La situación económica que atraviesa el planeta en estos momentos es bastante complicada, y en México, como era de esperar, la situación no podía ser muy distinta. 

Debido a las presiones inflacionarias que padecen las economías, los bancos centrales han comenzado a actuar, endureciendo la política monetaria y tratando de relajar una demanda más que descompasada de la oferta. Sin embargo, esa relajación de la demanda, en un escenario de recuperación económica y de previa contracción del PIB, es un arma de doble filo. Pues como señala BBVA Research, esas políticas que estamos utilizando para hacer frente a la inflación, al analizar el crecimiento, están erosionando la actividad económica y, con ello, una recuperación que, por el momento, se muestra estancada, o como dicen los organismos, “muy enfriada”.

¿Qué ha pasado? ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos?…

Son algunas de las preguntas que se hace la ciudadanía ante tan complicado escenario. No obstante, en este artículo trataremos de ofrecer luz al respecto. ¡Veamos!

Dicho lo anterior, comencemos por el principio. 

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En esta línea, es conveniente señalar que la fuerte reactivación de la demanda a nivel global, en un escenario en el que sufríamos un claro shock de oferta, hizo que el equilibrio, como señaló el macroeconomista Olivier Blanchard, se esfumara en tanto en cuanto convivíamos con roturas de stock, cortes en las cadenas de suministro, entre otros sucesos que se derivaban de esa paralización económica que sufrimos por la presencia de la pandemia. Pese a la demanda y los deseos de una sociedad que quería consumir, la oferta no era capaz de satisfacerla como es debido, generando una escasez que acabó disparando la inflación hasta niveles insospechados previamente.

Pese a que se esperaba que esta inflación fuese transitoria, la realidad nos muestra que esta presenta un carácter menos transitorio de lo esperado. Pasan los meses y la escalada de los precios, atendiendo a los principales indicadores de precios en el país, sigue muy presente, a la vez que las expectativas de los principales organismos, entidades, casas de research, entre otras instituciones, nos dicen que esta pretende seguir complicando el camino de la recuperación a unas economías que, a la luz de los datos, podrían seguir sufriendo los efectos de este fenómeno económico a lo largo del presente ejercicio y principios del próximo.

Hoy, en cifras y tras analizar los últimos datos de inflación que ofrece el INEGI, lo que vemos es que, atendiendo a los últimos registros, la inflación en México ya ha roto la barrera del 8% durante la primera quincena de julio. Dicho de otra manera, y tomando como referencia el Índice Nacional de Precios al Consumidor, la inflación en México sigue esa tendencia alcista que llevamos viendo desde hace unos meses; y lejos de remitir, queda materializada esa escalada en un registro que, como digo y más concretamente, muestra una variación anual del 8,16%; su mayor nivel desde enero de 2001. 

Ante semejante escenario, que se repite en casi todos los países del mundo, los bancos centrales han iniciado lo que hemos citado al inicio, y que conocemos como “endurecimiento de la política monetaria”. En otras palabras, han activado los mecanismos mediante los que pretenden relajar la demanda y, con ello, relajar esas presiones que sufren los precios en estos momentos. En la práctica, con una subida de la tasa de referencia interbancaria, conocida comúnmente como tasa o tipo de interés, y, en determinados casos, con la paralización de los programas de compra que, tras la pandemia, complementaban a los ya existentes. 

No obstante, hemos de mencionar ese aspecto que llevamos resaltando desde hace semanas, y que también hemos citado al inicio. Y es que frenar la inflación, como podemos observar en la actuación de los bancos centrales para ello, comienza por frenar la demanda, y ello, como es obvio, tiene una serie de consecuencias que deben resaltarse. 

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Entre esas consecuencias, resulta preciso citar que la recesión que hace unas semanas era una posibilidad, hoy, atendiendo a las últimas previsiones que ofrecen algunas agencias de rating, como podría ser Moody’s Analytics, está más que descontada. Pues con la relajación de la demanda, la actividad económica, el consumo, la inversión, entre otros elementos, dejan de funcionar, causando esa desaceleración económica y, en muchos casos, las contracciones que ya se prevén en los próximos meses debido a esta situación que analizamos. Un enfriamiento global, en cierta forma, necesario para frenar la escalada de los precios, pero que podría paralizar, y muy severamente la recuperación.

Teniendo en cuenta que aún no nos hemos recuperado, esa desaceleración que prevé culminar con una recesión es muy peligrosa. Además, el shock de oferta sigue muy presente en la economía, pudiendo darse el caso de que la inflación no remita y la estanflación a la que tanto temen los economistas se convierta en una realidad para México. Pues es cierto que frenar la inflación solo será posible si los bancos centrales frenan esa intensa demanda, pero las consecuencias de una mala decisión y no controlar los tiempos, o lo que es lo mismo, de no salir como se espera, podrían ser determinantes para una economía que podría retrasar su recuperación hasta entrado el año 2025.

Nos movemos en aguas pantanosas, ¡precaución!

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