Nota aclaratoria: Forbes México ofrece esta aclaración al haber tenido una confusión editorial en el nombre del autor de esta columna. Aclaramos y ofrecemos una disculpa a nuestros lectores, al embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, así como a Larry Rubin, representante del Partido Republicano en México, quien es el autor de este artículo de opinión***

Prematuramente, se ha hablado ya de triunfo en las recientes elecciones presidenciales de Estados Unidos. Y digo que es prematuro porque el proceso aún no finaliza; es más, apenas con el sufragio del 3 de noviembre pasado comenzó. 

El próximo 14 de diciembre el Colegio Electoral habrá de reconocer oficialmente al ganador, luego de que los diferentes delegados electorales emitan su voto que puede ser diferente al de sus propios Estados. Es decir, es necesario tener paciencia y esperar antes de cantar victoria alguna.

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Además, el 6 de enero, de manera conjunta, el Congreso sesionará para ratificar los resultados o, en su caso, invalidarlos. Hasta ese momento, ambos candidatos tienen el derecho constitucional de aceptar su derrota o ir a tribunales y denunciar anomalías o hasta una posible injusticia ante los resultados de los conteos de cada Estado.

Y es que no hay que olvidar que existe la posibilidad de que se realicen recuentos obligatorios de los votos; la campaña del candidato republicano, Donald Trump, ya ha presentado demandas sobre la validez y legalidad tanto de los votos, como del conteo y la disputa puede ser reñida hasta que no se logre certeza absoluta de los resultados.

Con este antecedente, lo reitero, Estados Unidos debe ser paciente y no dejarse llevar por lo que se “informa” en los medios; esas son proyecciones solamente, de ninguna manera representan fielmente la realidad. 

De hecho, proclamarse ganador antes de tiempo puede sonar de dos formas: o se tiene total desconocimiento del proceso electoral o se quiere de manera premeditada confundir a los ciudadanos con resultados no confirmados ni mucho menos certificados por ninguna instancia electoral. Ambos escenarios pueden ser verdaderamente irresponsables, sobre todo en este momento en el que E.U. necesita paz y tranquilidad.

Y, precisamente, en virtud de esa calma que se requiere en el país, es que el presidente Trump ha solicitado transparencia, claridad y legalidad en este proceso. Creo que todos, incluso quienes no son estadounidenses, necesitamos la confianza que otorga un proceso electoral limpio, sólido, inquebrantable por la corrupción y la falsedad.

Erróneamente, los demócratas han dejado ver que el hecho de que el presidente Trump vaya a la Suprema Corte de Justicia implicaría que esta se levantaría en favor de él. La realidad es que la SCJ es y ha sido uno de los institutos más éticos, más reconocidos, y más importantes de Estados Unidos; jamás la Suprema Corte de Justicia ha sido tachada como injusta, ya se trate de los  demócratas o de los republicanos, y así continuará; como ya lo he comentado, la SCJ está conformada por personas de bien, que no responden a ningún partido y que están ahí de por vida, sin ningún otro interés que no sea llevar a cabo acciones que lleven a la justicia y, con ella, a la certidumbre de legalidad. 

De este modo, no es que vayan a votar a favor del presidente Donald Trump, sino más bien votarían por lo que es justo; más allá de que gane un candidato u otro, la honestidad y la pelea por ella deben prevalecer.

En ese entendido, yo insisto en que no nos dejemos llevar por aseveraciones de victoria sin validez clara; no nos quedemos solamente con la información que nos dan mediáticamente. Analicemos, démosle tiempo al tiempo y observemos bien cómo se lleva a cabo el proceso electoral completo. Además de votar, también compete al electorado permanecer al pendiente de todas las instancias.

Estados Unidos debe tener la plena seguridad de que el presidente del país por los próximos cuatro años fue elegido de forma legítima, sin ningún artilugio de por medio. Creo que quienes emitieron su sufragio lo hicieron en bien de la preservación de la democracia y, por supuesto, de la estabilidad y continuidad de proyectos que le han dado firmeza económica y social al territorio norteamericano.  Por eso vale la pena la espera que, como bien dice el presidente Donald Trump, el proceso electoral no ha finalizado.

Larry Rubin, representante del Partido Republicano en México*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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