de 1950 hasta los 8,000 que el contador mundial de la población registró en noviembre de 2022. Si los humanos tardaron 125 años en pasar de 1,000 a 2,000 millones, los últimos 1,000 se sumaron solo en los últimos 12 años.
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Para afrontar y buscar alternativas y soluciones ante el aumento de la población y sus consecuencias para el planeta, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instauró el 11 de julio como Día Mundial de la Población, fecha que coincide con el registro de 5 mil millones de humanos sobre el planeta Tierra en 1989.
Pobreza y riqueza, polos del crecimiento de la población
El crecimiento de la población estará desigualmente repartido, con África como el continente que más aumentará la población. En el otro extremo, 61 países verán reducida su población en 2050, una disminución que será del 10 % en 26 de esos estados, según los datos de Naciones Unidas.
Así, mientras la tasa de fecundación en Europa disminuirá hasta quedar por debajo de la necesaria para garantizar el crecimiento (tasa de reposición), el África subsahariana doblará su población en 2050.
Esta paradoja tiene como consecuencia que los países con menos recursos económicos tendrán un mayor crecimiento demográfico. Mientras, aquellos que teóricamente tienen riqueza suficiente para mantener a sus habitantes, afrontan el peligro de mantener poblaciones cada vez más envejecidas con el consiguiente gasto social y sanitario.
El miedo a la superpoblación no es un fenómeno nuevo. En 1798, el británico Thomas Malthus publicó el “Ensayo sobre el principio de la población”, en el que advertía del crecimiento geométrico de la población en contraste con el de los medios de subsistencia, que lo hacían de manera aritmética.
Según Malthus, la humanidad estaría condenada a la hambruna si continuaban esos números de crecimiento. Unas previsiones catastrofistas que no se han cumplido. Los números dicen que los próximos 1,000 millones de humanos nacerán en 15 años.
Al mismo tiempo el número de consumidores, aquellos que pueden gastar más de 12 dólares diarios, aumentarán hasta los 2,000 millones, una buena noticia en la lucha contra la pobreza, que al mismo tiempo puede tener consecuencias negativas para el medio ambiente, al forzar un aumento de la producción para satisfacer las necesidades vitales de la creciente población.
Aunar crecimiento económico y mantener el de la población en niveles tolerables es el gran reto para los próximos años.
Cómo hacer frente al reto demográfico
Los factores que han hecho posible el boom demográfico de los últimos años han sido el aumento de la calidad sanitaria con la consiguiente disminución de la mortandad infantil y materna en los países menos desarrollados.
Al mismo tiempo desde Naciones Unidas se advierte sobre las consecuencias de la desigualdad de género, especialmente en los países donde son mayores las perspectivas de aumento poblacional. La organización internacional asegura que 257 millones de mujeres quieren evitar quedarse embarazadas, pero no tienen acceso a métodos anticonceptivos seguros. Mujeres que en su mayoría habitan los países más pobres y que están expuestas a matrimonios forzados y embarazos precoces.
La receta que da la ONU es simple: educación, autonomía económica y mejores servicios de salud para las mujeres. Medidas que se han mostrado eficaces en países como Guatemala, donde la tasa de fecundidad en los ochenta era de cinco hijos por mujer, un número que en la actualidad ha bajado a 2,3 gracias a medidas como las propuestas por Naciones Unidas.
Con información de EFE
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