Entender el alto potencial de la posición geoestratégica en la que se encuentra México es de vital importancia, no sólo para sobreponerse a estos momentos de confusión e incertidumbre mundial, también para mantener la soberanía nacional y entender los riesgos y oportunidades que tenemos como país, su contexto local y su papel internacional. La construcción del concepto Estado Nación surgió como un proceso para alcanzar una etapa de paz y estabilidad en el mundo a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial. Con la Conferencia de San Francisco, 50 naciones aliadas conformaron la naciente Organización de las Naciones Unidas (ONU), la cual, hoy en día, está conformada por 193 países. La globalización fue el mecanismo para alcanzar los niveles de crecimiento y competitividad que se adoptó como base de desarrollo. La economía de mercado permitió la integración e interdependencia de los países a través del comercio, del desarrollo tecnológico y de la competencia entre naciones. Con el paso de los años, la Guerra Fría terminó y se consolidaron democracias. Con la llegada del nuevo siglo surgieron nuevas amenazas, como el terrorismo y las burbujas especulativas, que fueron la señal del deterioro del Estado Nación y que generaron un desperdicio humano. Hoy, el mundo vive una etapa de transición. El concepto de Estado Nación gradualmente pierde estructura. El poder y la política se han fragmentado. Como señaló Zygmunt Bauman, son tiempos líquidos, donde la política es local, pero el poder, global, cambiando de esta forma los parámetros en democracias cansadas o incipientes. En la actualidad, hay un choque de valores entre la ética y el equilibrio social, hay señales de fragilidad en la paz y estabilidad mundial que se reflejan en tsunamis migratorios, en procesos de inestabilidad social, con democracias envenenadas por la impunidad; hay un resurgimiento del populismo, países que buscan volver a sus orígenes y construir un pasado aislacionista, pero conservando beneficios de la globalización. En la estabilidad actual se encuentra la polarización de la izquierda y la derecha, la cultura abierta frente a la cerrada, hay una dualidad entre el consumo masivo acompañado de la destrucción de recursos naturales con producción no sustentable y con profundos daños al medio ambiente. El mundo cojea porque tiene un pie muy fuerte en el desarrollo económico y tecnológico, pero un pie muy chico en lo social y humano. Por ello, parece tambalearse y se genera incertidumbre, se ve inmerso en un proceso de domino de países, se debe entender la Post Verdad como un elemento que refleja los sistemas disruptivos, que distrae la atención y que lleva a diferentes estrategias de análisis y conclusiones. Las bases del desarrollo y la competencia entre las naciones ahora se basan en el desarrollo tecnológico avanzado, como la inteligencia artificial, la biotecnología y la nanotecnología, y las telecomunicaciones. La ciencia y la innovación han generado un cambio con rendimientos crecientes; con la construcción creativa hay un crecimiento de largo plazo, mayor inversión, empleo y beneficios para la población. No obstante, por otra parte, hay bioterrorismo, cibercrimen y otros aspectos de la tecnología que han sido usados para prácticas criminales sofisticadas. Bajo todo este escenario y ante estos momentos de confusión e incertidumbre, México se ve obligado a revisar sus paradigmas y aprovechar su ubicación estratégica, que es única y con grandes ventajas, para reafirmar su posición de Estado Nación y su contribución en el desarrollo global, pero sin perder de vista que la soberanía nacional es lo más importante. Igual que el mundo entero, México vive una dualidad: es parte de Norteamérica, con una cultura latina que se enfrenta a su influencia anglosajona. Así, el país debe acercarse a sus raíces latinas, a sus tradiciones y orígenes, pero, al mismo tiempo, entender que es un aliado estratégico de Estados Unidos, con el que tiene también muchos vínculos. Si bien la hegemonía del vecino del norte es poderosa, no debe haber sumisiones: se debe trabajar en la relación con respeto y en el fortalecimiento de los lazos económicos, políticos y culturales.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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