La economía de Reino Unido, al menos desde que se inició el proceso para sacar al país de la Unión Europea, atraviesa una difícil situación. La economía británica, si atendemos a sus crecimientos en los últimos ejercicios, podemos observar como venía desacelerándose desde hace años. Mientras el crecimiento en 2016 superaba el 2,4%, en 2019 este crecimiento se había moderado hasta situarse en el 1,4%; un punto porcentual entero por debajo. Incluso si observamos el crecimiento y lo contrastamos con la media europea, por ejemplo, vemos que el país anglosajón decrecía en tanto en cuanto remontaba la tasa de crecimiento europea.

Las tensiones con Europa y la falta de acuerdos, en un escenario de excepcional incertidumbre, puso contra las cuerdas a una economía que venía de ser una de las capitales financieras del mundo, y que hoy tenía que luchar por retener a los grandes bancos en el país, siendo la intención de estos la de cambiar su residencia en el nuevo contexto independentista. La libra ha reducido noblemente sus distancias con el euro y el dólar, a la vez que más problemas en la economía británica comenzaban a manifestarse. Problemas como la escasez de mano de obra, o los problemas que está viviendo el comercio entre Reino Unido y su antiguo aliado son la prueba de ello.

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Para hacernos una idea, la escasez de mano de obra en el país británico ha llevado a las empresas a contratar, incluso, a presos para poder afrontar la próxima campaña navideña, por ejemplo. Esa falta de acuerdos en un Brexit muy poco cocinado ha provocado que muchos ciudadanos en el país que se encontraban por ser ciudadanos europeos, ante la hostilidad que supone la salida de Reino Unido de Europa, busquen nuevos destinos; como Irlanda. De la misma, forma, tras la activación de los plazos del Brexit, el comercio internacional de Reino Unido con la Unión Europea acumula un descenso del 18,9%, frente a la caída del 9,1% con el resto del mundo. 

Y es en este último punto donde queremos profundizar en el artículo que aquí nos ocupa. Pues esta mala situación que atraviesa el país británico, tras varios intentos de Boris Johnson para llegar a acuerdos comerciales con la Unión Europea y con Estados Unidos, sin éxito alguno, dicho sea de paso, ha llevado al mandatario británico a interesarse por México, Canadá y el acuerdo comercial que, junto a Estados Unidos, forma este gran bloque geográfico. El T-MEC, el acuerdo que tan beneficioso es para México, está en el foco de las autoridades británicas, pues es su intención sumarse a el si las circunstancias lo permiten.

Tras fracasar en los intentos por llegar a acuerdos de dimensiones destacadas con la Unión Europea, su principal socio comercial, y con Estados Unidos, después de que el presidente Biden dijera que no era una prioridad llegar a un acuerdo con el país británico, Boris Johnson se muestra preocupado por el rumbo de un proyecto que va a la deriva. Pese a lo beneficioso que podía llegar a ser el Brexit para Reino Unido, los acuerdos comerciales con antiguos miembros de la Commonwealth, entre otros acuerdos alcanzados, no están funcionando todo lo bien que deberían. La economía no avanzaba, y la pandemia remató la situación, dejando en el país británico el mayor hundimiento registrado en el continente.

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Pese a que finalmente se hizo un Brexit ordenado, y pese a haberse alcanzado acuerdos con economías determinantes como la europea, la situación no es la idílica. La economía británica atraviesa una difícil situación, y sus finanzas no están como para enfrentarse a numerosos problemas sin que ello acabe desatando graves consecuencias para la población. Hablamos de una economía muy desarrollada y con un gran poderío a nivel global, pero el coronavirus, el caso de Evergrande, la Gran Recesión de 2008 o el caso de Lehman Brothers nos han enseñado que, como decía Nassim Taleb, un cisne negro es posible.

Por esta razón, es preciso encontrar nuevos motores económicos que impulsen la economía británica, especialmente tras el hundimiento registrado en meses pasados. Y en este sentido, el T-MEC, siendo México el mejor ejemplo de ello, es un acuerdo muy beneficioso para aquellas economías que lo integran. Para hacernos una idea, el comercio en México, gracias al T-MEC, hoy representa cerca del 80% del PIB en el país. Una situación a la que se le suma la guerra comercial con China, que ha reforzado, aún más, los lazos con la economía centroamericana y su vecina del norte, Canadá.

De poder formar parte de este tratado comercial, Reino Unido contaría con potentes socios con los que comerciar bienes y servicios, a la vez que alcanzaría su deseado acuerdo con la primera economía del mundo, Estados Unidos. Con todo, hablamos de una intención y no un suceso, por lo que debemos estar pendientes de ver cómo se suceden las negociaciones y de los ofrecimientos de una economía que un día brilló mucho, pero que cada día que pasa brilla menos.

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